Años 80 en un país occidental indeterminado. Suenan canciones
de la época (Cara de gitana, Gloria, Cállate niña...) antes incluso de acceder a la función, en esa antesala, mitad café, mitad salita de estar con que Lucía y Ángeles cuidan cada detalle desde el
mismo momento de acceder al Teatro del Arte (San Cosme y San Damián, 3 ).
Traspasados los escasos metros de patio que separan ese falso hall del
teatro, esa misma música sigue sonando en el escenario. Allí, situado a pie de suelo, al nivel del
espectador, nos encontramos una escenografía que reproduce un paisaje familiar
para quienes pasamos con creces los 40
años: a la derecha, al fondo, una mesa de formica rectangular y tres sillas del
mismo material. Enfrente al fondo, una lavadora y una pequeña estantería de pie
donde hay unos cuantos utensilios de cocina y un retrato de boda de los padres
de los protagonistas. A la izquierda, un camastro y al lado un colchón en el
suelo que sirven de cama a los dos
hermanos. Delante, a la derecha, una pila de libros en el suelo cuya
mejor utilidad parece ser la de servir
de soporte al teléfono que suena reiteradamente a lo largo de la función. Cuatro
lámparas cuelgan del techo. Fuera de la casa, un columpio y un tendedero.
Este es el marco en el que se desarrolla
una historia cotidiana, cercana, sin grandes pretensiones, la que durante hora
y media cuenta la historia que ha
urdido una actriz, directora y autora argentina, Carolina Román (¿Recuerdan 'En construcción'?. Tambiénla
escribió y representó Carolina) que, además, ha dirigido su montaje. Se titula
'Luciérnagas' y en ella transitan
solo tres personajes en cuerpo y alma: dos masculinos,
Fede Rey (Alex) y Jaime Reynolds (Julio), dos hermanos, huérfanos desde su
adolescencia, que ahora viven juntos. Uno de ellos cuida del otro, un buen
chico pero con alguna discapacidad intelectual, que no le deja ser del todo
autónomo. El personaje femenino, Lucía, lo
interpreta Aixa Villagrán, y su irrupción en las vidas de los dos jóvenes lo cambiará todo. Los tres actores están a la altura de sus personajes,
y la naturalidad, el desenfado y,
cuando es necesario, la tensión,
caracterizan su notable actuación.
Con luz propia
Digo que en escena transitan solo estos tres personajes, pero hay otros
tres que no aparecen y que, sin embargo, condicionan bastante la vida de Julio, Alex y Lucía.
Ellos son el matrimonio dueño del almacén donde trabaja Julio, y Arni,
primo y amor inconfesado también de Julio. Ellos se introducen y condicionan las vidas de los hermanos y la joven
que acaba de llegar al pueblo en busca de esa plaza de recepcionista en el
hostal que el matrimonio emprendedor ha puesto en marcha.
El título de la obra alude a la Lampyris noctiluca,
nombre científico con el que se conoce a un insecto de cuerpo blando, cuya
hembra carece de alas y que emite luz fosforescente, la que todos conocemos
como la luciérnaga. Todos
-personajes y espectadores-,
tenemos algo de ese insecto. El desarraigo, la libertad, la interacción
con los otros, la posibilidad de cambiar nuestro futuro, los vínculos afectivos
que se generan en esa relación y las
consecuencias que todo ello trae siempre
a nuestras vidas son algunos de los
temas que se tratan en 'Luciérnagas'.
Todo sucede de modo natural, sin causa aparente, con la serenidad y la
sencillez con que todo discurre en un pequeño pueblo en donde el tiempo parece colgado,
detenido, casi en el olvido. Pero
todos estamos atados al entorno, a la circunstancia,
que diría Ortega y Gasset, y solo a través de ese juego necesario de la relación con los otros
podemos encontrarnos a nosotros mismos.
El planteamiento técnico de la puesta en escena ha
sido muy bien resuelto por la directora , que ha aprovechado las excelentes
condiciones de espacio del Teatro del Arte, ayudada en la escenografía por Alexandra
Alonso, en el diseño de luces por Luis
Perdiguero y en la música y el diseño sonoro por Nelson Dante.
Una obra, esta
'Luciérnagas' de Carolina
Román, recomendable y en la que el espectador saldrá de la sala con la sensación
de haber pasado un buen rato y con la seguridad
de que también revisará sus
propios planteamientos que marcan sus relaciones personales con todos los demás (familiares, amigos, vecinos,
compañeros...).