Lo del martes en Madrid no fue un concierto más, no podía serlo. Radiohead llevaban 7 años fuera de los escenarios y 9 sin sacar un disco, su vuelta se supo apenas hace unos meses y sigue sonando extraño. Pero más allá de los números, de lo especial de la ocasión, de la gira (la primera sin un disco que presentar y en formato cuadruple en unas pocas ciudades), lo que la hacía especial era la banda. Y es que Radiohead no es una banda más, es, sencillemnte, la mejor banda de su generación, puede que la última gran banda, ahora que parecen en proceso de extinción.
Por eso cuando desde ese imaginativo escenario, situado en el centro del Movistar Arena, primero como una especie de jaula, o muro (que siempre les han gustado Pink Floyd), en el que se proyectaban imágenes LED, comenzó a sonar los primeros compases de 'Let Down' se produjo una especie de descarga eléctrica entre las 17.000 afortunadas personas que abarrotábamos el recinto, recibiendo la vuelta de los de Oxford a lomos de una canción del que probablemente sea el mejor disco de los últimos 30 años, 'OK Computer'.
Sin disco que presentar los de Thom Yorke pudieron elegir su repertorio a placer, combinando grandes clásicos con otras canciones menos tocadas como "Sit Down, Stand Up" que llevaban sin tocar desde 2004. La canción pertenece a 'Hail To The Thief' que fue del disco del que más tiraron junto al monumental 'OK Computer', con 6 canciones cada uno. Tiene parte de lógica porque Yorke ha estado adaptando el disco hace poco para hacer una nueva adaptación de 'Hamlet', y eso se noto en el repertorio. Pero más allá de ese peso de 'HTTT' sobre otros discos como 'The Bends', sobre todo, fue el único pero de una actuación sencillamente espectacular.
Lo que queda claro es que Radiohead es mucho más que el vehículo de expresión de Yorke, a pesar de que siga siendo el foco visual y vocal, además del principal compositor. La química de la banda es increíble y el escenario circular les da un peso parecido a todos, con un lugar sobre el que se iban moviendo cogiendo diversos instrumentos y compartiendo protagonismo. Es normal, más allá de las florituras vocales de Yorke y las genialidades de Jonny Greenwood con la guitarra y cualquier otra cosa que se ponga en las manos, el quinteto volvió a demostrar lo importante de cada elemento para esa alquimia musical que consiguen, Phil Selway, ayudado por otro percusionista, y Colin Greenwood forman una de las bases rítmicas más increíbles, e infravaloradas, de la música rock, pero es que Ed O'Brien es el elemento que hace cualquier cosa que requiera la canción, si quieres unos arpegios de guitarra, te los da, si simplemente necesitas a un tío de casi dos metros tocando una maraca, eso mismo hace. y si hay que recrear las armonías de Yorke, ahí está el bueno de O'Brien para hacerlo.
El concierto fue un repaso a casi todas sus etapas (volvió a faltar 'Pablo Honey', o más bien 'Creep', pero eso es lo habitual) y sonidos, las espectaculares baladas, posiblemente los momentos más celebrados de la noche, véase 'Let Down', 'No surprises', 'Fake Plastic Trees', que me llevó a las lágrimas, 'How to Disappear Completely' o el cierre con 'Karma Police', pero también para los momentos más guitarreros y desquiciados como con '2 + 2 = 5', 'Bodysnatchers' o una gloriosa 'There There', sin olvidarse de sus coqueteos con la electrónica con 'Bloom', 'Everything in Its Right Place' o 'Idioteque', que le servían a Yorke para emular a los protagonistas de 'Sirat' y marcarse unos bailes antes del apocalipsis.
Un apocalipsis que, en el concierto del martes, llegó con unos bises históricos que comenzaron con 'Fake Plastic Trees' y acabaron con 17.000 gargantas cantando a coro junto a Yorke 'Karma Police', entre medias dos nuevas paradas en 'OK Computer', 'Subterranean Homesick Alien' y la inmortal 'Paranoid Android', la calma tras la tormenta que supuso 'How to Disappear Completely', las dos partes de 'You and Whose Army?' y la comentada 'There There'. Todo ello haciendo perfecto uso del escenario, las luces y el escenario, logrando incorporar lo mejor de dos mundos, el de los grandes espectáculos visuales, tipo la última gira de Rosalía, y el de la vieja escuela de varios tipos tocando juntos sus instrumentos para crear algo único e irrepetible.
Así son Radiohead, lo mejor de dos mundos, el grupo que metió al rock en el Siglo XXI y demostró que para hacer una canción enorme, da igual ponerle guitarras, ordenadores, ondas Martenor o xilófonos. Lo único importante es ponerle talento y, si se puede, alma. En eso siguen los 5 de Oxford, esperemos que este triunfal regreso les ponga las pilas para un nuevo capítulo en el estudio.