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Estreñimiento (Foto: Pixabay)

Salud intestinal y fertilidad

Autor: Antonia González, embrióloga y experta en fertilidad en somosonet.com

Nuestra salud depende de nuestro intestino, así de categórico podemos decir que es la importancia de tener un buen funcionamiento de nuestro sistema digestivo, especialmente de nuestro intestino.

En nuestro intestino tenemos billones de microorganismos que son esenciales para nuestro sistema nervioso, para nuestro sistema inmunológico y para nuestro sistema hormonal, y estos tres sistemas son necesarios para que tengamos una buena salud reproductiva, sean hombre o mujer.

Nuestro intestino está recubierto por una mucosa en la que vive la ya conocida como otro órgano más, la Microbiota.

La Microbiota es el conjunto de bacterias, hongos, virus, parásitos, arqueas… que tenemos en nuestra pared intestinal, unos son “buenos” y otros no tanto, pero todos tienen que convivir en un equilibrio perfecto.

Hemos de tener en cuenta que el intestino es una barrera que selecciona qué pasa a nuestro torrente sanguíneo y qué eliminamos, nos ayuda a digerir lo que comemos y una de las funciones esenciales, absorber nutrientes.

La Microbiota es capaz de estimular a nuestro sistema inmunitario (sabemos que el 80% de nuestro sistema inmune depende de cómo esté nuestro intestino) y además tenemos “bichitos” capaces de metabolizar hormonas (como los estrógenos).

Estas son solo algunas de las deidades de nuestro intestino.

¿Pero esa Microbiota la heredamos o la generamos nosotros mismos?

Pues hasta hace muy poco se pensaba que el útero era un lugar estéril, y ya sabemos que no es así, ya que también tiene Microbiota que es esencial para que un embrión quiera implantarse en él y además también influirá en el desarrollo de las primeras semanas de gestación. Ya que se ha descubierto que la Microbiota de la madre influirá en la Microbiota de su futuro hijo.

Por otra parte, en el canal del parto sabemos que hay una Microbiota muy especial para el bebé, y al nacer por parto natural el neonato hereda de la madre estos bichitos tan especiales. Y el periodo de lactancia también influirá sobre la Microbiota del bebé.

Y nosotros somos responsables también de ella, no solo tenemos los bichitos heredados, también tenemos nuestra propia Microbiota que será más o menos diversa en base a nuestros hábitos alimenticios, al estrés al que estemos sometidos, tóxicos con los que nos relacionemos, el ejercicio físico que hagamos… cuanto más diversa sea nuestra Microbiota más saludables estaremos.

Y si hablamos de fertilidad femenina sabemos que el funcionamiento de nuestro intestino y las bacterias que lo componen, influyen sobre la misma.

También sabemos que todas las mucosas de nuestro cuerpo están conectadas, por lo que si tenemos una pobre Microbiota en nuestra pared intestinal, indirectamente, afectará a la Microbiota que hay en nuestro útero, y éste necesita tener una cantidad elevada de Lactobacillus para que se puede producir un embarazo.

Y también sabemos que hay ciertos patógenos como el Ureaplasma o Micoplasma, que pueden provocar fallos de implantación del embrión, abortos y rotura prematura de bolsa, y también sabemos que, si tenemos una Microbiota “buena” pobre, será más fácil que estos patógenos campen a sus anchas en nuestro útero y que por tanto tengamos más probabilidad de tener problemas de fertilidad.

Pero la Microbiota además afecta indirectamente, porque si una mujer no tiene una buena absorción de nutrientes tendrá déficits de minerales, vitaminas, ácidos grasos… que son esenciales, tanto para la calidad de los óvulos, como para la implantación del embrión.

Por otra parte, si tenemos un intestino que es demasiado permeable, es decir, que deja pasar al torrente sanguíneo aquello que no debe (como virus, bacterias, gluten, alimentos sin digerir…) crea una inflamación sistémica crónica de bajo grado y también afectará a la fertilidad de la mujer. Pero no solo eso, este intestino permeable puede desarrollar un ataque autoinmune, y hemos de saber que para que un embarazo se produzca el sistema inmunológico tiene “dejar” que un material genético distinto al de madre invada la pared del útero y permitir su desarrollo, por lo que en el momento de la implantación es importantísimo que ese sistema inmune esté más suprimido, pero si tenemos (por lo dicho anteriormente) un sistema inmune más reactivo complicará en muchos casos esa implantación embrionaria.

Por si todo esto no es suficientemente importante, también sabemos que en la Microbiota de nuestro intestino tenemos unas bacterias que se encargan de metabolizar hormonas como los estrógenos, y si estas bacterias no trabajan bien hará que la mujer tenga un exceso estrogénico, con lo que ello comporta para nuestra fertilidad (endometriosis, síndrome de ovario poliquístico, hipotiroidismo, hiperestrogenismo…)

Por tanto, la buena salud de nuestro intestino tiene mucho que decir en la fertilidad femenina, sí, pero también en la masculina.

