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‘El Príncipe' de Maquiavelo: Más de 500 años de plena actualidad

‘El Príncipe' de Maquiavelo: Más de 500 años de plena actualidad

lunes 19 de octubre de 2015, 18:42h

Coja usted varios ensayos filosóficos, comenzando por ‘El Príncipe’, los ‘Discursos de la primera década de Tito Livio’, ‘El arte de la guerra’, ‘La Mandrágora’ y la correspondencia personal de Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y trate de hacer un monólogo de unos 75 minutos, con un discurso coherente y que, a medida que vaya avanzando, vaya enganchando un poco más, sin que decaiga en ningún momento. Ponga, además, a un actor de la talla de Fernando Cayo a interpretarlo, y habrá conseguido un montaje extraordinario. Eso es, justamente, lo que ha hecho el dramaturgo cordobés Juan Carlos Rubio (1967): convertir el texto político más influyente de la época moderna en una dramaturgia teatral y, además, dirigir el montaje y elegir al actor Fernando Cayo para protagonizar el monólogo. El resultado, una verdadera maravilla.

Ha pasado este verano por los principales festivales de teatro clásico de nuestro país -incluido Almagro- llenando todos los espacios y obteniendo el beneplácito de crítica y espectadores, y ahora es la Sala Negra de los Teatros del Canal quien la acoge por unas semanas, hasta el 8 de noviembre próximo (http://www.teatroscanal.com/espectaculo/el-principe-de-maquiavelo/)

Cinco siglos después de que Nicolás Maquiavelo escribiese ‘El Príncipe’ (“¿Vale más ser amado que temido? Sería necesario ser lo uno y lo otro a la vez. Pero es más seguro ser temido que amado…”), los gobernantes de todo signo político siguen haciendo uso del ensayo como si de un manual del buen gobierno se tratase. Las facultades de Ciencias Políticas, los medios de comunicación y los mismos ciudadanos recurren también a él para conocer cuáles son los mecanismos que regulan el ejercicio del poder (“Moisés, Ciro y Teseo (...) obtuvieron de la fortuna únicamente la ocasión propicia, una ocasión propicia que les facilitó el medio dealzarse con el mando de sus nuevos Estados”, “… La virtud es el único dique contra la diosa Fortuna”).

Los escritos de Maquiavelo sobre habilidad política son amorales y están llenos de astucia y duplicidad. Nuestros políticos parecen haber hecho un máster sobre el filósofo florentino porque no es difícil encontrar en sus discursos y declaraciones una afirmación y su contraria (“Todos han tenido buen cuidado de no reducir a su pueblo a la más absoluta desesperación”).

Nacido en Florencia el 3 de mayo de 1469, Maquiavelo comenzó trabajando como funcionario y empezó a destacar en la administración florentina cuando se proclamó la república en 1498.

Entre 1504 y 1511 Maquiavelo realizó importantes misiones diplomáticas ante el rey francés, la Santa Sede y el emperador. En el transcurso de sus misiones diplomáticas dentro de Italia, conoció a muchos gobernantes, y tuvo ocasión de estudiar sus tácticas políticas, en especial las del eclesiástico y militar César Borgia, que en aquella época trataba de extender sus posesiones en Italia central (“La guerra es justa para aquellos que es necesaria”).

Al mismo tiempo, entre 1503 y 1506, Maquiavelo reorganizó también las defensas militares de la república de Florencia (“Sin ejércitos propios ningún principado está seguro”).

Aunque los ejércitos mercenarios eran habituales en aquella época, él prefirió contar con el reclutamiento de tropas del lugar para asegurarse una defensa permanente y patriótica (“Vale más la disciplina que la impetuosidad”). En 1512, cuando los Medici recuperaron el poder en Florencia y la república se desintegró, Maquiavelo fue privado de su cargo y encarcelado durante un tiempo por presunta conspiración. Después de su liberación, se retiró a sus propiedades cercanas a Florencia, donde escribió sus obras más importantes.

