La política arancelaria agresiva implementada por el presidente Donald Trump ha generado un intenso debate sobre sus implicaciones para la economía de Estados Unidos.
Si bien la intención de proteger la economía nacional era la gran promesa electoral de Trump, la estrategia agresiva de aranceles a medio planeta supone problemas y efectos adversos duraderos en la economía de Estados Unidos.
La imposición de aranceles a importaciones clave ha provocado respuestas similares de socios comerciales, resultando en una disminución del comercio internacional. El Banco de la Reserva Federal proyecta una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense del 2,8% para el primer trimestre del año, la más significativa desde la pandemia, atribuyendo esta caída a las políticas comerciales de la administración Trump.
Los aranceles incrementan el costo de los bienes importados, lo que puede trasladarse a los consumidores en forma de precios más altos. Se estima que las medidas arancelarias podrían elevar la inflación en Estados Unidos al 4% en un año, afectando el poder adquisitivo de los ciudadanos y reduciendo su capacidad de consumo.
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Pérdida de empleos y desaceleración económica
Lejos de fomentar el empleo, la guerra comercial ha ido suponiendo ya pérdida de puestos de trabajo. Sectores dependientes del comercio internacional, como la agricultura y la manufactura, serán los particularmente afectados, afrontando disminuciones en la demanda y dificultades financieras.
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Reducción del nivel de vida
El encarecimiento de productos básicos debido a los aranceles impacta directamente en el nivel de vida de los estadounidenses. Bienes cotidianos, desde alimentos hasta productos electrónicos, han experimentado aumentos de precio, obligando a las familias a ajustar sus presupuestos y reduciendo su bienestar económico.
La combinación de crecimiento económico estancado y alta inflación, conocida como estanflación, es una preocupación creciente. Expertos advierten que las políticas arancelarias podrían conducir a un escenario similar al de la década de 1970, donde la economía estadounidense enfrentó notables dificultades para controlar la inflación sin sacrificar el crecimiento.
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La industria automovilística
Uno de los principales efectos de los aranceles ha sido el encarecimiento de los insumos esenciales para la fabricación de vehículos. La imposición de tarifas del 25% sobre el acero y el 10% sobre el aluminio importado ha encarecido la producción de automóviles en EEUU. Según la Alianza de Fabricantes de Automóviles, estos costes adicionales han generado un incremento promedio de precio de 1.200 dólares por vehículo. Las grandes automovilísticas del país, Ford, General Motors y Stellantis, ya lo están pagando en sus cuentas. Incluso la Tesla de Elon Musk.
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Boicot comercial desde el extranjero
Las políticas proteccionistas de Trump han provocado
represalias comerciales y boicots a productos estadounidenses en varios
mercados internacionales. Países afectados por los aranceles y sanciones impuestas por Washington han respondido con
medidas similares, impactando ya negativamente a sectores clave de la economía estadounidense.
China, la Unión Europea y México son sus principales adversarios en este tema.
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