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'Twin Peaks' 3x08: el capítulo más asombroso jamás emitido en la televisión
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'Twin Peaks' 3x08: el capítulo más asombroso jamás emitido en la televisión

lunes 03 de julio de 2017, 17:25h
En mi última crítica de este maravilloso regreso al universo de 'Twin Peaks' hablaba de una serie "libre e imprevisible" pero después de ver lo que nos tenía preparados David Lynch para este octavo episodio creo que me quedé muy corto, de repente una serie de televisión está haciendo cosas de las salas de arte y ensayo de los años 60 y 70, buceando en el inconsciente de su creador de una manera que nunca antes se había visto en la pequeña pantalla. Una explosión de creatividad y surrealismo que poco tiene que ver con todo demás que se está emitiendo, ni con nada emitido hasta ahora.

((ATENCIÓN SPOILERS))

El capítulo comenzó de una manera relativamente normal. El Cooper malvado acaba de escapar de prisión y se ha llevado a su compinche, el hombre que sabe que le ha traicionado, es todo muy inquietante y en cualquier momento sabes que este puede desaparecer de la peor manera posible. Lynch recurre a un plano muy querido en su filmografía, la de la carreta solitaria, iluminada únicamente por los faros del coche. Esas primeras imágenes tan ‘lyncheanas’ de carreteras vacías, parecen indicar siempre una señal de peligro, pero en este caso no solo para Ray o para el propio Cooper malvado, sino para el espectador, el mensaje es claro, "agárrense que vienen curvas".

Después de presenciar como es el compinche el que acaba con el Cooper malvado (en esta serie nunca pasa lo que esperas) aparecen unos misteriosos hombres pintados de negro. Es una imagen poderosa, estos se acercan al cadáver y parece como si se lo estuvieran comiendo, aunque no queda claro si le están ayudando o no. Su aspecto es similar a los que ya habían aparecido en la cárcel donde se encuentra el principal sospechoso del asesinato en el que ha aparecido el cadáver del Mayor Garland Briggs, y en la estación de policía cuando una agente del ejército va a identificarlo. Por si fuera poco, también son totalmente parecidos a aquel extraño ser que aparecía detrás de Winkie en 'Mullholland drive'. ¿Está intentando unir Lynch toda su obra o solo nos está troleando? Lo increíble es que este comienzo parezca realista comparado con lo que se nos viene a continuación.

De viaje al corazón de una bomba atómica

Antes de nuestro particular descenso a uno de los momentos más asombrosos de la historia de la televisión, Lynch nos regala la actuación de Nine Inch Nails tocando una canción tan violenta, oscura y disturbadora como lo que se nos viene a continuación. Tras trasladarnos temporalmente a 1945, a la primera prueba atómica en Nuevo México, David Lynch nos mete (literalmente) de cabeza en el hongo de la explosión con una catarata de imágenes que remiten al Malick de 'El árbol de la vida' o al Kubrick de '2001'. Es un ballet de imágenes donde una de las pocas cosas que podemos reconocer, además de su abstracta belleza, es la aparición de Bob. Sí, el mismo Bob que se apodera de Leland Palmer para violar y matar a su hija, el mismo que se encuentra en el cuerpo del malvado Cooper. El tipo que ha representado el mal en sí mismo desde el comienzo de la serie es producto de la peor maldad humana, no un espíritu de otra dimensión. Una cosa tan importante no llega con unas imágenes a la altura. Lynch nos dice que al liberar fuerzas tan destructivas e inabarcables, también liberamos nuestros peores instintos.

Tras este loco huracán las cosas siguen sin aclararse del todo, vemos una habitación con una mujer vestida como de circo, aparece el gigante de la primera etapa, comienza a mirar la misma explosión que acabamos de ver y la para en el momento en el que aparece Bob. Siguen viniendo asociaciones, en este caso con Fellini y la parte del Club Silencio de 'Mulholland Drive'. Parece claro que el gigante es una fuerza positiva, está creando unas burbujas en las que, en vez de Bob, aparece Laura Palmer, son el único punto de color en un mundo en blanco y negro, ¿acaso son ángeles?.

Pero hay un tercer acto y es también arrebatador. Está situado 11 años más tarde, una pareja de adolescentes camina junta hasta la casa de ella, de un huevo nace un extraño bicho con ancas de rana y alas de insecto. Los misteriosos hombre sombra vuelven a hacer su aparición. En especial uno de ellos que aterroriza a quien se encuentra a su paso pidiendo fuego con una voz salida de las más oscuras catacumbas. Luego se dirige a una emisora de radio mientras suenan los Platters, aplasta la cabeza de una secretaria que trabaja allí y comienza a hacer lo mismo con el DJ, mientras quita el disco y comienza a recitar las siguientes palabras: “Esta es el agua y este es el pozo. Bebe todo y desciende. El caballo es lo blanco del ojo y la oscuridad interna''. Mientras lo repite, el extraño bicho que ha surgido de un huevo se mete en la boca de la chica que acaba de llegar a casa, despidiéndose de su acompañante con un casto beso.

Desde los tiempos en los que Buñuel acudió al estreno de ‘La edad de oro’ con piedras en los bolsillos no se veía nada igual. Lo increíble de todo es que un capítulo cuya principal reacción sea “¿Qué demonios acabo de ver?” sea también con el que Lynch explica muchas de las cosas de las que procede su universo. El único problema que tengo con este alucinante episodio es, y ahora ¿cómo se supera ésto?

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