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Galdós veroniquea a su primer novillo
Galdós veroniquea a su primer novillo (Foto: JuanPelegrín)

San Isidro: una de novilleros vulgares, posmodernos y (des)olé

Ni Alejandro Marcos ni Joaquín Galdós ni Juan de Castilla se lucen frente a un encierro sin casta pero toreable

lunes 23 de mayo de 2016, 21:59h
No es que los novillos fueran nada del otro mundo en casta (escasa), fuerza (poca) y bravura(nula), no. Pero los de La Ventana del Puerto eran nobilísimos, casi carretones que se prestaban para sentirse y gustarse por parte de sus lidiadores, sí. Mas, ¡ay dolor!, los chavales con todo el (des)toreo moderno en la cabeza fueron incapaces de lucirse ni de arrancar olés en una tarde más gris, muy gris para Alejandro Marcos, Joaquín Galdós y Juan de Castilla. Una tade de des(olé).

Un revistero antiguo, a principios de los noventa, puso de moda entre los aficionados en forma castiza la frase de "¿Qué 'quedrán'?", cuando los coletudos desaprovechaban las buenas condiciones para hacer el toreo, para triunfar. Pues, eso. Si una terna de novilleros punteros desaprovechan, con su nula imaginación, su vulgaridad y sus ventajismos, la ventana que les abrieron los dóciles y obedientes bureles de El Puerto, malo. Muy malo para ellos, sí. Pero también para la propia Fiesta, tan necesitada de emoción, calidad y savia nueva.

El ingrediente esencial de la emoción era casi imposible con el encierro lidiado este lunes, pero los seis, en diversa gradación, ofrecían si no faenas macizas sí que los chavales aportaran entrega a tope y series con percal y sobre todo flámula de toreo de salón, de sentirse artistas y transmitir al aburrido público algo que les llenara. Pero no. La terna, sumergida en el (des)toreo moderno -al hilo de pitón, la suerte descargada, metiend pico...-, fue incapaz de arrancar ni un olé pasional ni que restallasen las palmas con fuerza.

Sólo tras despenar Alejandro Marcos al que abrió función surgieron unos cuanto pañuelos en minoritaria petición de trofeo, pero no por una labor que lo mereciera, sino porque en un intento de estatuario -un pase tan inadecuado al final de la faena-, el novillo le golpeó y lanzó por los aires, quedando 'groggy' -el coletudo, no el animal- y volviendo a la arena cuando parecía que su lugar era la enfermería. En esta sociedad tan blanda y posmoderna, es normal una reacción semejante del público.

Antes del percance, el salmantino había amontonado los pases sin decir prácticamente nada. Claro que aún peor anduvo con el cuarto y como no hubo percance ninguno de los tropecientos mil muletazos interesó. Tropecientos mil uno fueron los que Joaquin Galdós, que venía de cortar el domingo dos orejas en Sevilla, le pegó a los de su lote, aburriendo tanto que hasta el quinto después de muchos de ellos le coceó y huyó. Al menos, es justo y necesario remarcar que el peruano sí logró algunas bellas verónicas en quites.

Tampoco Juan de Castilla, un león en la anterior novillada -cuando mató cuatro por la cogida de Luis Miguel Adame, al que sustituyó este lunes- fue capaz de despertarnos mínimamente del sopor, en algún quite suelto y cuando llevó al caballo galleando de frente por detrás al último de la tarde, con el que comenzó la faena menos ventajista que la que le realizó al tercero, y le extrajo dos aceptables tandas de redondos, para acabar diluyéndose todo."¿Qué 'quedrán'?".

Ficha

Novillos de LA VENTANA DEL PUERTO, bien presentados, con mayor trapío los tres últimos; flojos, descastados y muy nobles. ALEJANDRO MARCOS: petición y vuelta por su cuenta tras aviso; silencio tras aviso. JOAQUÍN GALDÓS: silencio; silencio. JUAN DE CASTILLA: silencio tras aviso; silencio tras aviso. Plaza de Las Ventas, 23 de mayo. 17ª de Feria. Dos tercios de entrada.

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