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Obesidad y control de peso
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Obesidad y control de peso (Foto: Pexels/Andres Ayrton)

Los trastornos de conducta alimentaria se disparan desde el confinamiento

Por MDO
martes 11 de julio de 2023, 10:28h

Por Beatriz Roda Castellanos (Madridiario.es)

Cuerpos esbeltos y esculturales inundan estos días los anuncios publicitarios en las playas, piscinas y, ahora también, en las redes sociales. Abdomen plano, bíceps marcados y piernas definidas y delgadas son los atributos físicos que más se exhiben en esta época veraniega. Esta exposición del 'cuerpo perfecto' provoca un aumento de la idealización de la belleza y, sobre todo, de la presión para cumplir los cánones establecidos por la sociedad.

Una situación que ha derivado en un alto porcentaje de jóvenes en tratamiento por trastornos de conducta alimentaria. Según los datos proporcionados por Proyecto Hombre Madrid, estos tratamientos en su entidad se han incrementado un 30 por ciento en los últimos cinco años.

“En verano aumentan los comentarios acerca del cuerpo desde las redes sociales y también desde otros sitios acerca de la operación bikini, de tener que adelgazar y de estar fuerte para el verano... Suelen ser momentos en los que el cuerpo está más expuesto”, apunta Elisa Rodríguez, psicóloga de Proyecto Hombre Madrid.

Y añade que los adolescentes son los más vulnerables en esta etapa del año, debido a que “están generando su identidad”. Aunque también lo son aquellos pacientes que ya padecen un trastorno de conducta alimentaria, pues sus inseguridades se incrementan provocando que su enfermedad empeore.

Cambian emocionalmente

Los trastornos alimentarios, dolencia psicológica, son manifestaciones externas por el aspecto físico que derivan en comportamientos perjudiciales para la salud con respecto a la comida como la restricción de calorías, los atracones compulsivos a deshora, las purgas (vómitos) o la realización de actividad física sin control, es decir, excesiva.

Las personas que padecen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) llegan a tener un nivel de calidad de vida negativo, tanto a nivel físico como social. Es por eso que desde Proyecto Hombre Madrid inciden “en la importancia de prevenir y, en aquellos casos en los que se ha desarrollado el trastorno, realizar una intervención temprana que evite la cronicidad, que provoca que la solución sea más compleja y la enfermedad, más difícil de superar”.

Un trastorno severo en la conducta alimentaria puede desembocar en numerosas enfermedades como problemas cardiovasculares provocados por el uso de laxantes o como consecuencia de vómito compulsivo, ginecológicos, obesidad, anemias y caída del cabello, entre otros.

Tipos de trastornos alimentarios

La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria cuyos síntomas generales son el miedo a mantener el peso corporal igual o por encima de lo considerado como normal, de acuerdo al índice de masa corporal (que mide la proporción entre el peso y la talla), obsesión por la delgadez extrema e insatisfacción de la imagen corporal provocada por la distorsión de la imagen, que puede llevar incluso a la pérdida de la menstruación.

La bulimia, también conocida como bulimia nerviosa, es un trastorno alimentario que se caracteriza por la presencia de atracones (grandes ingestas de alimentos en un periodo de tiempo relativamente corto con sensación de descontrol). En la bulimia estos episodios de atracón pueden ir acompañados de vómitos autoinducidos.

Por su parte, el Trastorno por atracón es un desorden en la conducta alimentaria cuyos síntomas son la presencia de episodios recurrentes de atracones que deben producirse, al menos, una vez a la semana durante tres meses seguidos. Se diferencia de la bulimia en que el atracón no se liga a conductas compensatorias, es decir, vómitos después de la comida, laxantes, autolesiones o ejercicio compulsivo. Según el Centro Integral de Tratamientos dedicado a la Salud Mental en Madrid, el 40 por ciento de las personas que padece obesidad presenta un trastorno por atracón.

La obesidad y el sobrepeso mórbido son considerados ya como un trastorno de la conducta alimentaria, siempre y cuando no sea un síntoma relacionado con una enfermedad orgánica.

