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Crítica de la obra de teatro 'Madre de azúcar': nosotros y ellos

Crítica de la obra de teatro 'Madre de azúcar': nosotros y ellos

miércoles 05 de octubre de 2022, 11:26h

El Teatro Valle-Inclán mantiene hasta el próximo día 9 el montaje ‘Madre de azúcar’, con texto, dirección y dramaturgia de Claudia Cedó. Se trata de una propuesta diferente, necesaria, estremecedora y esclarecedora sobre un tema que la sociedad prefiere obviar. Ni más ni menos que el de la maternidad entre las mujeres con algún tipo de discapacidad mental o, dicho de forma más políticamente correcta, con diversidad funcional.

La crítica bien pudiera haberse titulado también “Madre a toda costa”, porque la fábula que se dibuja sobre el escenario del Valle-Inclán es el de una chica con el 65% de discapacidad oficialmente reconocida (27 años), Cloe, encarnada por Andrea Álvarez de forma excepcional, que pretende ser madre como sea. En contra de la familia, en contra de la institución que la acoge y en contra de gran parte de la sociedad, que la considera incapaz de ejercer ese rol con garantías para sus hijos.

Acompañan a Andrea en escena otros actores, unos con y otros sin diversidad funcional alguna. Son Marc Buxaderas (Marc, un chico con parálisis cerebral que protagoniza un estremecedor enfrentamiento final con el director de la Fundación que los acoge…), Judit Pardás (joven con síndrome West), Mercè Méndez (con la misma discapacidad que su compañera), María Rodríguez (la educadora social del centro), Teresa Urroz (Teresa, madre de Cloe) e Ivan Benet (Director de la Fundación).

El drama -no exento de momentos de cierta hilaridad-, comienza con Cloe vestida con vaqueros y sudadera rosa, mirando fijamente al patio de butacas durante más de un minuto, aguantando la tensión creciente, para plantear inmediatamente y a bocajarro al espectador el meollo de esta ‘Madre de azúcar’: “Tengo un deseo, aquí escondido, como un gato debajo de un coche. Aterrado por salir. Un deseo que en teoría yo no tengo, porque lo que tengo es, según mi diagnóstico, retraso mental leve del 65%. También se puede llamar discapacidad intelectual del 65%. Y las chicas con esa discapacidad no tenemos ese deseo. De hecho, no tenemos ningún deseo. No tenemos ni ganas de follar, ni ganas de formar una familia, ni nada de nada”.

En la propuesta se abordan también buena parte de los problemas cotidianos que tienen, o tenemos –¡quien esté libre de ella, que tire la primera piedra…!-, las personas con algún tipo de diversidad funcional: la invisibilidad, los prejuicios sociales, la marginación (“ Sois tres personas y una silla de ruedas, ¿no?”), la insolidaridad social (¿Cuántas veces se ocupa una plaza de aparcamiento reservada para personas con alguna discapacidad por motivos tan inaplazables como ir a tomar una caña?), el paternalismo de la administración y las instituciones, la incomprensión incluso del mismo entorno familiar, y un montón de temas más de idéntico calado...

Podría argumentarse que no hay forma razonable de mezclar todo eso y hacerlo de forma ordenada e interesante en una dramaturgia. Otro prejuicio más porque Clàudia Cedó lo hace con eficacia, con interés creciente, con sutil belleza y con verdad acerada. Para ello dispone el espacio escénico en tres grandes bloques: en el espacio central, la cocina, el comedor y, detrás a la derecha, un gran jardín flanqueado por un par de grandes árboles; a la derecha, el despacho y el resto de las instalaciones del centro que acoge a los jóvenes con algún tipo de discapacidad, y a la izquierda una habitación cualquiera de ese centro. Ha diseñado la escenografía Laura Clos; la ha iluminado Luís Martí; ha vestido a los personajes (indumentaria actual y de buen gusto), Bernat Grau; ha puesto el sonido y la música de la propuesta Lluís Robirola y, por último, la videoescena es de Clàudia Barberà. Un magnífico equipo artístico para un montaje estupendo desde todos los puntos de vista.

La teórica igualdad y dignidad de todos los seres humanos se ve alterada a diario entre las personas… digamos normales, y las que tienen alguna diversidad. Imposible reunir a todos en un mismo grupo. Sigue imperando el nosotros y el ellos. Inevitable mientras unos sigan mirando a los otros como Cloe siente que es considerada por los demás: “un ángel dispuesto a hacerle la vida agradable a la gente normal”. No, señores, no, Cloe y los más de cuatro millones de personas españolas con algún tipo de discapacidad (física, sensorial o mental), son personas como las demás y así merecen ser consideradas siempre.

Una propuesta necesaria, imprescindible y removedora de conciencias que nadie debiera perderse.

‘Madre de azúcar’

Texto, dirección y dramaturgia: Clàudia Cedó

Traducción: Matilde Castillo

Reparto: Andrea Álvarez, Ivan Benet, Marc Buxaderas, Mercè Méndez, Judit Pardás, Maria Rodríguez y Teresa Urroz

Escenografía: Laura Clos «Closca»

Iluminación: Luís Martí

Vestuario: Bernat Grau

Sonido y música: Lluís Robirola

Vídeo: Clàudia Barberà

Ayudante de dirección: Berta Camps

Ayudante de vestuario: Assen Planas

Asesoramiento vocal y logopedia: Nora Baulida

Asesoramiento cuerpo: Vanessa Segura

Acompañamiento asistencial y regiduría adaptada: Carla Balaguer, Anna del Barrio y Julià Palacios

Fotografía: May Zircus (TNC)

Producción ejecutiva: Marta Iglesias, Anna del Barrio y Roser Soler

Distribución: Roser Soler (Mare de sucre) y Caterina Muñoz (Madre de azúcar)

Producción: Teatre Nacional de Catalunya y Escenaris Especials con el soporte de Ajuntament de Banyoles, Diputació de Girona, Fundació Josep Botet, Fundació Support (Girona) y Fundació Obra Social La Caixa

Teatro Valle-Inclán, Madrid)

Hasta el 9 de octubre de 2022

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