El Brujo vuelve a reunir a sus incondicionales con 'El asno de oro' en los Teatros del Canal

En efecto, al Brujo lo acompañan en escena  Javier Alejano (violín y teclado), Daniel Suárez 'Sena' (percusión) y Kevin Robb (saxo), quienes con acertadas y puntuales intervenciones ayudan al maestro a centrarse en un relato tan insólito como divertido, del que el actor, director y adaptador se sale con la frecuencia y la voluntad que le viene en gana, que para eso es casi todo en el montaje.

Decíamos que tiene ya de antemano al público ganado porque es verdad. Con una iluminación perfecta de Miguel Ángel Camacho, las más de las veces concentrada en el artista, otras veces enfatizando algún aspecto de lo que se dice en escena, y al tiempo iluminando más tenuemente a los músicos, que ocupan los dos extremos  (derecho e izquierdo) del escenario. Con ellos colocados  ya  en su sitio, aparece el Brujo hasta ocupar el mismo centro del proscenio e inclina cortés y ceremoniosamente la cabeza a ese público entregado que, antes de empezar, le premia ya con el aplauso.

Sin solución de continuidad, Rafael Álvarez se lanza a recitar en  latín, el idioma original en el que fue escrito 'El asno de oro', el relato de Apuleyo (http://www.teatroscanal.com/espectaculo/el-asno-de-oro-el-brujo-teatro/), unas palabras de la 'Eneida', de Virgilio, y el público respira tranquilo a continuación cuando el Brujo traduce a renglón seguido:

-  "...Traduzco. Es fácil descender al infierno; noche y día está abierta la puerta del negro Plutón  pero volver hacia arriba de nuevo, hacia la luz, el aire, exige duro esfuerzo. Esa es la labor".

Virgilio expresa con esas palabras con las que Álvarez comienza  su espectáculo, la dificultad en la metamorfosis, de la   transformación que experimenta el protagonista de esta obra, Lucio, para salir de todos esos misterios paganos a que nos lleva el relato.... "Ahora tenemos el psicoanálisis...", continúa diciendo  El Brujo para seguir así, desgranando el relato de Lucio Apuleyo y  trayéndolo a la actualidad, durante poco más de hora y media.

Lucio Apuleyo es reconocido hoy como uno de los padres de la novela en Roma. Su influencia es inmensa en la obra literaria de autores  posteriores, sobre todo a partir del Renacimiento. El protagonista,  que es el mismo Lucio Apuleyo, es convertido en un asno, y vive con su alma humana en el interior de un cuerpo animal un largo espacio de tiempo hasta recobrar su forma humana otra vez con la luz de un nuevo nacimiento. Este acontecimiento está muy relacionado con  los antiguos misterios, especialmente los mitos de Isis y Osiris.

Pero, entremezcladas con esa historia, el Brujo trae también a colación situaciones y personajes de hoy (Rajoy, el pequeño Nicolás, Punset, Urdangarín, Pablo Iglesias, Zapatero, Bono, Ferrán Adriá, por poner solo unos cuantos nombres), que levantan el regocijo, la algarabía y la chanza entre el público, que no deja de reír y sonreír  ante cada nueva y medida ocurrencia del actor quien, además, pronuncia esa sensación de improvisar con alusiones explícitas a que ha perdido el hilo de lo que quería contar.

Un espectáculo totalmente "made in Brujo", que los espectadores que acuden a este y a tantos otros montajes de Rafael Álvarez, han seguido premiando, ya para verlo como El Corbacho, del Arcipreste de Talavera, como el Lazarillo de Tormes, o  comentando El Evangelio de San Juan, y sale siempre igual de sorprendido y satisfecho con lo que ha recibido del artista cordobés.

Desde que Rafael Álvarez intervino en aquella serie mítica de TVE, Juncal, como Búfalo, el limpiabotas del torero que ideara Jaime de Armiñán y al que diera vida Paco Rabal, todo lo que ha tocado se ha convertido en oro, casi como el asno de Lucio Apuleyo. Y, como dijo el  famoso escritor, "bien está, si así os parece". No tengo la menor duda de que este montaje y cuantos otros quiera emprender  Rafael Álvarez, el Brujo, seguirá teniendo el beneplácito del público, porque con su personal forma de actuar, que incluye esas subidas inalcanzables de tono para el común de los mortales, o esas bajadas a los tonos del otro lado, los graves, gravísimos, este artista excéntrico y personal seguirá disfrutando del éxito que también ha alcanzado en los Teatros del Canal.

Las claves son tan fáciles de diagnosticar como difíciles de poner en práctica: la ironía y el humor inteligente que han acompañado siempre los espectáculos de el Brujo, se derrochan también en 'El asno de oro', por cierto, un relato que se lleva por primera vez a las tablas de un escenario y por el que, a priori, muy pocos  productores y empresarios habrían apostado, de no ser que detrás estuviera el Brujo.