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La ONCE busca casa para sus futuros perros guía

Perros guía de cachorros
Perros guía de cachorros (Foto: Fundación ONCE)
domingo 04 de junio de 2023, 10:33h

La Fundación ONCE busca familias educadoras para cuidar a sus cachorros y ayudarles a convertirse en perros guía, debido a que en los últimos meses han tenido un "pico de nacimientos muy grande" y necesitan encontrarles un hogar en los meses de junio y julio.

Familias como la de Juanjo Díez y María José Casado, que desde 2013 son educadores de perros guía y, en la actualidad, cuidan de una perra reproductora (Gilda) y su cachorro Raisa. Ainhoa Bueno es otro ejemplo, desde 2019 ha acogido a un total de siete perros y forman parte de las 250 casas de acogida en la Comunidad de Madrid.

Juanjo y María José tenían claro que querían colaborar con la Fundación ONCE, ya que conocen de cerca las necesidades de las personas invidentes.

Además, su pasión por los animales se convierte en una virtud añadida para hacerse familia educadora. "Nos llamó la atención poder tener una cría de acogida y poderles educar, sobre todo porque Juanjo tiene mucha paciencia para educar a los cachorros", explica María José.

La decisión de acoger un perro guía, en el caso de Ainhoa fue gracias a su pareja Raúl, quien quería realizar un voluntariado y vio en la Fundación del Perro Guía una opción para "dar a los futuros guías protección, hospitalidad y amparo, criando durante un año y pico a un cachorro para que se convierta en los ojos del invidente".

Ainhoa empezó con esta labor social en 2019, y la pandemia le pilló por sorpresa convirtiendo la educación de los cachorros en "todo un desafío", ya que "no se podía socializar con normalidad y los espacios estaban limitados, al igual que las salidas". Sin embargo, durante esta etapa la Fundación les pidió el favor de acoger a otro cachorro que se había quedado sin familia.

Un hecho, que según Ainhoa, les ayudó para poder educar y socializar ambos perros. "En nuestra casa tenemos un pequeño patio y les podíamos dar un poco más de espacio y trabajar con ellos algunos comandos", explica. Como cualquier otro cachorro, estos animales tienen momentos "de caos y de tranquilidad" así como "necesidades de juego y dedicación", pero también tienen una "ventaja, te los puedes llevar a todos los sitios", incluso al trabajo.

Un acontecimiento que, tal y como asegura Juanjo, ayuda a dar visibilidad a la necesidad del perro guía para las personas con ceguera u otra discapacidad y que se encuentran con problemas en sitios públicos: "Un perro guía se sabe comportar en cualquier sitio y no molesta. Es muy útil para personas que realmente lo necesitan".

Una entrega "emotiva y dura"

Las familias acogedoras recomiendan la experiencia de cuidar a estos animales, aunque reconocen que el momento de despedirse de ellos es "duro" después de compartir durante más de un año. No obstante, cuando se encuentran con la familia que va a adoptar a ese perro guía la satisfacción es "muy grande. Sabemos que estamos haciendo una labor social y que la familia que se los lleva les va a querer tanto o más como nosotros", señala María José, que también destaca el "cariño y gratitud" que reciben por esas personas invidentes.

La entrega a la familia es un momento "emotivo y doloroso". Pero gracias a esta labor, Ainhoa puede decir que comparte momentos con otras familias que no son de sangre porque mantiene el contacto con los actuales dueños de sus cachorros: "Si ellos lo desean, el contacto continúa. Nosotros seguimos hablando con la familia de Cina.

Fue nuestra primera perrita y ahora vive en Canarias. Nos envían fotos casi todas las semanas, es como si tuviéramos otra familia allí". A día de hoy, Ainhoa está educando a un pastor alemán de siete meses que se llama Drogo, un perro "muy inteligente pero un poco nervioso. Espero que se convierta en un "excelente" perro guía.

Desde la Fundación ONCE piden a las familias que "integren al cachorro como un miembro más y que vayan con ellos a todos los sitios" para conseguir una sociabilización adecuada. "Queremos que si se van de viaje, de excursión, al cine o a un museo, que el perro vaya con ellos", explica Ana Jarabo, responsable de calidad y supervisora de cachorros de la Fundación ONCE.

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El cuidado de los cachorros en sus dos primeros meses de vida requiere una atención constante. También incluye un programa de estimulación temprana que los prepara para el contacto con el mundo exterior, así como un test estandarizado de comportamiento que registra los principales indicadores temperamentales del cachorro. "Pedimos a las familias que se muevan mucho, no queremos que tengan el perro en casa y solo lo saquen a dar una vuelta a la manzana", manifiesta Jarabo.

