Juan Mayorga, profesor, dramaturgo y reciente académico de la RAE, regresa de nuevo a las tablas del madrileño Teatro María Guerrero, una de las sedes del Centro Dramático Nacional. Esta vez con ‘El chico de la última fila’ en montaje espléndidamente dirigido por Andrés Lima y con un estupendo plantel de actores, unos provenientes de Animalario y otros de la barcelonesa Sala Becket, productora del espectáculo: Guillem Barbosa, Pilar Castro, Arnau Comas, Natalie Pinot, Alberto San Juan y Guillermo Toledo.
Dos horas de espectáculo repleto de temas profundos pero atravesados por un sentido del humor fresco y cercano: el aprendizaje académico, las relaciones profesor alumno, la familia, la vida en el centro escolar, su prolongación hasta el salón de casa, la literatura, la observación de lo cotidiano como fuente de inspiración y de aprendizaje, el arte moderno, la coexistencia de diversas ópticas frente a los hechos observados, la influencia de la ficción en la vida y viceversa… Un sinfín de temas y de subtemas presentados de forma sencilla y profunda a la vez, y con un dinamismo y agilidad por parte de Andrés Lima que verdaderamente hacen del montaje una auténtica delicia.
La fábula de Mayorga presenta a German, un profesor de Literatura (natural, imponente, contenido, cercano (Alberto San Juan), que halla en uno de sus alumnos, Claudio (Guillem Barbosa), que se sienta siempre en la última fila para tener a todos sus compañeros en permanente observación. Pero a Claudio le interesa especialmente Rafa (Arnau Comas), un chico de familia acomodada y burguesa. Y le interesa hasta el punto de haber pergeñado un minucioso plan de asedio para poder acceder a su casa, a su mundo. Lo hace ofreciéndose como improvisado profesor de Matemáticas y, poco a poco, va entrando en las estancias domésticas, en la intimidad y en las vidas de su padre y, especialmente, de su madre. Todo esto lo presenta en atractivas redacciones al profesor de Literatura, que este comparte también con su esposa, creando en ambos una adicción a esa historia por entregas al tiempo que una cierta inquietud porque la línea de separación entre la ficción y la realidad se diluye en esas narraciones como un azucarillo en el café.
La original, sencilla y sorprendente escenografía de Beatriz San Juan presenta un escaso atrezo (un sofá, una mesa, alguna silla…) y unas vaporosas cortinas que, convenientemente colocadas, sirven para definir los distintos espacios en donde discurre la acción (la clase, la casa de Rafael o la del profesor). La iluminación de Marc Salicrú y el espacio sonoro de Jaume Manresa enmarcan, definen y potencian los distintos estadios de la fábula contada. Por último, Miriam Compte ha vestido con ropas cómodas y actuales a los personajes.
La puesta en escena es fascinante. Andrés Lima ha conseguido que la inquietud vaya in crescendo a medida que avanza la obra y que esta se vaya dispersando por el patio de butacas hasta hacer al público caer en la cuenta de que ese voyeurismo de Claudio alcanza no solo al profesor sino también al mismo público que asiste como un voyeur más a la historia. Un espejo que se mira en otro espejo, que se mira en otro espejo…
‘El chico de la última fila’ es, sin duda, una de las mejores piezas de Juan Mayorga en la que el autor presenta los personajes y los temas con la ambigüedad y la distancia que le caracterizan, sabedor e incitador del público para que este tome su propio partido, adopte una postura ante los numerosos problemas éticos y políticos que se plantean.
‘El chico de la última fila’
Texto: Juan Mayorga
Dirección: Andrés Lima
Reparto: Guillem Barbosa, Pilar Castro, Arnau Comas, Natalie Pinot, Alberto San Juan y Guillermo Toledo
Escenografía: Beatriz San Juan
Iluminación: Marc Salicrú
Vestuario: Miriam Compte
Espacio sonoro: Jaume Manresa
Fotografía: Luz Soria
Producción: Sala Beckett
Teatro María Guerrero, Madrid
Hasta el 8 de noviembre de 2020