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Montserrat Fernández Guarino
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Montserrat Fernández Guarino

La piel también educa: la maternidad y el autocuidado

lunes 27 de octubre de 2025, 09:17h

Vivimos rodeados de mensajes que prometen pieles perfectas, rutinas milagrosas y cánones imposibles. Sin embargo, pocos hablan de la piel como lo hace la dermatóloga Montserrat Fernández Guarino en su libro 'Piel de mamá: como el reflejo más sincero de nuestra historia vital y emocional'. Frente al ruido cosmético, esta médica propone silencio, reflexión y ciencia con alma.

El libro no es un tratado médico ni un manual de belleza, sino una invitación a comprender que la piel no solo se ve: también siente, escucha y educa. La doctora, con años de experiencia en el Hospital Ramón y Cajal y en la Universidad Alfonso X el Sabio, logra tender un puente entre la medicina y la vida cotidiana. Habla de cómo el estrés, el sueño, los embarazos o las emociones dejan huella visible, y de cómo aprender a leer esas señales puede ser una forma de cuidar la salud sin caer en la autoexigencia ni en la culpa.

El cuerpo como memoria

Fernández Guarino recuerda que la piel es el órgano más extenso del cuerpo y también uno de los más simbólicos. Nos separa del mundo, pero al mismo tiempo nos conecta con él. A través de ella sentimos el calor, el frío, el miedo o la ternura. Cada arruga, cada mancha, cada cicatriz es una forma de memoria.

Esa perspectiva, a medio camino entre la ciencia y la filosofía, es la que convierte Piel de mamá en un libro necesario. En sus páginas, la autora reivindica el derecho de las mujeres —y especialmente de las madres— a mirarse sin juicios. A entender que el cuerpo cambia no solo por los años, sino por la vida vivida.

En un contexto cultural saturado de filtros y retoques digitales, este enfoque tiene un valor casi subversivo. Fernández Guarino defiende que aceptar la piel real es también una forma de salud mental. No se trata de renunciar al cuidado, sino de reconciliarlo con la aceptación.

La otra cara del cuidado

El término “autocuidado” se ha banalizado en los últimos años, convertido en eslogan comercial. Pero Piel de mamá devuelve el concepto a su raíz médica y humana: cuidar no es solo aplicar cremas, sino descansar, escuchar el cuerpo, manejar el estrés y pedir ayuda cuando hace falta.

En su consulta, la dermatóloga ha aprendido que muchas enfermedades cutáneas son también mensajes emocionales. El acné adulto, la psoriasis o la dermatitis atópica, dice, pueden agravarse por la ansiedad o la culpa. Por eso el tratamiento no empieza con un fármaco, sino con una conversación. “El paciente necesita sentirse comprendido antes que curado”, resume.

El libro recoge esa experiencia en capítulos que mezclan historia clínica y reflexión personal. Fernández Guarino habla de madres que acuden preocupadas por las estrías del embarazo o por las manchas del posparto, y que terminan descubriendo que lo que más les duele no es la piel, sino la exigencia de perfección que se han impuesto.

Una voz diferente en la divulgación médica

En un panorama donde la comunicación en salud tiende a la simplificación o al marketing, Piel de mamá destaca por su tono sereno y su enfoque humanista. Montserrat Fernández Guarino escribe con la autoridad de la especialista, pero también con la empatía de la mujer que conoce las tensiones del día a día.

Su discurso se aleja de los consejos rápidos y apuesta por la educación sanitaria. Explica los fundamentos biológicos de la piel con claridad, pero siempre desde una visión integradora: la piel como espejo del sistema nervioso, de las hormonas y de las emociones. En ese sentido, su libro encaja en la mejor tradición de la divulgación médica española: aquella que busca formar sin asustar y enseñar sin imponer.

Piel, identidad y maternidad

Uno de los grandes aciertos de la obra es conectar la dermatología con la identidad materna. El cuerpo de la mujer, dice Fernández Guarino, es un territorio que cambia con la maternidad, y comprender esos cambios ayuda a aceptar la propia historia. Desde las transformaciones hormonales hasta la pérdida de sueño o la falta de tiempo para uno mismo, la autora invita a mirarse con compasión.

No hay recetas milagrosas en Piel de mamá. Lo que hay es una reflexión honesta sobre el paso del tiempo y sobre el modo en que las mujeres -madres o no- pueden construir una relación más amable con su cuerpo.

En ese sentido, el libro dialoga con una corriente más amplia de pensamiento que recorre hoy la medicina contemporánea: la que entiende que el bienestar no es solo físico, sino emocional, y que la salud pasa por la educación, la prevención y la empatía.

Una lectura que deja huella

Al cerrar 'Piel de mamá', el lector no encuentra un catálogo de consejos, sino una voz que acompaña. Montserrat Fernández Guarino logra lo que pocos médicos consiguen: convertir el conocimiento en consuelo.

Su obra invita a repensar la relación con el cuerpo, pero también con los demás. Porque, como ella recuerda, el contacto humano sigue siendo la mejor medicina. Una caricia, un abrazo o una palabra amable tienen efectos tan reales sobre la piel como cualquier crema.

En tiempos de prisa, el libro propone una pausa. Y en tiempos de presión estética, una mirada compasiva. Tal vez por eso Piel de mamá sea, en el fondo, un manifiesto silencioso: el de quienes creen que cuidarse también es una forma de quererse.

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