Crítica de la obra de teatro 'Elizabeth Siddall': arte y vida

Desde noviembre del año pasado viene representándose en la sala Lola Membrives del teatro Lara un emocionante monólogo interior sobre la figura de Elizabeth Siddall, la modelo, pintora y poeta británica de la segunda mitad del siglo XIX, cuya vida bien pudiera encarnar todos los clichés que se han ido arrastrando a través de los años del ideal romántico del momento. El montaje, titulado como la propia artista, ‘Elizabeth Siddall’, está dirigido por Paco Montes y cuya dramaturgia y adaptación son de María Giménez, que ha partido de un texto firmado por Inés Piñole.

Es la propia María Giménez quien encarna a la figura de Siddall, una mujer esbelta, pelirroja, delgada y seductora que sirvió de modelo y musa a los pintores prerrafaelitas (John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman, y varios poetas y críticos de arte que bebían de la inspiración del autor John Ruskin). Todos ellos aborrecían el canon del momento, marcado por el ideal renacentista de Rafael y Miguel Ángel, y volvían la vista hacia la historia, los mitos, la naturaleza y la cultura medievales.

Quizás el retrato más visto y conocido por el gran público de la figura de Lizzie sea la Ofelia de Millais finalizada en 1852, en la que la entonces modelo posaba para el pintor en un baño lleno de agua que, para mantenerla a una temperatura adecuada, el artista la calentaba con lámparas de aceite situadas debajo de la bañera. En una de las ocasiones esas lámparas se apagaron, la modelo se enfrió, pilló una neumonía que supuso el final de su carrera como modelo, pero también el principio de su labor como pintora y como poeta.

Giménez encarna a una Lizzie sensible, abatida, que se mantiene viva a base de láudano, lo cual le provoca una permanente especie de ensoñación que discurre al borde de lo vivido, lo soñado y lo anhelado. Estupenda María Giménez que ha conseguido adueñarse del alma de Elizabeth y transportar a la artista en cuerpo y alma hasta la sala pequeña del Teatro Lara.

Fascinante también la escenografía (varios marcos que recubren un plástico brillante a modo de espejos), la iluminación y el vestuario (una prenda ajustada de color carne que ayuda a que Lizzie permanezca semidesnuda durante toda la representación…), ideados por Enrique Martinez quién, además, mantiene toda la sala entre una constante niebla que remite tanto al Londres de la modelo y artista como a su turbulento mundo interior que, a su vez, transporta al espectador a esa especie de claustrofobia que debía sentir Siddall por la impotencia y el dolor que le causaba su letal enfermedad.

La sensible composición musical y el diseño de sonido de Bruno Axel completan, por último, esta más que notable propuesta que —estoy seguro de ello—, provocará en muchos espectadores la necesidad de investigar un poco más sobre la figura de esa ‘Elizabeth Siddall’, una figura apasionada, cautivadora, frágil y decidida a enfrentarse con ella misma y con la sociedad de su tiempo que nunca pudo entender que una mujer como ella tuviera todo el derecho del mundo a ser ella misma y a agarrarse a la vida como un clavo ardiendo.

“…hemos venido a exprimir todos los momentos de amor y desamor que nos ha regalado el camino. Y digo esto porque su vida está llena de eso, de amor. Y si no hubiera sido por el amor, tú, Elizabeth, mujer adelantada a tu tiempo te habrías ido…”. Un montaje muy interesante.

‘Elizabeth Siddall’

Idea original: María Giménez

Dramaturgia: Adaptación del texto de Inés Piñole.

Dirección: Paco Montes

Intérprete: María Giménez de Cala

Ayudante de dirección: Natalia Fisac

Escenografía, iluminación y vestuario: Enrique Martinez

Composición Musical y diseño de sonido: Bruno Axel

Producción: mariagimenezproducciones

Producción Ejecutiva: María Giménez

Fotografía Julia D. Velazquez (Cartel)

Prensa y comunicación: María Diaz

Teatro Lara, Madrid

Próxima representación: 17 de enero de 2024