Desde la Fundación ONCE requieren tres requisitos para poder ser familia educadora: residir en la Comunidad de Madrid, tener disponibilidad para ocuparse del cachorro y no dejarle más de dos horas al día solo y disponer de algún medio de transporte para poder trasladarse a las instalaciones de la Fundación ONCE de Perros Guía (FOPG), ubicadas en Boadilla del Monte, para los controles y vacunaciones.

Una vez que se aglutinan estas condiciones, los voluntarios pueden rellenar un formulario -en la página web de la Fundación- con sus datos personales e informando sobre la vida cotidiana de esa familia para poder analizar si se reúnen las mejores condiciones para que tenga "un mayor éxito la educación del cachorro". "Una familia que vive en una zona urbana y que coge el transporte público es más interesante que una familia que vive en un pueblo aislado y sin transporte", confirma la supervisora de cachorros de la Fundación.

Aunque tener niños no es un impedimento para acoger a estos cachorros, desde la Fundación recomiendan que no sean menores de cinco años, ya que existe un elevado número de devoluciones y se ven obligados a reubicarlos en otras familias con el proceso de adaptación que conlleva: "Tener animales tampoco es una traba siempre y cuando sean sociables".

Tras la evaluación de los formularios, los responsables de la Fundación organizan una primera entrevista telefónica con la familia voluntaria. En esta conversación inicial también les ofrecen unas pautas a seguir para una socialización idónea del cachorro. Con posterioridad, se facilita a las familias acogedoras una guía de actuación y más indicaciones para que el animal tenga esa primera aproximación con el ambiente que le rodea y que será su ámbito de trabajo, sin olvidar sus instintos.
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"Los labradores son perros de caza y no debemos potenciar ese instinto. Por ello, una de esas primeras pautas, por ejemplo, es que no jueguen con pelotas obligándoles a correr o no darles comida mientras comes", señala Jarabo. Si las familias no siguen las pautas, la Fundación puede proceder a la retirada del cachorro y reubicar el perro en otra.

"Estudiamos a las familias para no fallar"

Es la propia Fundación ONCE quien se encarga de los gastos del cachorro. Además del veterinario y las vacunas, se encargan de distribuir el pienso a las casas acogedoras y de entregar a las familias material básico (correa, arnés, colchoneta o algún juguete). "Las familias nunca están solas, tienen el apoyo y asesoramiento de la Fundación. Únicamente tienen que poner su tiempo y cariño", afirma Jarabo.

Durante la última etapa de su acogimiento, el perro es sometido a controles radiológicos de displasia de cadera, codo y hombro. Si no supera el filtro sanitario, es declarado como no acto para pasar a la fase de adiestramiento. En este caso, se ofrece en adopción a sus educadores y, si no se quedan con ellos, la Fundación le buscará otra familia que lo recibirá de forma gratuita como animal de compañía o lo entregará a otra entidad social con otros fines.

Es la propia Fundación Once quien se encarga del nacimiento de estos perros guía, a través de su programa Cría. La misión de este plan es disponer de un número de perros suficiente para poder ser entregados y graduados como perros guía. Para ello, la entidad cuenta con canes reproductores que son seleccionados entre las propias camadas, aunque a veces también son adquiridos. Previamente estos animales han superado unos "exigentes" controles sanitarios y una "evaluación temperamental", con el fin de garantizar la mejor genética para su descendencia.

Gilda, la perrita de Juanjo y María José, fue seleccionada para convertirse en perra reproductora y después de estar un año y pico con la familia les dieron la opción de quedarse con ella y cuidarla. Y no dudaron ni un segundo en quedarse con esta compañera, que además les ayuda a "hacer una labor social importante".

Las técnicas de reproducción se basan en cruces por monta natural, aunque la Fundación dispone también de un laboratorio que permite la conservación y utilización de semen de reproductores, propios o externos, mediante fecundación por inseminación. Al igual que los cachorros, estos perros reproductores viven en casas de familias cuidadoras hasta que, en el caso de la hembra, llega el momento del parto y tiene que ingresar 15 días antes en la Fundación para dar a luz a los futuros guías.

La alta demanda de familias educadoras de estas últimas semanas se debe al elevado número de camadas que la Fundación ha tenido durante estos últimos meses. Un "pico de nacimientos" que es díficil de calcular y que, en ocasiones, les pilla desprevenidos a pesar de contar con varias solicitudes en sus bases de datos.

