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Primera parte

La historia del cine en veinte imágenes (I)

viernes 04 de mayo de 2012, 13:24h
Es evidente que resumir la historia del cine a veinte imágenes es algo totalmente reduccionista. Algo que solo sirve para celebrar un arte que en el último año se ha homenajeado a sí mismo con películas como 'The Artist' o 'La invención de Hugo'. Obras con las que comparte este artículo, un deseo de reconocimiento a los hombres sobre los que se ha construido el cine. 

Llegada de un tren a la estación de la Ciotat 



Interior/Salon indien du Grand Café - Estamos en París, el 28 de diciembre de 1895, una pareja de hermanos han puesto en marcha la primera exhibición pagada de su nuevo invento: el cinematógrafo, una máquina que permite grabar imágenes y proyectarlas dando la sensación de movimiento. Las luces se apagan y en una pantalla en blanco aparece proyectada la imagen de un tren que se acerca a una estación. Los murmullos dan paso al asombro y este al pánico, la gente se levanta de sus asientos despavorida pensando que el tren va a chocar contra ellos. 

 

 
Quizás esto no ocurriera nunca y la gente no reaccionase de una manera diferente con 'La Llegada de un tren a la estación de la Ciotat' a como lo había hecho antes con la 'Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir' (la primera película que rodaron los hermanos) o 'El regador regado' pero es de esas historias que merecen la pena ser verdad y que sirve como perfecto prólogo a la apasionante historia del cine.


Viaje a la luna 


Los hermanos Lumiere no tenían una gran opinión de su propio invento, es más llegaron a decir que el cine era "una invención sin futuro", pero aquel 28 de diciembre de 1895 sí que estuvo presente un visionario que vio las enormes posibilidades del nuevo género. Este ilusionista, que respondía al nombre de Georges Meliès, se convirtió en el primer mago del cine. Sus trucos visuales y sus aparatosos decorados convirtieron al cine en fábrica de sueños. Ninguna de sus imágenes es tan icónica como la llegada de ese cohete/bala a la cara de la luna, en una adaptación de la novela de Julio Verne que apenas duraba 14 minutos. Se estrenó en 1902 y es una de las pocas películas del director que se conservan en la actualidad. 

El nacimiento de una nación 


Sin ser el primero que utilizó muchas de las invenciones que se le atribuyen, primeros planos, montaje en paralelo (en el que se suceden a la vez dos acciones en el mismo tiempo), la alternancia de planos generales y planos cortos, D.W. Griffith es el que establece el lenguaje cinematográfico tal y como lo conocemos, alejándolo definitivamente del modelo teatral y vodevilesco de Meliès. Ninguna de las películas que aparecen a continuación, a pesar de ser posiblemente mejores, tiene la importancia de 'El nacimiento de una nación' en la evolución del cine. Se la podría considerar como la piedra Rosetta del lenguaje cinematográfico. Hasta el propio Eisenstein, que se desmarcaría de las técnicas de montaje del norteamericano, hablaría de la enorme deuda que tendría el cine soviético con Griffith. 

 

Eso sí, la cara de la moneda, homenajeando a Meliés la cara oculta de la luna, es que 'El nacimiento de una nación' era un panfleto pro Ku Kux Klan y supremacía blanca que levantó una enorme polémica en su misma época, hablamos de 1915, y que llevó a su realizador a realizar al año siguiente 'Intolerancia', una gigantesca película en la que se trataba sobre la intolerancia en cuatro momentos históricos distintos. Fue un éxito artístico pero un pequeño fracaso comercial que indicó el comienzo de su lento declive, sus películas dejaron de tener éxito y el cine sonoro le dio la puntilla. Aun así sus compañeros de profesión no le olvidaron, Charles Chaplin dijo "fue el maestro de todos nosotros" y Orson Welles fue más allá al opinar que "ninguna ciudad, ni industria, ni profesión, ni forma de arte le debía tanto a una sola persona" como el cine a D. W. Griffith. 

