“Harto ya de estar harto, ya me cansé”, como decía Serrat en una de sus geniales canciones. Que aplicado a la tauromaquia define lo que sufrimos los aficionados -no confundir con público- ahora con el actual toreo aburrido, posmoderno y tramposo. Pero, de vez en cuando “la vida te besa en la boca”, frase que también le robamos al catalán de otro de sus temas. Y degustamos una lidia diferente, plena de torería de la buena, con sabor añejo, de la que te estremece las fibras sensibles. Como este domingo cascabeleó el veterano Uceda Leal en su segundo enemigo de una corrida de La Quinta de aprobado raspado y poca casta, pero con un comportamiento de listos que mantuvo el interés. De Justo anduvo muy entregado y Luque pasó de puntillas.
Porque los muy parejos y muy en el tipo bicornes, que se limitaron a cumplir en el penco y tampoco derrocharon codicia, pero sí exigencias, no daban las facilidades del burel chochón, tontón y obediente, mayoritario tarde tras tarde también en Las Ventas salvo excepciones. Humillando poco y con cabezas derrotonas, sin emplearse en demasía ante los engaños, se tragaban tres o cuatro muletazos como mucho antes de enterarse y reponerse.
Obligaban así a los coletudos a series muy cortas, por ambos pitones. Y ahí también marcó la diferencia Uceda, tranquilo, relajado, inspirado y clásico desde que inició su labor con la flámula con varios ayudados por alto de mucho sabor para continuar con redondos desmayados -y un poco ventajosillos- que ya calaron en los tendidos. Cual sucedió con los naturales, la muleta a rastras tirando de la embestida preñados de pureza y arte a raudales.
No se alargó en esas faenas eternas y vulgares de los pegapases: improvisó varios adornos, entre ellos una trincherilla monumental, y se tiró a matar como un jabato, aunque la espada quedó un punto desprendida. Cómo huele a torero el madrileño, que no se complicó con el que abrió festejo que echaba la cara arriba, igual que sus hermanos, y se desentendía. La carrera de Uceda ha estado marcada por los altibajos, pero siempre era ilusionante verlo anunciado. Ojalá este éxito le sirva para sumar contratos, aunque mucho nos tememos que un coletudo así estorba a las figuras y a los que manejan -léase manipulan- el injustísimo sistema.
Como los animales, se insiste, no se empleaban mucho, Emilio de Justo decidió hacerlo él, brillando con el percal en su primero, que tenía un punto de codicia que le duró poco, aunque le permitió algunas buenas tandas por los dos lados. Un camino por el que iba también en el último, de guisa similar, estando a punto el cacereño de escuchar los tres avisos por su pésimo uso de las armas toricidas.Menor protagonismo tuvo en la tarde Daniel Luque, que tiró de fría técnica y se fajó sin llegar a acoplarse con los de su lote, aunque tiene la disculpa que fueron los de menor codicia, pero su actuación supo a poco.
FICHA
Toros de LA QUINTA, con trapío y muy bien armados; noblones y sosos; cumplieron ante los caballos y tuvieron movilidad, pero poca casta. UCEDA LEAL: silencio; oreja. DANIEL LUQUE: silencio tras aviso; silencio. EMILIO DE JUSTO: silencio; silencio tras dos avisos. Plaza de Las Ventas, 18 de mayo, 9ª de Feria. Lleno de no hay billetes (22.964 espectadores, según la empresa). La corrida sirvió de homenaje a la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia en su 120º aniversario.