Crítica de la obra de teatro 'Carmen, nada de nadie': la Transición española a través de Carmen Díez de Rivera

Hija ilegítima del filonazi Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores en los primeros momentos del franquismo, Carmen Díez de Rivera fue una mujer y política fascinante que brilló con luz propia en los inicios de la Transición. De indudable atractivo personal y público. Más aún desde que Francisco Umbral no paraba de referirse a ella como la Musa de la Transición. En la personalidad de Carmen Díez de Rivera se han fijado ahora Francisco M. Justo Tallón y Miguel Pérez García para construir un texto, ‘Carmen, nada ni nadie’, a partir del cual Fernando Soto ha dirigido una suerte de thriller político que estos días puede verse en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid.

Díez de Rivera está encarnada con indudable acierto por la actriz Mónica López, una fuerza de la naturaleza que se mimetiza con la que también poseía la política madrileña que fue jefa de gabinete de Adolfo Suárez entre 1976 y 1977, tras haber colaborado con el primer presidente de la democracia en su paso por TVE. Y, junto a Mónica López, Oriol Tarrasón, Ana Fernández y Víctor Massán metiéndose en la piel de Adolfo Suárez, la madre de Carmen y el Rey Juan Carlos.

Todo un suculento plato teatral y político que, sin embargo, no quiere ser una especie de biografía de la Musa de la Transición, aunque los hechos que se cuentan en la pieza están basados en datos reales, pero los diálogos entre los personajes son pura ficción. Por eso en ella sólo se sugieren sus posibles affaires de Díez de Rivera tanto con Suárez como con Don Juan Carlos, rumoreados en ciertos círculos políticos de la época.

Mujer dotada de una fuerte personalidad, feminista, independiente y siempre con criterio propio, su actitud fue decisiva en acelerar la legalización del Partido Comunista de España (PCE), y de los demás partidos de izquierdas, así como de blanquear -como se diría hoy-, la figura de Santiago Carrillo, secretario general del PCE, que tanto contribuyó a hacer del proceso de la Transición democrática desde el franquismo un modelo estudiado y admirado en todo el mundo occidental.

La iluminación del montaje, llena de claroscuros, es de Juanjo Llorens; el sencillo espacio escénico (varias mesas y sillones de despachos del Rey, el presidente del gobierno y de la jefa del gabinete de este, repartidos en ambos extremos del escenario), la firma Beatriz Sanjuán; el diseño de sonido es de Sergio Sánchez; la videoescena de Elvira Ruiz, y el vestuario setentero de Paola de Diego.

Además de las crisis políticas, en medio de las cuales tuvo que lidiar Carmen, se intercalan también sus problemas personales, entre los cuales destaca su frustrado matrimonio con Ramón cuando ambos descubren que son hermanos de padre; su paso por un monasterio de clausura; su formación académica que la llevó por universidades de Madrid, Oxford y París, o las tensiones frecuentes con su madre , a quien afeaba sus aventuras extramatrimoniales y su ligereza, lo cual motivó su salida del domicilio familiar.

Mónica López encarna con verdad la figura de Carmen, hoy apenas conocida por quienes vivieron de cerca la Transición, pero absolutamente desconocida para las jóvenes generaciones. Díez de Rivera murió de cáncer en 1999 a los 57 años, después de haber sido elegida como eurodiputada a finales de los 80, primero representando al Centro Democrático y Social (CDS), el partido fundado por Suárez, y a continuación, tras marcharse de este partido, por el PSOE.

‘Carmen, nada de nadie’

Dramaturgia: Francisco M. Justo Tallón y Miguel Pérez García

Dirección: Fernando Soto

Con: Mónica López, Oriol Tarrasón, Ana Fernández y Víctor Massán

Diseño de iluminación: Juanjo Llorens

Diseño de espacio escénico: Beatriz Sanjuan

Diseño de sonido: Sergio Sánchez

Diseño de videoescena: Elvira Ruiz

Diseño de vestuario: Paola de Diego

Una producción de Teatro Español y Tablas y más tablas

Teatro Español, Madrid

Hasta el 18 de febrero de 2024