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'Como si pasara un tren', de Lorena Romanín, una historia tan sencilla como entrañable

'Como si pasara un tren', de Lorena Romanín, una historia tan sencilla como entrañable

lunes 16 de marzo de 2015, 18:12h

La historia, como la vida misma, es tan simple o complicada como  seamos capaces de hacerla. La argentina Lorena Romanín ha optado por la primera vía y ha escrito 'Como si pasara un tren', un texto tan    sencillo como profundo. Su compatriota Adriana Roffi lo escoge y decide llevarlo adelante con ayuda de tres magníficos actores, todos españoles: Carlos Guerrero, María Morales y Marina Salas. Carlos   encarna a Juan Ignacio, un chico próximo a la veintena con una discapacidad intelectual severa, que vive solo con su madre, Susana (María Morales), tan sobreprotectora como muchas madres  -y más aún con estos chicos tan expuestos, tan vulnerables...-. La llegada  temporal a casa de Valeria, sobrina de Susana y, por tanto, prima de Juan, cambiará todo en las vidas de los tres personajes.

'Como si pasara un tren' está llena de cotidianeidad, de cercanía, de humanidad. Es un relato más que creíble en el que un altísimo porcentaje  de los espectadores que pasan por la recién bautizada  Sala Margarita Xirgu (antes Sala pequeña) del Teatro Español,  seguro que se sienten tocados y hasta identificados con la historia que están viendo representada sobre el escenario. No ya por la discapacidad, presente a lo largo de toda la obra pero sin dramatismos de ningún tipo, sino por la posición de padres o de hijos, en la que podemos encuadrarnos todos y cada uno de nosotros.

La autora del texto, Lorena Romanín, ha tenido la enorme habilidad  de tratar un tema muy delicado en apenas setenta y pocos minutos de función, enganchando al espectador desde el primer segundo del montaje, en donde Susana, la madre, habla por teléfono con alguien (pronto descubrimos que se trata de su hermana), mientras Juan  está jugando en la alfombra del salón con unos trenes de juguete  que circulan eternamente por donde la imaginación del niño las lleve. El tema de la conversación es Valeria, la prima de Juan (17 años, en pleno curso académico y a punto de entrar en la universidad), a la que no ve desde hace tiempo, que está a punto de venir a pasar una temporada  en casa de su tía, confinada por su madre, que le ha  encontrado un porro en el bolsillo y eso le ha llevado a concluir que  tiene en casa una drogadicta. Sin embargo, Valeria, no solo no es drogadicta sino que es una chica alegre, divertida y con un corazón gigante y hará cambiar la perspectiva de las cosas tanto a su tía, como a su primo y, de forma indirecta, también a su madre.

Pero, como nada es gratis, Juan descubrirá que su padre -que lo  abandonó a él y a su madre nada más conocer la noticia de que con Juan venía incorporado un problema  grave-, no es el ser ideal que  pensaba; Susana tendrá que destensar la cuerda con su hijo y la propia Vale aprenderá también que los padres (los mayores, en general) no son déspotas ilustrados y caprichosos que gozan  reprimiendo a quienes no han alcanzado aún la mayoría de edad.

Tres actores estupendos

Carlos Guerrero es un Juan extrovertido, sincero, cuya limitación   intelectual le lleva a tener un grado de dependencia muy grande con su madre. Su interpretación del personaje es  genial: el movimiento  corporal (desplazamientos, movimientos de manos, cara, algunos   tics propios de chicos con esta discapacidad...), su dicción y su  actitud física y psicológica están perfectamente conseguidos, y sin  pasarseni un ápice en ningún momento (un riesgo muy grande, porque de haberlo hecho podría haber dado al traste con toda la obra). María Morales es una madre modelo, con todos los atributos de  sobreprotección con su hijo, alarma ante lo desconocido y despliegue de energía  dentro y fuera de su pequeño apartamento. Y Marina Salas encaja como añillo al dedo en esa encantadora Vale que enseñaa bailara su primo Juan, y a que pueda hacer realidad sus tres mayores deseos. Lo que pasa es que la vida no respeta ni siquiera a los mejores, y Juan tendrá que pagar también su pequeño gran  peaje por ello.

La escenografía es muy eficaz (salón sencillo presidiendo la escena, que  tiene a la derecha del espectador la cocina y a la izquierda el acceso a las dos únicas habitaciones (la de la madre y la del hijo) y baño del pequeño apartamento que habitan. La afortunada elección del espacio escénico es responsabilidad de la propia directora, Adriana Roffi, y de Ricardo Sánchez Cuerda. Y el  minucioso trabajo  que Carlota Ferrer ha hecho con los actores matizando todos y cada uno de sus movimientos es también encomiable.

La comedia dramática estará en el Español hasta el 22 de marzo, y con ello habrá permanecido casi un mes en la recién rebautizada sala pequeña porque  sus funciones comenzaban el pasado 25 de febrero.

http://www.teatroespanol.es/notas_de_prensa_teatro_espanol/espectaculo_material.php?id_obra=341&pagina=videos

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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