 

Nosferatu 


La aparición de la sombra en el cine, el descenso a un mundo pesadillesco, las alusiones metafóricas, Nosferatu es icónica en sí misma porque sirve como exponente del movimiento más interesante del cine de los años veinte, el expresionismo alemán, y como una de las primeras muestras del cine de terror. La traslación a la pantalla de la novela 'Drácula' de Bram Stoker, permitió a Murnau indagar en los experimentos que había llevado a cabo Wiene con 'El gabinete del doctor Caligari', con sus juegos de luces y sombras, pero trasladando los decorados por escenarios naturales y creando una de las primeras bandas sonoras realizadas expresamente para una película. 'Nosferatu' rodada en 1921 y estrenada un año después inaugura una época de esplendor del cine alemán en la que los nombres de Murnau, Lang o Pabst entregarán algunas de las mejores películas de la década, llegando a rivalizar con el todopoderoso Hollywood. Claro que será allí donde Murnau realizará su obra maestra, 'Amanecer', tras ser fichado por la Fox. Fue también en EEUU donde encontró la muerte en un accidente de tráfico el 11 de marzo de 1931. No pudo ver estrenada la que fue su última película, 'Tabú' dirigida a la par con otro gigante de los inicios del cine, el documentalista Robert Flaherty, director de 'Nanuk el esquimal'. Su Conde Orlok de 'Nosferatu' es una de las imágenes más representativas del cine. Una leyenda cuenta que el actor que le daba vida, Max Schreck, no era sino un vampiro real al que Murnau contrató prometiéndole el cuello de su actriz protagonista... 

 

La quimera del oro 


Si hubiese que resumir en una sola imagen la historia del cine, las probabilidades de que el vagabundo interpretado por Chaplin apareciese en ella serían muy grandes. Charlot significa el momento en el que el cine se hace universal, convirtiendo a Charlie Chaplin en la persona más famosa de su tiempo. Su lenguaje de pantomima era universal y, al ser mudo, llegaba a todo el mundo por igual. Nacido de la tradición del vodevil de su Londres natal, Chaplin encontró en el cine el medio ideal para creae su personaje icónico. Al principio, no era sino un anárquico camorrista de tartas y patadas en el culo propio de las producciones de la productora Keystone de Mack Sennett, pero poco a poco se fue refinando hasta conseguir una mezcla perfecta de comedia y drama. Para cuando Charlot se dio este atracón de bota en 'La quimera del oro', Chaplin ya dirigía, componía, escribía y actuaba en sus películas, que además eran producidas por la compañía que había fundado junto a Douglas Fairbanks, Mary Pickford y D.W. Grifftih la United Artists. Sirva también como homenaje a los grandes del 'slapstick' como Buster Keaton o Harold Lloyd, cuya imagen colgando de un reloj podría perfectamente acompañar estas líneas.

Un perro andaluz 


Las vanguardias se vieron muy atraídas por el nuevo medio, el expresionismo alemán no era sino una continuación del movimiento pictórico, en la URSS la revolución de 1917 permitió que en los años 20 un grupo de jóvenes directores se pusieron manos a la obra para crear un arte cinematográfico socialista. Pero era París la capital mundial de las vanguardias, allí fue donde dos amigos españoles enamorados del surrealismo crearon una película cuyo título molesto al tercer vértice del triángulo. Luis Buñuel iniciaba su impresionante carrera, escribiendo un guión junto a su amigo de la Residencia de Estudiantes Salvador Dalí. Lo de 'Un perro andaluz' molestó a un Federico García Lorca que se sintió atacado por sus amigos, al no seguir con su vehemencia las vanguardias de la época. 

 

Este puñetazo en la boca partió de dos sueños distintos, uno de Dalí en el que unas hormigas salían de su mano y otro de Buñuel en el que una nube atravesando la luna se convertía en una navaja cortaba un ojo. Esta es la imagen que se ha convertido en icónica y sirve para recordar la carrera del mejor director que ha dado nuestro país, con permiso de Luis García Berlanga

 