Los ojos del perro guía

Cuando el perro llega a los 14 meses y está habituado a diversos entornos, llega el momento del adiestramiento para convertirse en los ojos de quién no puede ver o padece alguna discapacidad visual. Es en este momento cuando entra en juego la figura de José Manuel Macarro, instructor de la Fundación Once del Perro Guía, quien apunta a la "importancia" de las familias educadoras para que el cachorro "haya conocido el mundo tal y como es, y pueda desarrollar su actividad".

"Una vez que el perro ha sido habituado a distintos entornos, llega el momento de generar esa responsabilidad y búsqueda del espacio para que sea capaz de buscar huecos con seguridad, evitar zanjas y obstáculos", afirma.

Según Macarro, la preparación inicial de las familias educadoras "es una buena base" para "asegurar de manera más contundente el éxito de la graduación del animal como perro guía".

El adiestramiento se lleva a cabo en las instalaciones de la Fundación, por lo que el perro "deja de estar con la familia para ir a la universidad. Después de dos años da mucha pena, pero siempre son conscientes de que van a volver a la Fundación y que van a ayudar a las personas invidentes a mejorar su vida", dice Jarabo.

La fase de adiestramiento, que dura entre cuatro y ocho meses, da comienzo con una valoración inicial, la adaptación al material de guía y un test de principio de entrenamiento. Continúa con una etapa de preparación temprana, en la que se refuerza su obediencia y se le introduce en las habilidades básicas del trabajo, como posición de guía, reconocimiento de bordillos y escaleras o evitar obstaculos. Y concluye con una fase avanzada, que refuerza y perfecciona el trabajo del perro hasta que éste queda listo para ser emparejado con el usuario. Durante el adiestramiento, el perro permanece albergado en un bloque de perros en entrenamiento, en el que comparte perrera con los compañeros que están siendo adiestrados por el mismo técnico.

"Entrenamientos particulares para extraer todo su potencial"

No todas las personas ciegas o con deficiencia visual grave pueden convertirse en usuarios de un perro guía y utilizar este auxiliar de movilidad. Es imprescindible que la persona que solicita este servicio tenga "autonomía y seguridad" en cuanto a su movilidad y orientación, además es necesario que posea una aptitud psico-física suficiente para manejar un perro, así como la responsabilidad para cuidarlo.

"Estudiamos el expediente del usuario para corroborar la idoneidad y buscar las compatibilidades entre el perro y el usuario. Y no solo lo hacemos a nivel físico, también estudiamos el temperamento y el estilo de vida porque no podemos entregar un perro activo a una persona que va a trabajar en una oficina y viceversa", atestigua el instructor.

El potencial usuario también tiene que realizar un curso, que incluye también la educación en los cuidados que el animal requiere y la información sobre los aspectos legales y trámites administrativos. Dicha formación es obligatoria incluso para aquellos invidentes que ya han tenido otro perro guía. Cada animal "es diferente" y esta clase es "fundamental para aplicar las técnicas de manejo y obediencia aprendidas", Se convierte en "la mejor garantía para el éxito del emparejamiento y un equipo duradero".

La Fundación ONCE cuenta con una lista de espera de unos cinco años para obtener estos perros guía, sin embargo, aquellas personas que ya han utilizado este servicio tienen prioridad frente a otras primerizas. Durante el acompañamiento de estos animales a las personas invidente, la entidad también se encarga del asesoramiento y supervisión del animal, independientemente de donde se encuentre: "Tras su graduación hacemos un seguimiento del perro, aunque se encuentre en cualquier parte de España o Andorra (sede que depende de la delegación de Cataluña)".

La entidad ofrece apoyo y asesoramiento a sus usuarios en aspectos concretos del cuidado y alimentación del perro, facilitando el acceso a los proveedores de alimento con tarifas y condiciones especiales. Por último, las personas invidentes cuentan con el asesoramiento para la defensa de su derecho de acceso al entorno, la realización de trámites de registro y acreditación del perro o en los desplazamientos al extranjero.

Cuando un afiliado de la ONCE quiere tener un perro guía, debe solicitarlo a la organización. Posteriormente, el solicitante es reconocido por cuatro profesionales (médico, psicólogo, trabajador social y técnico de rehabilitación), que emiten sus respectivos informes, valorando su actitud para utilizar y atender a un perro guía, cada uno desde su perspectiva. Con los resultados de todos ellos, la Comisión, formada por responsables de la ONCE y de la Fundación, es quien decide si la persona invidente es apta para acceder al servicio.

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