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Dúo Dinámico, eternos y sublimes sin interrupción

Dúo Dinámico, eternos y sublimes sin interrupción

Maravilloso y mítico concierto en el 'nuevo' Price

lunes 20 de julio de 2015, 09:46h
Unos artistazos, benditos artistazos, que cumplen a la perfección la exigencia casi imposible de un poeta maldito como Baudelaire. Sí, la de ser sublimes sin interrupción. Unos polifacéticos musicazos –compositores propios y ajenos-, benditos musicazos, con su hoja de servicios a la cultura hispana desbordada, desbordante y repleta. Unos chavales que, como ellos mismos cuentan en escena, suman más de siglo y medio, y cada día sus conciertos son mejor –esto no lo dicen ellos, aunque podrían, pero sí quien firma estas líneas-. Pongamos que se habla/escribe de Manuel Arcusa y Ramón de la Calva. ¿De quién, si no?

De este eterno y mítico Dúo Dinámico que arrasaron en su ya mítico concierto madrileño del Price, no sólo por la empastada perfección de sus voces, sonando a puro Dúo Dinámico -que también, claro- sino, además, por el conjunto del espectáculo preñado de entrega a tope -26 canciones, 26-, poder comunicativo, transmisión, empatía y simpatía. Naturalmente, además, con un perfecto acompañamiento del grupo de otros seis musicazos que inundaron el recinto de buenas vibraciones.

A toda mecha salieron Manolo, con sus notas altas y agudas tipo Garfunkel y siempre el más dinámico –con perdón- sobre la escena -a lo de otros gloriosos veteranos como Mike Jagger o Miguel Ríos (más jóvenes en edad)-, y Ramón, más en su línea de voz grave y en segundo plano -a lo Paul Simon-, y su encastada tranquilidad. Y, a toda mecha lanzaron al aire uno de sus himnos, ya coreado y disfrutado por una audiencia entregada toda la noche, que los define a la perfección: ‘Resistiré’. A partir de ahí y hasta el final, después de cuatro vises, cuatro, y también con este himno igualmente mítico, y dos horas de actuación, fueron desgranando e interpretando –que es un escalón superior al de cantar- otras 25 canciones, 25.

Entre tan amplia gama incluyeron algunos de sus grandes éxitos propios a lo largo de décadas: ‘Como ayer’, ‘Esos ojitos negros’, ‘Eres tú’, ‘Lolita’, ‘Perdóname’, ‘Quisiera ser’, ‘Somos jóvenes’ –perfecta definición también-, ‘Mari Carmen’, ‘Y yo esperándote’, ‘Yo quiero un muchacha como tú’ y un largo etcétera. E igualmente se apuntaron a otras canciones propias compuestas para otros, como ‘Soy un truhán, soy un señor’ -popularizada por Julio Iglesias- y el eurovisivo 'La la la' -de Massiel-, o versiones que ellos hicieron famosas como esos rocks que son ‘La plaga’ y ‘Baby rock’ o una magnífica y sentida versión del ‘Let it be me’ de Becaud que popularizaron los Everly Brothers y tantos otros.

Variedad, profesionalidad y guateque

En definitiva, un completo y variadísimo recital –por cierto sin las ya famosas 'chuletas' de otros artistas para recordarles las letras de sus canciones; ellos se las saben todas de memoria, qué profesionalidad- con algunos apoyos audiovisuales de fotos antiguas –una de principio de los sesenta en el auténtico y legendario Price- que concluyó con una especie de apoteósico guateque –también de los sesenta- con el público en pie cogidos de la mano y coreando el ‘Resistiré’ y 'El final del verano'.

Todo ello da la categoría de mítica a esta reaparición suya en Madrid -que forma parte de su nueva gira- absolutamente inmejorable. O sea, la antítesis del petardo que pegó días antes un pésimo, afónico desafinado y bochornoso Nicola di Bari, menos veterano que ellos, por mucha fama internacional que tenga. Y es que quizás a ellos, que cambiaron la música en nuestro país –y, en parte, las costumbres- e introdujeron la modernidad –poco antes que esos Beatles hispanos que fueron Los Brincos- no se les ha reconocido como se merecen tal contribución a la cultura, la música y a la sociedad española.

Quizás hayan tenido la mala suerte de haber nacido por estos lares, que si lo hacen en otros como Estados Unidos o Inglaterra, su fama y reconocimiento se habría extendido por todo el planeta desde hace tiempo y ‘per omnia saecula saeculorum’. Aunque para los españolitos fue, es y será una suerte haber tenido y disfrutado tan cerca estos artistazos que siguen la consigna de otro genio sublime sin interrupción, un tal Picasso, que inventó aquello de que “cuando se es joven, se es joven toda la vida”. Gracias, eternos.
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