De nuevo el Holocausto como telón de fondo. El escritor Primo Levi (Juan Carlos Villanueva), y Maurice Rossel (Antonio de la Torre), exmiembro de la Cruz Roja Internacional, en el campo de exterminio de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, coinciden en torno a una entrevista que Anna (María Morales), una periodista incisiva e imparable en pos de la verdad, consigue hacerle a Rossel en presencia de Levi. Todo sucede en 1984 y en Turín, en la cafetería del hotel Roma. Esta es, básicamente, la fábula que presentan dos nombres del ámbito cinematográfico, Manuel Martín Cuenca, director del montaje, y Felipe Vega (autor de la dramaturgia, basada en Un vivant qui passe de Claude Lanzmann), en ‘Un hombre de paso’, una propuesta teatral que puede verse hasta el 20 de febrero en Naves del Español en Matadero.
El campo de exterminio de Auschwitz, en el que permaneció durante diez meses Levi, químico de profesión, y cuyos horrores relató en sus libros Si esto es un hombre y La tregua, no parece ser el mismo lugar que vio un Rossel, comisionado de Cruz Roja, a través de un largo informe en el que no había ni hornos crematorios, ni hombres cadavéricos obligados al silencio absoluto, ni ancianos, niños y mujeres enfrentándose a la antesala de su muerte. A través de las preguntas de Anna, las contradicciones del responsable de Cruz Roja salen a flote provocando aún mayor dolor en quién pregunta que en quién se empeña en no ver lo que no quiere ver.
Levi, que abandona muy pronto la entrevista porque no puede soportar la mirada dulce y exculpatoria que Rossel expone a Anna, vuelve al final del montaje a poner los puntos sobre las íes, y a devolver la dignidad y la decencia a los miles y miles de judíos, gitanos o personas con discapacidad de todos sexo y edad que perdieron la vida y la posibilidad de una mirada inocente sobre la existencia humana tras su paso por los campos de exterminio nazis. Pero también para alertar al público de que “todo es posible”, de que no hay que bajar la guardia nunca porque episodios como esos podrían volver a repetirse en la historia de la humanidad.
El espacio impersonal que marca el campo de juego de los personajes (varias mesas de cafetería dispersas con grandes espejos de fondo que tenuemente dibujan figuras del campo de concentración), ha sido diseñado por Laura Ordás y Esmeralda Díaz. Juanjo Llorens ha iluminado tenuemente el espacio, y con intensidad las figuras de los personajes, sobre todo cuando hablan directamente al público para alertar de que no vuelvan a repetirse esos hechos. El sencillo pero elegante vestuario es de Pedro Moreno y Rafael Garrigós, y el diseño de sonido -microfonía de principio a fin del montaje-, de Miguel Linares.
Antonio de La Torre sale airoso al ponerse en la piel de un personaje que levanta todas las antipatías del espectador; Juan Carlos Villanueva es un Levi tan dolido como militante antifascista convincente, y María Morales -como siempre-, contundente, segura y frágil a la vez. Un trabajo encomiable de Manuel Martín Cuenca como director de una propuesta que ha atraído antes la atención general del público sevillano y que, estoy seguro, llenará cada día también la Sala Max Aub de Naves del Matadero. Muy interesante.
‘Un hombre de paso’
Dramaturgia: Felipe Vega basada en la obra Un vivant qui passe de Claude Lanzmann
Dirección: Manuel Martín Cuenca
Con: Antonio de la Torre, María Morales y Juan Carlos Villanueva
Diseño de iluminación: Juanjo Llorens
Diseño de espacio escénico: Laura Ordás y Esmeralda Díaz
Diseño de vestuario: Pedro Moreno y Rafael Garrigós
Diseño de sonido: Miguel Linares
Ayudante de dirección: Sara Illán
Una coproducción de EB Producciones, SEDA, Mansion Clapham producciones, Vania, ProduccionesOFF y Manuel Martín Cuenca
Naves del Español en Matadero, Madrid
Hasta el 20 de febrero de 2022