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Crítica de la obra de teatro 'La metamorfosis de Gregor'

Crítica de la obra de teatro 'La metamorfosis de Gregor': dolorosa búsqueda de sí mismo

jueves 24 de febrero de 2022, 12:25h

El revuelo literario que supuso la aparición en Europa de La metamorfosis, novela del escritor checo Franz Kafka fue casi una broma al lado de la revolución en las relaciones personales y sociales que están generando la irrupción de las redes sociales en nuestras vidas. Inspirado en la famosa novela de Kafka, Jesús Torres ha creado la dramaturgia y dirige ‘La metamorfosis de Gregor’, protagonizada por un personaje adolescente que -nada casualmente- se llama igual que el protagonista de la novela original, Gregor. Lo encarna con la misma seguridad que agilidad y descaro un joven actor, Diego Olivares, que se deja tocar de principio a fin de la propuesta por las influencias de sus amigos, de su hermana, de sus compañeros de clase, y hasta del público que estos días acude al Teatro Quique San Francisco de Madrid.

Móviles, aplicaciones, llamadas audiovisuales, redes sociales… Todos los mecanismos de hiperactivación a los que recurren constantemente los adolescentes y jóvenes de nuestros tiempos confluyen en la habitación de Gregor, un chaval de 16 o 17 años enfrentado con su madre, con su hermana, con su padre, presionado por sus compañeros de instituto (bulling se llama ahora a este modo de fastidiar al colega de clase). No tiene nada claro, desprecia a los demás, no puede, ni sabe, ni quiere comunicarse con nadie y hasta acepta la irrupción en su reducido habitáculo de una Sara virtual que, desde una nueva aplicación, trata de irrumpir en su vida para condicionarla aún más.

Por si todo eso fuera poco, como digo, el público influye también a través de la hipertextualidad (con sus votaciones por Instagram, el espectador decide si el personaje adopta una u otra resolución, si tira por uno u otro camino). Y todo desde esa cárcel voluntaria que se reduce a los artilugios reunidos en su pequeña habitación, que le abren -al menos teóricamente-, su relación con el mundo. Videojuegos, WhatsApp, llamadas, tintineos constantes de sus entradas a Instagram, acaban de desconcentrar a Gregor que, ya de por sí, no necesita muchos más elementos externos para acabar de sentirse “el puto amo” de su vida.

Por eso mismo Gregor decide encerrarse en su habitación, en su mundo, porque no se siente identificado con nada ni con nadie (“no hay un hashtag que pueda definirlo, encerrarlo en unos cuantos caracteres). En una palabra, Gregor se siente solo y tiene la intuición de que no es el único en el mundo que está así porque aquí nadie escucha a nadie. Pero quizás sus dudas van un poco más allá porque el chaval no sabe muy bien ni qué ropa ponerse, ni por qué diablos tiene que estudiar o acudir al instituto. Y lo que él no sabe de sí mismo lo pone -más bien lo “expone”- a las redes sociales para que sean los demás los que le fabriquen una horma perfecta, acorde con los gustos del entorno que –desde luego-, no incluyen ese bigotillo incipiente que le ha salido y que hace que los colegas se burlen de él llamándole Gregor Franco.

Hipnotizante el espacio escénico que han sido capaces de crear con apenas unos cuantos paneles rectangulares donde se reflejan pantallas, sueños, presiones del entorno y ensoñaciones del joven Gregor. Contribuyen decisivamente a ello la iluminación de Jesús Díaz Cortés, la videoescena de Elvira Zurita, la escenografía de Carlos Brayda y la música de Alberto Reguilón, además del electrizante movimiento escénico planteado por Mercé Grané. Todos ellos hacen posible que la atención del espectador no decaiga ni un instante a lo largo de toda la función de ‘La metamorfosis de Gregor’.

Difícil, muy difícil, poder comunicarse hoy entre padres e hijos, profesores y alumnos, incluso entre los propios jóvenes de nuestros días y sus colegas, expuestos como están siempre y de forma intensiva, agresiva y constante a todo tipo de mecanismos de deslumbramiento, de hiperexcitación, de una falsa construcción de una realidad 3.0 que no existe más allá de las pantallas y de la falta de concentración de esos mismos chavales que aún no han tenido tiempo de descubrir la belleza del arte, de la lectura sosegada y reflexiva, de la poesía, de la naturaleza, o de la ayuda al otro, sencillamente porque tanto estímulo gratuíto e interesado tratan de impedírselo a cada instante del día. Acaso dando una inmensa y contundente patada a todo eso encuentren esa vieja y utópica llave para encontrarse a sí mismo: la libertad.

Una propuesta más que interesante para descubrir y descubrirse en este mundo hiperactivado que transita entre la euforia y la ansiedad para, finalmente, desembocar en el más absoluto vacío.

‘La metamorfosis de Gregor’

Dramaturgia y dirección: Jesús Torres
Reparto: Diego Olivares
Diseño de iluminación: Jesús Díaz Cortés
Videoescena: Elvira Zurita
Escenografía: Carlos Brayda
Composición musical: Alberto Reguilón
Coreografía: Mercé Grané
Producción técnica: Antonio Villar
Ayte dirección: Iván Flores
Ayte composición: Anto Martín
Gamificación: Giuseppe Potenza
Pedagogía: Susana Mercado
Fotografía: Moisés F. Acosta
Jefa de prensa: Raquel Berini
Producción: El Aedo
Teatro Quique San Francisco, Madrid
Hasta el 27 de febrero de 2022

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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