Comer bien para estar más sanos

Es cierto que es la era del estrés y las prisas, pero… ¿cuánto tiempo más del necesario pasamos haciendo uso de aplicaciones para el móvil o en las redes sociales? ¿No nos convendría más invertir un poco de ese tiempo muerto en comer mejor, con deliciosas y saludables recetas, en lugar de hartarnos de precocinados y comida basura?

Y para más inri, queremos estar delgados y esbeltos, y buscamos magníficas recetas para adelgazar o como se hace la dieta de la piña para perder peso, que son muy sabrosas naturales y útiles, pues los excesos traen consigo el sobrepeso y este a su vez acarrea múltiples enfermedades.

Pero… ¿no sería mejor tomarnos más en serio nuestra salud y alimentación, con una dieta ordenada y hacer ejercicio regularmente? Simplemente siguiendo una dieta baja en grasas saturadas y azúcares refinados, ya le estamos haciendo un gran favor a nuestras arterias, a nuestro corazón y a nuestra higiene bucal, pues no hay peor enemigo para nuestros dientes y su salud, que una boca colmada de caries producidas por el exceso de azúcar.

Ni que decir tiene, de cómo una mala estética dental afecta a la imagen que proyectamos y es algo que, verdaderamente, no nos podemos permitir hoy día, donde los cánones marcan ciertas pautas de belleza, alguna bastante superfluas, pero lo que no es tolerable es la falta de higiene, incluyendo la limpieza dental.

Hemos pasado de comer dulces y comida rápida en contadas ocasiones, a comerlos a diario, y ser las frutas y verduras, grandes aliadas de nuestra alimentación, las que comemos muy de vez en cuando. Retomemos la dieta de nuestros abuelos, donde no faltaban en la mesa las verduras de nuestra famosa huerta mediterránea, pues no hay clima mejor que el nuestro para que estos deliciosos y saludables manjares que nos ofrece la tierra, crezcan sanos y fuertes, aportándonos todas sus propiedades y beneficios para nuestra salud.

Antes, pero no hace tanto tiempo, cuando éramos niños, la época de navidad, por ejemplo, eran fiestas entrañables dedicadas a los excesos, pero estos eran contadas veces en el año. Las mesas rebosaban platos y dulces que rara vez tomábamos, y eso hacía la mesa sumamente especial. Hoy miramos estos productos a veces hastiados cuando llega la gran cena de navidad y fin de año, pues llevamos consumiendo polvorones desde septiembre.

Y lo que ante significaba un kilito de más después de las festividades, ahora se multiplica por diez, y de nuevo tenemos que buscar un dieta o un complemento para perder peso, que no nos cause el temido efecto rebote, que agrava aún más el problema, y que sea aplicable todo el año. Si antes os referenciamos la dieta de la piña, por ser muy saludable y efectiva, ahora os dejamos en este último enlace, un método efectivo de tres pasos, de forma sencilla, ya que combina una dieta baja en grasas, con un poco de ejercicio y un complemento natural quema grasas, para que te ayude a lograr los resultados que buscas, acelerando tu metabolismo.

Lo natural vs lo artificial

En este artículo estamos defendiendo básicamente eso, anteponer los productos naturales a los artificiales. Algo nada fácil hoy en día, donde desde lo meramente estético, se adoran cuerpos delgados con abultamientos en determinadas zonas proporcionados por la silicona, y desde el punto de vista dietético, cuesta menos un producto adulterado biológicamente que uno producido por cultivos biológicos y naturales.

En esta sociedad, que penaliza igualmente todos los marihuana tipos, que no dejan de ser plantas naturales que han acompañado al hombre desde hace ya largo tiempo, y que en muchos países se utilizan con fines terapéuticos, pero legaliza el tabaco y el alcohol, ambos altamente nocivos para el organismo y responsables directos de numerosos tipos de cáncer, entre otras enfermedades cardiovasculares y hepáticas, e indirectamente, de muchos fallos de los sistemas que componen el organismo del ser humano.

Queda en la opción de cada cual elegir aquello que guste, desde la responsabilidad de la edad adulta claro, excluidos quedan niños y adolescentes, que no deberían tener acceso ni al alcohol ni al tabaco, por muy legalizados que estén y muy acostumbrados que se hallen a su exposición, pues si bien existen restricciones al respecto de la edad de los consumidores de estas sustancias dañinas, especialmente sin un verdadero control, la realidad es que su accesibilidad es tal, que la mayoría de los adolescentes ha probado el tabaco y las bebidas alcohólicas mucho antes de la edad permitida.

Podríamos abrir un debate acerca de si el fallo es institucional, existiendo un bajo control sobre su consumo en relación a la edad permitida, o si es educacional, con unos modelos de padres a los que ven fumar, convirtiéndolos en fumadores pasivos, y beber alcohol desde que tienen uso de razón.

Sean cuales sean los motivos, probablemente una mezcla de ambos y muchos más, como que la adolescencia es un periodo para la exploración y nace la curiosidad de probar nuevas cosas y experiencias, unido al deseo de adaptación en grupos de amigos, imitando conductas ajenas, la cuestión es que desde muy temprana edad, los adolescentes tienen acceso a sustancias poco saludables, por ser tóxicas para el organismo.

La educación es responsabilidad de todos. Frente a los modelos sociales impuestos, poco podemos hacer. Pero desde nuestra labor como educadores y padres, en la escuela y en casa, debemos fomentar desde la infancia el cuidado de nuestro cuerpo, con una buena dieta saludable, una cuidada higiene corporal y bucal, el ejercicio regular y altas dosis de información. Pues la información es poder, y queremos niños que lleguen a la adolescencia conociendo todo aquello a lo que se van a enfrentar, desde los cambios en su cuerpo a las tentaciones y ofertas poco recomendables, para que puedan hacerlo con todas las armas y salir victoriosos.