En agosto, el déficit comercial de Estados Unidos cayó un 23,8%, situándose en 59.600 millones de dólares, principalmente por una reducción del 6,6% en las importaciones de bienes. Esta caída se debió a menores compras en suministros industriales, bienes de consumo y equipos tecnológicos, en un contexto de aranceles más altos. Aunque las exportaciones de bienes bajaron levemente, el sector servicios creció, ayudando a equilibrar la balanza comercial. Esta reducción del déficit impulsó el crecimiento económico en el tercer trimestre, con un pronóstico que eleva la tasa anualizada del Producto Interno Bruto al 3,8%. Sin embargo, algunos expertos advierten que la caída en las importaciones podría reflejar una desaceleración en el gasto de consumidores y empresas, generando dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento.
Por otro lado, las actas de la reunión de la FED a finales de octubre revelaron divisiones entre sus responsables de política monetaria, originadas por la falta de datos oficiales debido a un cierre gubernamental prolongado. Esta ausencia de información generó incertidumbre sobre la dirección futura de los tipos de interés, con posturas enfrentadas entre quienes prefieren mantener una política restrictiva y quienes apoyan una más flexible. Aunque se esperan nuevos datos económicos, la cautela persiste, y los mercados asignan un 50% de probabilidades a un recorte de tipos en diciembre, reflejando la indecisión en el panorama económico actual.