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'¡Ay Carmela!', de José Sanchís Sinisterra, en comprometida y ajustada versión de Caramba Teatro

'¡Ay Carmela!', de José Sanchís Sinisterra, en comprometida y ajustada versión de Caramba Teatro

miércoles 28 de octubre de 2015, 16:39h
El nombre de José Sanchis Sinisterra (1940), saltó más allá de los ámbitos teatrales al acervo del gran público después de que su tragicomedia ‘¡Ay Carmela!’, escrita en 1986, fuese llevada al cine en 1990 con gran éxito por Carlos Saura, con guión del propio cineasta y Rafael Azcona. Para entonces, el dramaturgo llevaba ya una dilatada vida dedicada al teatro, con bastantes obras en su haber (entre otras, ‘Tú, no importa quién’ (1962), ‘La leyenda de Gilgamesh’ (1977), ‘La noche de Molly Bloom’ (1980), ‘Ñaque o de piojos y actores’ (1980), ‘El gran teatro natural de Oklahoma’ (1980-82), ‘Informe para ciegos’ (1980-82), ‘Conquistador o el retablo de El Dorado’ (1984). Después de ‘¡Ay, Carmela!’, su capacidad creativa ha sido igualmente prolífica y, además, la ha compatibilizado con labores de director, investigador y pedagogo en la formación de nuevos dramaturgos en España e Iberoamérica, especialmente, en Colombia.

Siempre crítico y renovador, no descubrimos nada si afirmamos del teatro de Sinisterra que crea textos que rompen convencionalismos y códigos y que tiene claras influencias del teatro de Brecht, de Beckett y, como ellos, huye de lo espectacular y busca lo esencial.

Hace dos años, la obra del dramaturgo valenciano saltó otra vez a los carteles por mor de la versión musical escrita por José Luis García Sánchez y dirigida por Andrés Lima, que, prácticamente, convivió con la aparición de otra versión -esta, sin embargo, absolutamente, ajustada al texto original del dramaturgo- a cargo de la compañía Caramba Teatro (nacida en el año 2011 a partir de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid), que es el primero de sus montajes, y dirigida por Yolanda Porras.

Es este último montaje el que ha permanecido durante las últimas semanas en el madrileño Teatro del Barrio, en donde el pasado domingo, y con presencia del autor, realizó su última representación con la sala llena hasta la bandera y con un aplauso atronador al concluir. Esta vez eran Paula Iwasaki (Carmela) y Guillermo Serrano (Paulino). Paula y Guillermo bordan sus personajes con una fuerza que traspasa lo meramente interpretativo y dotan a la historia de Sinisterra de una verdad estremecedora.

Iwasaki dota de un encanto personal y una naturalidad excepcionales a Carmela, una andaluza “echá palante” que vuelve del más allá para encontrarse con Paulino, su compañero de fatigas, también perfectamente dibujado por Serrano, no solo con la palabra, sino con la expresión corporal y la gestualidad apropiadas a su personaje, hombre pusilánime y superviviente

Variedades a lo fino

'¡Ay Carmela!' narra la relación de una pareja de actores ambulantes (Carmela y Paulino, “variedades a lo fino”) que cruzan por error la línea que separa a los dos bandos contrincantes de la Guerra Civil y acaban llegando a la aragonesa villa de Belchite, donde son forzados a improvisar una velada teatral para celebrar la derrota del enemigo. Allí, con apenas una hora para montar un espectáculo de variedades, propio de la época (algo de copla, otro tanto de zarzuela, algún número de escapismo, y alguna gota de humor), que hay que envolver convenientemente en ese lenguaje épico y grandilocuente del bando vencedor. Sin embargo, lo que comienza como un divertido homenaje a los vencedores, terminará como una trágica comedia donde Carmela encuentra la muerte, al atreverse a cambiar su ridículo vestido rojo de volantes y lunares blancos por una bandera republicana para homenajear a un grupo de presos del bando republicano a quienes sus captores han llevado al espectáculo, como generosa concesión antes de ser fusilados en el paredón.

El escenario permanece prácticamente desnudo durante toda la obra. Solo andan por medio una gramola y una bandera republicana llena de sangre, tirada en el suelo, que Paulino se agacha para recoger y llevársela a la nariz para olerla por un instante, al comenzar la primera escena, antes de ensayar una parte vergonzosa de su espectáculo, que de vez en cuando ha tenido que poner en práctica, como fórmula infalible de “levantar” la función, cuando las cosas se ponen muy mal: se tira unos cuantos pedos, recorriendo el escenario, al tiempo que simula hacer unos pases de toreo de salón… En medio de ese íntimo ensayo del artista, se le aparece de improviso Carmela, que regresa del más allá, tras su cruenta muerte a balazos en aquella última función.

Paulino, entre asombrado y aterrado, le dice: “¿eres tú?... Si apenas he bebido”. En los actos sucesivos, la obra se centra en la vida de Paulino, compañero sentimental y pareja artística de Carmela, tras la muerte de esta. A partir de ahí, la acción discurre en dos realidades superpuestas -la real y la recordada-, en las que se pone en evidencia la diferencia de caracteres de los dos artistas que abordan un mismo asunto de manera muy distinta. Ninguno de los dos tiene una ideología clara, no se posicionan explícitamente (“nosotros somos artistas; la política nos da igual”, dice Paulino), pero el hombre es pusilánime y complaciente con el empresario teatral y con los vencedores, mientras que Carmela se muestra mucho más valiente e idealista. A medida que avanza la obra, Carmela va borrándose de la vida de Paulino que, poco a poco, asume su muerte. En la última escena, Paulino aparece vestido con la camisa azul con el yugo y las flechas (el escudo de la Falange), aspirando a cubrir una plaza de conserje en algún organismo oficial, mientras que Carmela se pierde definitivamente en el más allá.

Como muchas de las obras de Sanchís Sinisterra, también ‘¡Ay Carmela!’ sucede en espacios marginales, fronterizos, polvorientos, sitios de riesgo, lugares con magia. Y también aquí se vive el teatro dentro del teatro -metateatro- es decir, el teatro como metáfora del mundo.

En definitiva, casi dos horas de comedia, con una tragedia de fondo, la de los dos artistas de variedades, que retrata de modo esperpéntico y valleinclanesco esa España de finales de la Guerra Civil y de la postguerra, con dos sectores de la población enfrentados y cuyas consecuencias aún no han desaparecido de entre nosotros, tres cuartos de siglo después de haber finalizado la contienda fratricida y a pesar de que sigamos caminando en paz -aunque no sin riesgos- hacia los cuatro decenios de democracia. La adaptación de Caramba Teatro es fiel al texto de Sinisterra, que Yolanda Porras ha sabido dirigir inteligentemente y con gran sentido dramatúrgico, y que Paula Iwasaki y Guillermo Serrano han sabido construir en un extraordinario trabajo de interpretación.


'¡Ay Carmela!', de José Sanchis Sinisterra
Adaptación: Compañía Caramba Teatro
Dirección: Yolanda Porras
Intérpretes: Paula Iwasaki, Guillermo Serrano
Productora: La Conocida
Teatro del Barrio

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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