Un subalterno llevó a cabo no sólo lo más destacado, quizás lo único, de un festejo en el que el encierro de Puerto de San Lorenzo tuvo una presentación, una fuerza y una casta de bochorno para la cátedra venteña. Se llama Fernando Sánchez y, como tantas veces e esta plaza y en todas en las que actúa, puso un par soberbio, con toda la verdad. Fue en el último de la tarde, le dejó llegar sin moverse hasta una distancia tan pequeña como inverosímil, dando así todas las ventajas al bicorne, levantó los brazos entre sus pitones jugándose el físico, clavó en todo lo alto y salió andando del embroque. El resto, salvo una faena aceptable de su jefe Tomás Rufo -que pudo tener una tragedia en un quite al segundo-, con la que echó una oreja en su esportón, fue para olvidar. Manzanares y el confirmante Alejandro Marcos anduvieron por allí ante esas piltrafas de ganado.
La ejecución de esa suerte de Sánchez con los rehiletes hizo que el público, como si llevase un resorte en forma de muelle en semejante sitio, se levantara de sus asientos con las manos echando chispas. También este subalterno de lujo levantó los alicaídos ánimos del personal por el desarrollo del resto de la función y ayudó a Rufo a echar en el esportón su tercer trofeo.
Porque el toledano aprovechó la escasa codicia de su enemigo, el único con el trapío mínimo para Madrid, aunque también muy blando, para series con temple y ligazón en redondo, sí. Pero, ¡ay!, abusando del ventajismo casi siempre de citar fuera de cacho y meter el pico. Lo mejor fueron los cierres de las tandas con monumentales, arrebatados y escultóricos pases de pecho muy marcados al hombro contrario, ya que Rufo no se acopló por el otro pitón del burel.
Oreja aparte, el coletudo se libró milagrosamente de un gravísimo percance que pudo ser trágico, en un quite por gaoneras al primero de Manzanares, porque el bicho le derribó y le buscó con saña en el suelo durante eternos segundos con las astas rozándole el cuello y destrozándole el corbatín. La invalidez supina del tercero impidió al toledano otra cosa que ponerse pesado entre caídas del animal.
Casi lo mismo que aconteció con un Manzanares que no atraviesa su mejor momento en este si año sabático y se hartó a pegar pases también posmodernos, léase fuera de cacho, en línea recta y aprovechando el viaje de sus cuasi inválidos bureles. Como le ocurrió al toricantano Marcos, un coletudo de buen aire clásico, que dejó algunos detalles sueltos, eso sí también posmodernos, y fracasó rotundamente con estoque y verduguillo.
FICHA
Toros de PUERTO DE SAN LORENZO, con 3º de la divisa de VENTANA DEL PUERTO, chicos excepto 6º; flojos, con 3º inválido, mansurrones y descastados excepto 6º; todos nobles. MANZANARES: ovación; ovación con algunas protestas. ALEJANDRO MARCOS, que confirmaba alternativa: palmas tras dos avisos; silencio tras aviso. TOMÁS RUFO: silencio; oreja. Plaza de Las Ventas, 3 de junio, 26ª de feria. Lleno de ‘no hay billetes’. Fernando Sánchez saludó tras parear al 3º.
Si (
No(
-(1).jpg "Las mejores canciones de abril de 2024")