Trabajo minucioso y concienzudo

Es justamente en este momento donde Juan Carlos Rubio sitúa a su Maquiavelo, retirado en su casa de campo, cultivando sus tierras, y redactando sus escritos de ‘El Príncipe’, tras la intensa y dura experiencia de los últimos años. El dramaturgo, sin embargo, traslada al personaje a finales de los años 60 del siglo XX, donde el protagonista se encierra en el sótano de su casa solariega rodeado de su tocadiscos, su música preferida, la grabadora, sus cintas de casete y sus libros. “Es el Maquiavelo en horas bajas”, como dice Rubio. Por las noches, al volver de la taberna, se desprende de su ruda indumentaria de leñador y se pone un elegante traje a medida, entra en el despacho y durante unas cuantas horas graba sus pensamientos, que los va enunciando en voz alta...

El gran, inmenso trabajo de Fernando Cayo (¡magnífica interpretación!) ha consistido en pulir todos los textos seleccionados y ensamblados por Juan Carlos Rubio y evitar que en ningún momento sonasen a conferencia, a clase magistral, sino a pensamientos elaborados, claros, surgidos de las entrañas del filósofo, político y ensayista florentino. ¡Y vaya si lo ha conseguido!

La escenografía, que firma Eduardo Moreno, es sugerente y nos muestra un elegante despacho donde se encuentra una mesa de escritorio, varias mesitas auxiliares y dos murales llenos de libros a ambos lados de tres persianas que esconden, cada una de ellas, una puerta de acceso a la casa; otra, la del centro, la leñera y la otra, un mueble donde guarda las palanganas y cubos que utiliza para recoger el agua de las goteras que se producen con una intensa tormenta. El espacio sonoro es de Sandra Vicente (perros ladrando, tormenta, lluvia, goteras, el canto del gallo, el sonido de un coche); y la iluminación, de José Manuel Guerra. Todos estos elementos, inteligentemente combinados, ayudan a romper la monotonía que puede suponer para el público escuchar durante más de una hora a un solo actor que habla en escena y, además, sobre cosas profundas. Pero ha sido el extraordinario trabajo de Fernando Cayo el que ha convertido unos escritos profundísimos, aunque claros, en un interesantísimo espectáculo que llena la sola presencia del actor vallisoletano. Cayo es capaz de hacer sencillo y atractivo un texto que, aunque pulido por Rubio, el actor aligera y aclara, y hasta hace entretenido poniendo el énfasis y la picardía necesarios en los numerosos toques de ironía y humor negro incluidos en el texto. Y a todo esto, Cayo no deja de ir de un lado para otro del ancho escenario. Lo mismo permanece de pie, que sentado. Se desespera, ríe… Lo mismo baila que salta sobre la mesa del escritorio (“un príncipe está obligado a entretener a sus súbditos con espectáculos”).

Rubio incluye también en el montaje un corto documental con figuras políticas de todo signo y procedencia -Hitler, Franco, Nixon, Kennedy, Golda Meir- y la proximidad de nuestras elecciones nos hace pensar que también podrían incluirse en él algunos de nuestros políticos: “El pueblo reza para que aparezca un nuevo príncipe”. Dios nos pille confesados. Entre tanto, pásese por los Teatros del Canal y, si no puede, vuelva a abrir nuevamente las páginas de ‘El Príncipe’ si quiere descubrir las verdaderas intenciones de políticos de todo signo, y hacer caso omiso de declaraciones llenas de buenas intenciones y promesas inalcanzables (“No es necesario que el príncipe sea un dechado de virtudes pero sí que lo aparente”).

El Príncipe’, de Nicolás Maquiavelo

Dramaturgia y dirección: Juan Carlos Rubio

Interpretado por Fernando Cayo

Teatros del Canal (Sala Negra). Hasta el 8 de noviembre de 2015

Tráiler: https://vimeo.com/138789423

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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