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Interesantes 'murubes' de Bohórquez y buen toreo de la terna

Silveti toreando al tercero en plena lluvia
Silveti toreando al tercero en plena lluvia

San Isidro: diluvio de agua, granizo y... orejas, para Bautista, Álamo y Silveti

domingo 19 de mayo de 2013, 22:17h
Cinco toros de FERMÍN BOHÓRQUEZ, correctos de trapío, justos de fuerzas mansotes y manejables. 4º de CARMEN SEGOVIA,  bien presentado, con casta y nobleza. JUAN BAUTISTA:  silencio; oreja. JUAN DEL ÁLAMO: palmas tras aviso; oreja tras aviso. DIEGO SILVETI: oreja; palmas. Madrid. 19 de mayo. Plaza de Las Ventas, 12ª de Feria. Casi lleno.
El dios laico de la lluvia no quiso perderse un festejo que, en principio, poco prometía y que al final ha sido el más exitoso de los ya celebrados -media feria-, por lo que se hizo presente con tremebundo protagonismo a base no sólo de lluvia sino de granizo, truenos, relámpagos y toda la Naturaleza desatada sobre Las Ventas. A partir de ahí, cuando se lidiaba el tercer bicorne de un interesante encierro de lo poco que queda de la línea murubeña, también se hizo protagonista el toreo.

De forma parigual, en cuanto al resultado estadístico de una oreja para cada coletudo, y desigual en cuanto a sus faenas y méritos. Así, el primer trofeo cayó en el esportón del mexicano Diego Silveti, feliz continuador de esta saga de Guanajuato merced a lo que aguantó cuando aquello era un vendaval de viento y caían bolas de granizo como un puño. Mas no sólo aguantó los elementos, también al burel, que iba con la cara arriba, defecto que en nada importó a Silveti ni en las gaoneras ajustadísimas ni en su ortodoxo batallar muleteril frente a él con quietud y gallardía que impresionaron a los espectadores. 

Menos conformismo de Juan Bautista

Después fue el turno para un especialista en triunfar bajo la lluvia, como ya alcanzó en 2009, el francés Juan Bautista, también especializado en su calidad capotera y muletera que, ¡ay! muestra con escasa frecuencia. Sin embargo, de nuevo bajo un manto de agua, vio las opciones de éxito del encastado burel de Carmen Segovia , al que llevó muy cosido a la muleta, en naturales y redondos, siempre por abajo, siempre mandones. Entre ellos intercaló magníficos pases de pecho, aunque quizás el fondo del toro era más largo. Pero al coletudo le salió la vena conformista y cortó pronto antes de un sensacional espadazo.

Juan del Álamo salió arreando de inmediato frente al quinto, al que recibió con largas de rodillas para lucirse después en un ramillete de verónicas, desde el tercio al platillo, que eran la dormición de una goyería. Dese allí mismo citó al bicho con la flámula para ligar en un palmo tandas de redondos profundos y dos series por la izquierda, en las que el animal empezó a pararse. Entonces, el salmantino echó mano de las bernardinas con los pitones rozándole la taleguilla y pese a una estocada trasera, se ganó la oreja.

En el resto de la función, ya sin el dios de la lluvia, prácticamente no aconteció nada relevante. Juan Bautista se limitó a estar aseado con el que abrió corrida; Del Álamo desaprovechó las boyantes embestidas de su primero al extraerle los muletazos de uno en uno y deslavazados, y Silveti, que buscaba la Puerta Grande en el sexto, se estrelló contra su flojera, que le llevaba sólo a defenderse. Y el comentario final de muchos espectadores coincidía en que es incómoda la visita de este dios de la lluvia, pero si con ello se pasan tardes tan interesantes, que vuelva cuando quiera.
 
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