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'Antígona': la conciencia, el deber y la ley
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'Antígona': la conciencia, el deber y la ley

jueves 31 de agosto de 2017, 19:10h
'Antígona', el clásico de Sófocles,en adaptación más que libre y con dirección de Miguel del Arco, ha vuelto a subirse a un escenario, el del Pavón Teatro Kamikaze, entre el 9 de agosto y el 3 de septiembre, para celebrar el primer y venturoso año de vida del proyecto que da nombre al teatro que, junto al mismo DelArco pilotan también Israel Elejalde, Jordi Buxó y Aitor Tejada. El éxito de la propuesta repite el de La Abadía hace dos años, dentro del proyecto Teatro de laCiudad, junto a la Medea de Andrés Lima, y Edipo rey, en versión de Alfredo Sanzol.

En ‘Antígona’ la acción sucede en Tebas, después de la muerte del rey Edipo. Sus dos hijos varones, Polinices y Eteocles, acuerdan turnarse anualmente en el trono, pero el conflicto surge ya en el primer turno sucesorio, ya que Eteocles no se lo cede a su hermano, por lo que el primero recluta un ejército para luchar contra Tebas. En el combate, los dos hermanos se dan muerte y sube al poder su tío, Creonte, quien prohíbe sepultar a Polinices por considerarlo un traidor.

La ‘Antígona’ de Miguel del Arco sucede en un tiempo y espacio inconcretos. Podría ser en Tebas hace más de dos mil años, pero también podría suceder hoy, aquí y ahora. La obra da comienzo cuando Polinices (Yon González) yace muerto, desnudo en medio de la oscuridad. A la luz de la luna -único elemento escenográfico, representado por una esfera transparente y etérea, en un escenario totalmente vacío de cualquier otro atrezzo…-, filtrada por las nubes que recorren el cielo, Antígona ve, o cree ver, la imagen de su hermano muerto en medio del campo de batalla. No se sabe muy bien si todo esto es sueño o realidad.

Lo cierto es que Antígona no está dispuesta a dejar el cadáver ahí, expuesto a que cualquier alimaña acabe con él y lo descuartice, y esa determinación va a traerle letales consecuencias con Creonte, un dictador implacable, con puño de hierro que no tiene nada que envidiar a ciertos personajes políticos de nuestros días (Kim Jong-un, Trump, Putin o Maduro), capaz de hacer caer “todo el peso de la ley” sobre Antígona, no tanto porque la ley sea su vara para regular la convivencia social como porque, sobre todo, esa ley está siempre al servicio de su caprichosa voluntad.

Aunque Antígona pide ayuda a Ismene, su hermana, para honrar el cadáver dePolinices, esta se niega por miedo a las consecuencias…Aún así, Antígona decide recorrer ese camino a sabiendas de que pagará con el precio más alto, la muerte.

En el montaje de Del Arco la acción es intensa, trepidante, llena de una energía desbordante y feroz, en donde la palabra remueve las entrañas del espectador, incluso hasta turbarle. Contribuyen a ello, además de una prodigiosa dirección de escena, el extraordinario reparto encabezado por Manuela Paso (soberbiaAntígona) yCarmen Machi (magníficoCreonte), a las que acompañan Ángela Cremonte(Ismene), Yon González(Polinices), Cristóbal Suárez(en un corto pero intensísimopapel de Tiresias, el adivino), Raúl Prieto(Hemón), José Luis Martínez (brillantísimoGuardíán)y Silvia Álvarez.

La atmósfera que rodea tanto la acción como la palabra está perfectamente construida a partir de la inquietante música de Arnau Vilà,y el espacio sonoro de Sandra Vicente y Enrique Mingo-lleno de ecos, ruidos, gritos, lejanos estruendos de la batalla-, y del hermosísimo espacio lumínico creado por Llorens, que va de la más terrible tiniebla a la luz del sol más cegadora. En ella se mueven tanto Creonte como Antígona y el resto de los personajes, las más de las veces integrados en el coro griego, cuyas palabras y movimientos encierran, a la vez que clarifican, las razones más íntimas y los porqués más irracionales del comportamiento de los principales personajes, siempre en torno al ejercicio del poder, la ley, el sentimiento del deber, la guerra, la muerte, el pensamiento, la libertad y la determinación de los seres humanos, a los que el espectador asiste como si fuera un personaje más.

Al miedo, el dolor, la ansiedad, el terror y la muerte solopuede enfrentárseles la palabra, no como un antídoto salvador, sino al menos como un necesario bálsamo liberador de la conciencia, como único camino por donde puede discurrir la libertad del hombre, aunque esa decisión lleve aparejada también la muerte.

El montaje, desde luego, es de los que hacen época, y el público así lo ha entendido porque están agotadas las entradas desde hace días para las representaciones que aún le quedan. Esperamos no obstante, que vuelva a subir al escenario del Pavón Kamikaze porque sería injusto privar a tantos y tantos espectadores más, del privilegio de poder gozar de uno de los montajes más interesantes de las últimas temporadas del teatro madrileño.


‘Antígona’, de Sófocles
Adaptación y dirección: Miguel del Arco
Intérpretes: Manuela Paso, Carmen Machi, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, José Luis Martínez, Ángela Cremonte, Yon Gonzálezy Silvia Álvarez
Escenografía:Eduardo Moreno, Alejandro Andújar y Beatriz SanJuan
Vestuario:Beatriz San Juan
Coreografía: Antonio Ruz
Vídeo: Eduardo Moreno
Ayudante de dirección: Israel Elejalde
El Pavón Teatro Kamikaze, Madrid

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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