Cumpliendo el guión previsto, el Banco Central Europeo esperará hasta junio para actuar. Quiere tener más argumentos de los que ya existen para tomar una decisión y hacerlo cuándo él lo considere y no cuando lo dicten las presiones a las que está siendo sometido. Ya lo hizo en la reunión del pasado mes y ayer volvió a hacerlo: advertir contra las presiones por parte de países que esperaban nuevas acciones. "El Consejo de Gobierno está cómodo con una acción para la próxima vez, pero antes queremos ver las proyecciones de los técnicos que saldrán a comienzos de junio". Draghi reiteró el compromiso del BCE de mantener una política monetaria expansiva por un período prolongado de tiempo. Sobre las perspectivas de inflación y la política monetaria apuntó nuevamente a junio como fecha para su discusión, señalando que el BCE no está resignado a tener una inflación baja. No se olvidó de recordar que hay riesgos que amenazan la lenta recuperación: geopolíticos, de demanda global y de tipo de cambio. De hecho, Draghi afirmó que el banco está alerta ante los peligros de la fortaleza del euro. "La apreciación del tipo de cambio en el contexto de una inflación baja es causa de seria preocupación en opinión del Consejo de Gobierno". Fueron varias las preguntas que los periodistas hicieron en relación al euro. En todas ellas, el mensaje fue que su discusión está sobre la mesa del Consejo. "No es un objetivo de nuestra política pero es importante para la estabilidad de precios y para el crecimiento". Fue precisamente en una pregunta sobre el euro cuando Draghi hizo una velada referencia a las presiones a las que está siendo sometido el BCE, respondiendo que agradecía los consejos sobre que el exceso de liquidez esté afectando negativamente al euro, a la vez que recalcaba la independencia del BCE y sus medidas para sostener la divisa europea.
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