Otros trastornos alimentarios

Son menos conocidos, pero dentro de los TCA también existe la vigorexia, que consiste en la obsesión por ganar y mantener exclusivamente masa muscular y no grasa; la ortorexia, obsesión por la comida sana hasta niveles extremos; y la potomanía, que es el deseo frecuente de beber grandes cantidades de líquidos de manera compulsiva, produciendo una sensación de placer. Desde el Centro Integral de Tratamientos dedicado a la Salud Mental en Madrid apuntan que “beber más de cuatro litros diarios puede suponer una hiperhidratación con consecuencias graves como el infarto y la muerte”.

Perfil TCA

Los trastornos de conducta alimentaria influyen negativamente tanto a hombres como a mujeres., aunque su frecuencia es más elevada en mujeres. Según los datos publicados por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, la incidencia del TCA en España se sitúa entre el 4,1 por ciento y el 6,4 por ciento en mujeres de entre 12 y 21 años, mientras que en los varones el porcentaje se sitúa en el 0,3 por ciento.

En el caso de la Comunidad de Madrid, los casos desde el confinamiento se han disparado en torno a un 40 por ciento, según informa Eva Dacruz, directora del Centro Integral de Tratamientos dedicados a la Salud Mental en Madrid. “A partir del año que pasó el confinamiento han empezado a debutar muchos más trastornos tanto por anorexia como bulimia. Y todos usan con sintomatología autolesiva, que es algo que un poco ha predominado, muy de moda en las redes sociales”, señala Dacruz.

Dacruz explica que los adultos que acuden a pedir ayuda rondan entre los 40 y 50 años y presentan un trastorno por atracón, son pacientes que llevan desde muy pequeños haciendo dietas y acaban desencadenando obesidad y padeciendo un trastorno por atracón.

Una de las consecuencias que acarrean estos problemas alimentarios es la elevada tasa de suicidios. Numerosos estudios señalan que cerca del 21 por ciento de las personas que padecen TCA ha intentado quitarse la vida. Sin embargo, apunta que la “mayor prevalencia se encuentra en los cuadros ansiosos y depresivos que están presentes en la mayoría de los casos”.

Fuera de los estereotipos que generan estos trastornos, se encuentra una franja de edad que también los padece pero que, sin embargo, son los más silenciosos y complicados de detectar debido a su continuidad en el tiempo. Es el caso de las personas de la tercera edad.

“El inicio suele producirse en la adolescencia y muchas veces las personas mayores lo que tienen es un trastorno cronificado, pero también se da el caso de que empiezan a tener trastornos más mayores, y es verdad que los factores que se dan en esas edades son diferentes a los que se puede dar con un adolescente. Estamos hablando de factores psicológicos, ambientales, familiares; es un trastorno que lo abarca todo”, asegura Elisa Rodríguez.

Cómo detectar y afrontar un TCA

Los trastornos de la conducta alimentaria en la mayoría de los casos son difíciles de detectar debido al riguroso silencio que guardan los enfermos, pero tienen solución. Es indispensable acudir a un equipo especializado para que una evaluación, pues cada caso es único y de esta forma el profesional determinará si el problema está vinculado o no con un trastorno de la conducta alimentaria.

La mejor manera de trabajar con un trastorno de la ingesta alimentaria es prevenirlo, explican desde Proyecto Hombre Madrid. Estar pendientes de la persona en las horas de la comida es la clave. Las personas que sufren un TCA cambian emocionalmente, están más pendientes de lo que comen y dejan de comer, se vuelven más irritables y se aíslan de la sociedad, señalan desde Citema.

Por su parte, la psicóloga de Proyecto Hombre Madrid, Elisa Rodríguez, confirma que el apoyo familiar es fundamental para prevenir y superar estas enfermedades: “Es verdad que no todo el mundo tiene la suerte de tener un apoyo familiar, pero aquí el apoyo familiar y, sobre todo, también el profesional es importante. Que las familias se apoyen en los profesionales en muchos casos es de gran ayuda para el tratamiento y cuando se implican y forman parte, los avances se ven más rápido”.

Desde Citema también comparten esa opinión. “El trabajo con la familia es fundamental, porque muchas veces no solamente está la enfermedad del paciente, sino que la familia es muy desestructurada, muy disfuncional y hay que ayudar a reorganizar un poco todos los roles de la familia y para que puedan apoyar al afectado, a su familiar”, expone Eva Dacruz.

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