El Centro Dramático Nacional
ha estrenado en la sala Valle Inclán 'La ola',
la primera versión teatral del experimento realizado en 1967 sobre la
generación del nazismo en un instituto de la ciudad estadounidense de Palo Alto
(California). El profesor Ron Jones impartía clases de Historia
del Mundo Contemporáneo. En una de sus clases, uno de sus estudiantes preguntó
en voz alta cómo fue posible que una nación entera, civilizada y culta como
Alemania, se dejase arrastrar por una filosofía feroz como el
nacionalsocialismo de Hitler, hasta cometer un holocausto en su nombre. Para
contestar empíricamente a esa pregunta,
el profesor Jones puso en práctica un
experimento real con los alumnos de algunas clases, pero la conmoción posterior
que se produjo, primero en el centro educativo y luego en un ámbito social más
amplio, hicieron que el experimento no
viese la luz pública hasta 1976. Al profesor, sin embargo, su iniciativa le
costó la expulsión del instituto dos años después ysu
reubicación como tutor de grupos de alumnos condiscapacidad
(recuérdese que en 1967 EUA estaba en plena guerra de Vietnam y Jones era un
activo militante contra la intervención norteamericana en el este de Asia).
El texto de 'La ola' se estrenó en el Valle Inclán justamente la semana que se
cumplía el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz y
permanecerá en cartel hasta el próximo 22 de marzo. La obra ha
sido escrita por Ignacio García May, mientras que la idea y la dirección del montaje corren a cargo de Marc
Montserrat Drukker.
Encabeza el reparto como Ron Jones, el actor Xavi Mira
(convincente, preciso, cercano al principio e inflexible después de iniciar el
experimento con sus alumnos). Estos son Javier Ballesteros (Robert, aficionado al
ajedrez y cerebro de la clase, hijo de divorciados); David
Carrillo (Doug, se
le dan mal las matemáticas, hijo de un veterano de Vietnam que, desde entonces, arrastra una
cojera);Jimmy
Castro (Norman, de
raza negra); Carolina Herrera (Wendy, mala en matemáticas,
siempre fotografiándolo todo, ve mucho la televisión); Ignacio
Jiménez (Steve, atleta vocacional y surfista); Helena Lanza (Aline, buena en matemáticas
y aficionada a la lectura) y Alba Ribas (Sherry, 'la tetas', hija de judío, es
expulsada por contar el experimento a sus padres). Todos
estos jovencísimos actores están muy ajustados a sus papeles respectivos.
En un teatro absolutamente lleno, con un público
mayoritariamente joven (15 a 25 años),
en muchos casos acompañados de padres y hermanos, y en un escenario bastante
más profundo de lo normal porque se han quitado las siete primeras filas del
patio de butacas, los espectadores ven un cartel racista en lastaquillas del instituto ('fuera negros') y
asisten con un grupo de alumnos a la clase de Historia Contemporánea con el profesor
Jones, y visionan con ellos un reportaje sobre las tristemente famosas SS
alemanas. En tres clases consecutivas, impartidas a lo largo de marzo de 1967
y después de la pregunta lanzada por uno
de los alumnos tras el visionado del reportaje, asistimos a la forja de una
nueva comunidad, la 'Tercera ola',
basada en tres principios básicos: el poder de la disciplina, el poder de la
comunidad (del grupo) y el poder de la
acción.
El
espectador vive también el cambio radical del paisaje en la clase en donde los
primeros pósters colgados en las paredes (Che Guevara; James Brown; make love,
not war; by any means necessary (Malcon X); white power), dan paso después a
grafismos alusivos a la nueva comunidad creada, a la imposición de brazaletes
entre los correligionarios o a la entrega de carnets acreditativos.
Capacidad crítica
"Podemos
estudiar el pasado, no arreglarlo", "No sirve de nada ser un genio sí uno no es
disciplinado", "La capacidad le convierte a uno en responsable", o "El poder siempre asusta a no ser que seas tú
el que lo controle". Estas son solo algunas frases que Ignacio
García May
pone en boca del profesor cuando está transmitiendo a los alumnos el fervor totalitario de 'La ola'.
El montaje que ha dirigido Marc Montserrat
Drukker, sin
embargo, ha conseguido crear una distancia suficiente en el espectador para que este se plantee
todas las preguntas del por qué y el cómo se generan estos movimientos
totalitarios y que él mismo pueda encontrar sus propias respuestas. Puede ser,
sin duda, un interesante punto de
partida para un debate público posterior, no solo en clases de alumnos de bachiller e, incluso,
universitarios, sino también en cualquier otro tipo de asociaciones civiles y,
en especial, en partidos políticos. En
todos los ámbitos se puede ver lo fácil que es convertirse en parte de un
sistema totalitario en donde no es el silencio la mejor respuesta porque en ese
caso, e inevitablemente, te conviertes en cómplice de cuanto callas.
El
equipo artístico que acompaña al director de 'La ola' ha sabido conseguir
ambientar al espectador en el tiempo y en el espacio en que nos sitúa la obra. Nuestras
felicitaciones para Jon Berrondo, responsable de la escenografía, por
haber resuelto tan eficazmente el
problema de saber qué sucede dentro y fuera del aula; María Araujo, que ha elegido el vestuario; Albert Faura que ha
diseñado una iluminación en agudo
contraste entre el blanco del neón de las clases y el negro del experimento;
Francisco Grande e Igor Pinto, diseñadores del sonido; y a Xavier Bergés, por su trabajo en el vídeo.