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'Ascensión y caída de Mónica Seles', una tragicomedia de la España 'cañí'

'Ascensión y caída de Mónica Seles', una tragicomedia de la España 'cañí'

jueves 05 de marzo de 2015, 18:56h

Todos los martes de marzo a las 20,30 horas, en La Casa de la Portera, y bajo la dirección de Víctor Velasco, dos actrices extraordinarias vuelven a enfrentarse a un lado y a otro de la red o frente a un espejo de peluquería de barrio, una como clienta y otra como peluquera. Ellas son Nerea Moreno y Rocío Marín (con doblete en la función, porque interpreta a dos hermanas de carácter muy distinto), y ambas bordan tres personajes que tienen bastante de almodovarianos. La cita se da en el seno de la'Ascensión y caída de Mónica Seles', de Antonio Rojano, que vuelve otra vez a la sala del número 24 de la madrileña calle Abades.

Lo dije ya el verano pasado en mi crítica sobre el impresionante Macbeth que sigue representándose en La Pensión de las Pulgas, la otra sala de la factoría Martret-Puraenvidia ('MBIG'), pero debo repetirlo ahora: el hecho de que los cuatro actos se desarrollen a lo largo de unos 80 minutos en las dos habitaciones de la sala, con espacio para poco más de veinte espectadores, permite que las actrices -en este caso- caigan literalmente rendidas a tus pies, tras un intenso entrenamiento en la pista de tenis; o que el movimiento del aire sacuda tu rostro tras un perfecto revés de Rocío Marín cuando da vida a Mónica Seles; o que una gotita de agua se escurra por tu mano cuando Candela (Nerea Moreno), la cínica, frustrada y vacía señora bien, se está secando el pelo con una toalla al acudir a arreglárselo en la peluquería de Estefanía (hermana de Mónica, que obviamente debe su nombre a Steffi Graf).

Todo eso puede suceder porque las actrices están interpretando sus papeles a menos de un metro de los perplejos espectadores que asisten admirados a la formidable interpretación de Rocío Marín y Nerea Moreno, que materializan la imaginativa historia, aunque con rasgos de hiperrealismo que ha nacido en el magín de Antonio Rojano, y que ha dirigido Víctor Velasco. Autor y director han puesto el acento en un relato que bien pudiera haber sido llevado a la pantalla por nuestro internacional Pedro Almodóvar, ya que reúne todos los ingredientes de varias de sus películas: señora bien del barrio de Salamanca, frustrada sexualmente, algo excéntrica y acostumbrada a mandar, que acude a una peluquería de barrio a "lavar y peinar", quince minutos después de que la joven peluquera hubiese echado ya el cierre del establecimiento, pero a quien no le importa reabrirlo por una generosísima propina aportada antes de iniciar, incluso, su trabajo.

Unos minutos después de una antológica conversación entre clienta y peluquera, que es tanto como decir entre ama y criada, el atónito espectador descubre que hay algo en común entre las dos mujeres: la hermana de Estefanía -Mónica, muerta recientemente en extrañas circunstancias-, ha sido profesora de tenis de la despótica y deslenguada señora bien.

Cambio de pista

Las dos habitaciones en donde transcurren los hechos, divididos en cuatro actos, y con tres cambios de escenario (pista, más bien, porque es un juez de silla de un hipotético partido de tenis quien ordena ese cambio de pista/habitación), dan cabida a objetos tan cañís como un barreño con agua donde Candela se hace el lavado de cabeza, una bata de peluquera de los años 80, un anticuado equipo de música, una raqueta de tenis, la pelota botando, unos polvorones, una botella de anís -sustituyendo a las actuales bebidas isotónicas tan usadas por los deportistas-, o una urna funeraria con las cenizas de Mónica guardadas celosamente por su hermana Estefanía, a quien esta habla con la misma fuerza que si se encontrase enfrente de ella.

Una tragicomedia loca, aunque instalada en una realidad mucho más presente de lo que pudiera parecer por esos aires de tragicomedia hispana, en donde transcurren las vidas de dos hermanas que tratan de sobrevivir a la crisis económica a través del tenis o de la peluquería, y que los caprichos del destino hacen que se crucen con las excentricidades de una mujer sin agobios económicos y con propensiones equidistantes al espiritismo, la bolsa de valores y el aburrimiento.

'Ascensión y caída de Mónica Seles' es, en definitiva, una interesante y divertida tragicomedia que permite a dos estupendas actrices desplegar todos sus recursos para hacer pasar al espectador unos minutos inolvidables y tan cerca, tan cerca de las protagonistas como si hubiera quedado con ellas una tarde de sábado en la Puerta del Sol para ir a tomar unas cañas en la Plaza Mayor.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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