Por razones similares: absorción de nutrientes, autoinmunidad, inflamación crónica de bajo grado… sabemos que también afectan al esperma del hombre.

Dentro de la cabeza del espermatozoide tenemos el material genético, y está demostrado científicamente que cuantas más roturas del ADN espermático tenga la muestra seminal, menor tasa de fecundación y mayor tasa de fallo de implantación embrionaria y abortos. Y todas estas razones que provoca un intestino que no trabaja bien, aumenta la fragmentación de este esperma.

Recientemente se ha descubierto que el líquido seminal también está compuesto por una Microbiota especial en el hombre, y que obviamente también influye en la calidad espermática, porque también se pueden encontrar en el líquido seminal patógenos que afecten a la concentración, movilidad y morfología del espermatozoide.

Ya sabemos que nuestro intestino afecta, y mucho, a la fertilidad, tanto de la mujer como del hombre, pero ¿cómo podemos saber si este es nuestro caso?

Lo primero es contactar con profesionales especializados en el tema, formados en el estudio de la Microbiota y su relación con la fertilidad, y a través de la clínica del paciente y de estudios complementarios podemos descubrir todas estas alteraciones.

¿Y, a nivel usuario, qué influye en nuestra Microbiota? ¿Qué podemos hacer nosotros?

Sabemos, a nivel genérico que existen diferentes hábitos que empeoran o ayudan a mantener sana esa Microbiota intestinal, pero siempre mi recomendación es contactar con un experto, pero vayamos a aquellos hábitos que sabemos que influyen en nuestra Microbiota:

  • El estrés es uno de los grandes enemigos de nuestro intestino y de nuestra fertilidad, ya que el estrés aumenta la permeabilidad intestinal y aumenta la inflamación en nuestro organismo, con todo lo que comparta que ya hemos explicado. Sabemos que un estrés sostenido en el tiempo modificará nuestra Microbiota, aunque tengamos una alimentación perfecta. Por lo tanto, si queremos mejorar nuestra salud intestinal y nuestra fertilidad hemos de gestionar el estrés diario, a través de meditación, yoga, terapia…
  • La alimentación, por supuesto, es otro pilar fundamental para tener una buena salud intestinal. Las bacterias de nuestro intestino se alimentan de lo que ingerimos, por lo que siempre recomendamos comer alimentos no procesados, que haya mucha variedad en la dieta diaria (verdura, fruta, pescados, carnes, grasas saludables, semillas, frutos secos…) y que haya mucho color en los platos. Por supuesto si partimos de una patología ya conocida, como endometriosis, enfermedad autoinmune… se deberán seguir unas pautas alimenticias adaptadas a cada situación para conseguir el resultado adecuado.
  • La toma de antibióticos, ya que éstos modifican la Microbiota, ya que reduce ciertas familias y hace que crezcan otro tipo de familias. Por eso es importante repoblar el intestino con Probióticos cuando se hace una toma de antibióticos.
  • El ejercicio físico interfiere en la diversidad de nuestras bacterias intestinales, tanto la falta de ejercicio como el exceso del mismo.
  • La falta de sueño afecta también a nuestros bichitos, ya que estamos alterando nuestros ritmos circadianos (nuestro reloj biológico) y esto tiene una repercusión negativa en nuestra diversidad bacteriana.
  • La salud oral. Como decía anteriormente todas nuestras mucosas están conectadas, y especialmente la de nuestra boca, ya que es el primer paso de la digestión. Si tenemos problemas de salud oral también afectarán a la Microbiota intestinal y a nuestra fertilidad.
  • Los tóxicos a los que estamos expuestos, conscientemente o no, afectan negativamente a nuestro intestino, a nuestro hígado y por supuesto a nuestra fertilidad.
  • La edad también es un factor a tener en cuenta en nuestra Microbiota, no es la misma composición en una persona joven que en una persona anciana.
  • Y por supuesto, la genética… hay una predisposición genética que no podemos modificar, pero no debemos olvidarnos de la epigenética, y de que en nuestra mano hay mucho por hacer, aunque tengamos una predisposición cromosómica, podemos ayudar a que se desarrolle o no.

Hay una nueva forma de entender la infertilidad, la llamada Fertilidad Integral, y gracias a este nuevo prisma los profesionales tenemos muchas más herramientas para entender las causas de la infertilidad, y por tanto podemos ayudar a restablecer un estado mucho más fértil que nos acerque al sueño de tener a ese bebé entre nuestros brazos.

Y nunca olvidemos que la fertilidad es salud, y que hemos de tratar de buscar un equilibrio entre nuestros sistemas (hormonal-nervioso-inmunológico-digestivo) para conseguir un embarazo saludable y un bebé sano.

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