Crítica de la obra de teatro 'Morirse en verano': depresión estival

Pasó por Surge Madrid a finales de septiembre y ahora continúa en El Umbral de Primavera sembrando la hermosa sala de Lavapiés con un perfume de fragilidad, de nostalgia, de impotencia, de saudade y de una cierta tristeza, pero también de esperanza, de una luz que, acaso el próximo verano, vuelva a brillar de nuevo como solía. Todo eso y mucho más encierra ‘Morirse en verano’, montaje escrito y dirigido por Máximo Huerta para tres personajes recogidos en sí mismos que encarnan Lucas Ferraro, Antonio Aguilar y Maya Reyes.

Lucas Ferraro es Walter, un joven arisco, sarcástico y descreído que arrastra su cuerpo en una silla de ruedas mientras se esfuerza en terminar de componer un disco -POP o Morirse en Verano-, en el que trata de recoger versiones propias sobre viejas canciones de verano que algún día, y entre otros, cantaron Palito Ortega o Marisol (“Tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegría…”). La fuerza que imprime a sus versiones es justamente la que le falta para encarar la vida, una vida que parece discurrir en permanente contra de sus deseos. Ni siquiera las aspas monótonas del ventilador que hace llevadera la existencia del tórrido agosto le parece que hacen lo que deben, refrescar ligeramente el ambiente a costa de su girar monótono e imparable.

Maya Reyes es Ella, la pareja de Walter, especialista en Grafología, y que en París estudia ciertos manuscritos del Musée des Lettres et Manuscrits. Su sintonía con Walter parece que desapareció hace ya tiempo y las cada vez más escasas iniciativas de acercamiento son siempre estériles.

Antonio Aguilar, El, amigo de la pareja, utópico izquierdista siempre con La Internacional resonando en sus pensamientos y en sus acciones, no se resigna a admitir que los tiempos han cambiado, que sus amigos también y su única forma práctica de hacer frente a los acontecimientos es volver a dar buena cuenta de un bocata kilométrico.

Personajes que dicen amar a las plantas, aunque sus interlocutores favoritos sean las piedras, acaso porque estas son incapaces de llevar la contraria a nadie, viven envueltos en un halo de misterio, de incomunicación, de existencia críptica y frágil que unos (Ella) encaran en bikini y tomando el sol, y otros prefieren hacerlo encerrados en casa y sin asomar siquiera la nariz a la calle para no contagiarse de esa alegría oficial de las vacaciones y el estío.

Varias lámparas de pie diseminadas por el escenario, unos cuantos discos de vinilo ansiosos de volver a que se pose una aguja sobre ellos, varios ventiladores y varias sillas son la base del espacio escénico diseñado por Bibiana Cabral. La música original es de MAH. Constanza A. Aránguiz, por último, viste a los personajes con ropa veraniega actual y, en el caso de Ella, con un precioso vestido rojo.

El críptico montaje de Máximo Huerta no tiene absolutamente nada que ver con aquel Moisés festivo y futbolero con el que nos sorprendió en pasadas temporadas. Por el contrario, ‘Morirse en verano’ es el comienzo de un nuevo, arriesgado y sorprendente camino -es la primera obra de una trilogía del autor-, en busca de análisis más profundos sobre la existencia, el ser, el estar, el constante vivir entre incertidumbres. Al fin y al cabo, las mismas en los que todos tenemos que navegar en el día a día. La obra, en fin, descoloca, sorprende y atrae por su sutileza, su desnudez, sus dudas y sus neuras. Interesante.

‘Morirse en verano’

Dramaturgia y dirección: Máximo Huerta

Intérpretes: Maya Reyes, Lucas Ferraro y Antonio Aguilar

Ayudante de dirección: Constanza A. Aránguiz

Diseñadora espacio escénico: Bibiana Cabral

Fotografía: Coral Ortiz

Música original: MAH

Diseño de vestuario: Constanza A. Aránguiz

Realización audiovisual: Nessuno Collective – Pinea Films

Producción: El Hangar – Nessuno Collective

El Umbral de Primavera, Madrid

Próxima función: 27 de octubre de 2023

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