Crítica de la obra de teatro 'El palmeral': la historia se repite, y se repite, y se repite...

Las heridas profundas entre hermanos no son historias nuevas. Hombres, pueblos, naciones enteras se han masacrado sin piedad y, visto después con tiempo y espacio suficientes, casi siempre por razones mezquinas, evitables. De historia, de envidias, de sinrazones y de prejuicios nefandos trata ‘El palmeral’, del dramaturgo catalán Albert Tola y dirigido por Jorge Hugo Marín al frente del montaje de La Maldita Vanidad, una compañía, productora, escuela y sala colombiana que, desde Bogotá, lleva más de una década trabajando con una visión contemporánea de la escena.

‘El palmeral’ ha pasado solo dos días por el Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid en otras tantas representaciones llevadas a cabo en el Teatro del Barrio. Ambas han bastado para atravesar el alma de los espectadores a través de una historia poética, mágica, metafórica, y magistralmente contada a siete voces, las de los personajes que encarnan tres estupendos actores: Ella Margarita Becerra –que pone voz y cuerpo a las tres mujeres de la propuesta-, José Saeed Pezeshki y Santiago Lozano -que se ponen en la piel de dos hombres cada uno-.

Todo ocurre hace un milenio, casi al final de la presencia árabe en lo que entonces aún no era España sino Al Andalus. Los desencuentros entre gobernantes hicieron que el territorio ocupado se dividiese en taifas, y en una de ellas un funcionario de la pequeña corte, el historiador y poeta Abu Hâssan, se enamora de un soldado, Tahir, y como consecuencia de esa irrefrenable pasión homosexual ambos son degollados públicamente en un palmeral. El que denuncia a Hâssan es Khalid, su discípulo y cuñado de Tahir, hermano de la esposa de éste, Aisha. Primero es a Tahir a quien cortan la cabeza. Así el funcionario Abu Hâssan –los servidores públicos aún deben cumplir con más ahínco la ley-, sufrirá doblemente porque, a renglón seguido será su propia cabeza la que ruede por el suelo. La historia que cuenta ‘El palmeral’ tiene lugar entre una y otra ejecución, contada, además de los dos reos, por sus esposas, el discípulo y cuñado y por una tercera mujer.

Cada uno de los personajes da su punto de vista sobre los hechos que han llevado a los dos hombres a despreciar las convenciones sociales y a prestar atención solo a su pasión. No hay diálogo alguno entre ellos. Una luz tenue, concreta, definida ilumina solo al que habla en cada momento. El resto permanece en las sombras, canta coralmente, reza jaculatorias en árabe para subrayar la fuerza de la tradición, de una ley inexorable que pasa por encima de cualquier sentimiento o razón.

La puesta en escena es exquisita, la dicción y la expresión corporal de los tres protagonistas, sencillamente envidiable -no estaría nada mal que se pasasen por aquí a dar unos cuantos talleres de voz para que muchos de nuestros actores tomasen nota de cómo pronunciar con claridad cristalina-. La propuesta, humilde en los medios, sin aparentes pretensiones, dicta sin embargo una lección de lo que es el mejor teatro, desnudo y sin artificios innecesarios. Todo está al servicio de la historia que se cuenta y esa sencillez y profundidad dotan al montaje de una emoción y un estremecimiento casi espirituales y que atraviesan al espectador en los poco más de sesenta minutos de función. ¡Magnífica!

‘El palmeral’

Autor: Albert Tola

Director: Jorge Hugo Marín

Elenco: Ella Margarita Becerra, José Saeed Pezeshki y Santiago Lozano

Asistente de dirección: María Paula Rodríguez

Arte: Nicolás Williamson

Productor en gira: Wilson L. García D.

Distribución: Opsis Producciones S.L.

Una producción de La Maldita Vanidad

40º Festival de Otoño de Madrid

Teatro del Barrio

12 y 13 de noviembre de 2022