Lo que el viento se llevó 


"¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!" Así jura Escarlata O´Hara mientras suena la música a todo volumen sobre la puesta de sol en Tara. 'Lo que el viento se llevó' es el ejemplo más claro del sistema de hacer cine de los grandes estudios hollywoodienses. No deja de ser una ironía que fuese una producción independiente de David O. Selznick, el hombre al que más ligado está esta película. Normal si hablamos de Hollywood en los años 30, donde las películas se realizaban casi como en una cadena de montaje, donde guionista y director no eran sino unos asalariados más, cuya misión era glorificar a sus estrellas. Es más por 'Lo que el viento se llevó' pasaron cinco directores distintos, algunos tan renombrados como George Cukor, aunque al final solo la firmase Victor Fleming. Era la figura del productor, como en la novela inacabada de Scott Fitzgerald, la que tenía la posición de poder. Claro que estos productores poco tenían que ver con los fríos empresarios actuales. Se trataba de gente creativa, un modelo que representaron a la perfección Irving Thalberg y el propio David O. Selznick. Para su adaptación de la novela sobre la Guerra Civil estadounidense Selznick puso sobre la mesa su definición de productor, "el hombre que es durante casi todo el tiempo el responsable de la creación de películas" para eso se consideraba a sí mismo un excelente juez del talento y de las posibles historias comerciales, un guionista capaz, un hábil montador, y un exigente productor ejecutivo. Satisfecho de sí mismo, Selznick entregó la película más larga y cara que se había rodado y como resultado tuvo el mayor éxito de taquilla hasta entonces conocido. 

 

 
Ciudadano Kane 


Pocas películas pueden compararse a la ópera prima de Orson Welles. Desde el momento en que comenzó a rodarla Welles buscaba hacer la "mejor película jamás rodada", para ello contaba con su fama de genio y un contrato sin precedentes en el que el director tenía permiso para desarrollar la historia sin interferencias, contratar a sus propios actores y equipo de rodaje y tenía el privilegio del 'final cut' o corte final, lo que ponía fin a las intromisiones del productor en el trabajo del director. El resultado es considerado unánimente la mejor película de la historia por la crítica aunque su fracaso en taquilla supuso el fin de los privilegios en el contrato de Welles, lo que le llevó a una carrera errática en la que, a pesar de todo, brillan con fuerza algunas de las mejores películas jamás rodadas como 'Sed de mal' o 'Campanadas a medianoche', esta última con producción española. Claro que siempre tuvo que soportar el peso de haber realizado la "mejor película de todos los tiempos" en su primer intento, con tan solo 25 años de edad. 

 

Casablanca 


Una de esas películas rodeadas de magia y de leyenda, con el guión con mayor acumulación de frases míticas por página ("Louis, presiento que este es el comienzo de una gran amistad.", "¿Ha sido un cañonazo o el corazón que me late?", "Siempre nos quedará París", "El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.", "Recuerdo cada detalle. Los alemanes iban de gris. Tú ibas de azul.", "De todos los bares y tabernas del mundo tuvo que venir al mio.", e incluso ese "tócala otra vez, Sam" que nunca se dice en la película pero sirvió de título a un divertido homenaje de parte de Woody Allen); el mejor secundario de todos los tiempos, todos en pie por el teniente Renault de Claude Reins (Rick: "No haga tonterias, le apunto directo al corazón." Renault: "Esa es mi parte menos vulnerable"); la pareja más romántica (Un Bogart y una Bergman que en realidad no se podían ver); o el final más perfecto jamás rodado ("Y nunca me dejarás. Yo también tengo mi labor que hacer y no puedes seguirme a donde voy. En lo que tengo que hacer no puedes tomar parte. Y no valgo mucho, pero es fácil comprender que los problemas de tres pequeños seres no cuentan nada en este loco mundo. Algún día lo comprenderás. Vamos, Vamos. Ve con él Ilsa.") que decidieron al final del rodaje y es la imagen que acompaña estas palabras. 

 

Roma, ciudad abierta 


Una mujer desesperada corre detrás de un camión ante la atenta mirada de unos nazis, en una Roma devastada por la guerra. 'Roma, ciudad abierta' supuso el inicio del neorrealismo un importantísimo movimiento italiano que hizo de la precariedad virtud. Tomando como ejemplo el cine de Jean Renoir, los neorrealistas sacaron el cine a las calles, utilizando el rodaje en exterior, la utilización de actores no profesionales y mirando a las clases más desfavorecidas. Rossellini, De Sica o Visconti comenzaron la edad de oro del cine italiano entregando películas del calibre de la ya mencionada, 'Roma, ciudad abierta', 'El ladrón de bicicletas' o 'La terra trema'. La angustia de Anna Magnani corriendo detrás del camión se convertiría en tan icónica que Federico Fellini diría de ella: "Ella es Roma".

 

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