Amor, tedio y humor en ‘Escenas de la vida conyugal’

Se apagan las luces de la Sala Roja de los Teatros del Canal. Es miércoles, 21 de octubre, día de estreno. Ricardo Darín y Érica Rivas (la fantástica novia del último episodio de ‘Relatos salvajes’), dirigidos por Norma Aleandro (trío argentino de monstruos de la escena), en afortunadísima conjunción de los astros, se han unido para estrenar en Madrid ‘Escenas de la vida conyugal’, de Ingmar Bergman.

El silencio puede cortarse al tiempo que se abre el telón. Suenan los pasos de Ricardo Darín y una potente luz cae sobre el actor. Es Juan, de cuarenta y muchos, casado con Mariana, treinta y muchos también. El matrimonio está en crisis después de haber pasado ya unos años... Desde el mismo momento que se enfrenta al público para enunciar el título de la escena primera, “El arte de esconder la basura debajo de la alfombra” la emoción inunda la sala y contagia hasta el último espectador…

‘Escenas de la vida conyugal’ está inspirada en la obra de teatro que escribió Ingmar Bergman en 1981 (tras el éxito de una miniserie para la televisión sueca en 1973 y una película posterior). La obra (http://www.teatroscanal.com/espectaculo/escenas-vida-conyugal-teatro/) presenta a un matrimonio convencional que se enfrenta a la realidad de su hastío en su vida de pareja (“¡tremenda vida! metida en un diseño que nos dice todo lo que tenemos que hacer”).

Durante casi dos horas, el espectador vive en directo la crónica de la erosión de un matrimonio entre descarnada, irónica, compasiva, amable, ruda… e ¿inevitable? Esa pregunta debe respondérsela cada uno de los espectadores que asisten al montaje de ‘Escenas de la vida conyugal’ que, el día del estreno, llenaban totalmente el teatro. El paisaje de la Sala Roja va a ser el mismo hasta el día 8 de noviembre, último día de representación, porque el espectáculo tiene ya asegurado el lleno diario al haberse colgado hace algunos días el cartel de que las entradas están agotadas…

Enormes

Ricardo Darín y Érica Rivas son capaces desde el primer momento de crear un ambiente de verdadera intimidad emocional sobre el escenario. Son dos actores inmensos, que trasladan al patio de butacas toda la carga emocional que ellos deben desplegar para contar una historia tan personal, tan íntima. En una sucesión de escenas, que los mismos actores se encargan, por separado, de ir presentando, después de que, al finalizar cada una, se apaguen las luces de la sala y una suave música de jazz (piano, saxo y, a veces, viola…) mantenga unos instantes la tensión hasta la próxima escena: El arte de esconder la basura debajo de la alfombra; La cama; Paula; Real e irreal, El valle de lágrimas,…

El espacio por el que se mueve el matrimonio -ambos están siempre presentes en el escenario-, está siempre casi desnudo de elementos: apenas unos muebles (una cama, un diván, una mesa y un par de sillas o el escenario totalmente vacío, con una luna ahí arriba). Allí están Juan y Mariana presentándonos sus problemas cotidianos a través de diálogos íntimos, sencillos, los que cualquier espectador podría tener y que siempre nos hacen gracia cuando los vemos reflejados en los demás, y nunca cuando los protagonistas somos nosotros mismos.

La interpretación de los dos actores argentinos es comedida, limpia, contenida, sin dejarse llevar por esos trucos que todo actor conoce para asegurarse que va a gustar y que aquí resultan absolutamente innecesarios. Claro que Érica y Ricardo cuajan en este montaje dos personajes de carne y hueso, que ríen, lloran, respiran, sudan… Dos personajes a los que invade la ansiedad, el coraje, el dolor, la inseguridad, la insatisfacción, el engaño y los celos (“Vos no sabes nada de mí”, Mariana”, “… estoy harto de lo que se debe y no se debe hacer”, “… te amo más desde que la conozco”, refiriéndose a su amante Paula).

Parece mentira que haya sido un sueco, Ingmar Bergman, quien haya tratado con tanta agudeza e inteligencia sobre todos estos temas tan cotidianos como íntimos, tan espinosos como dolorosos en los que, probablemente, se vean reflejados en algún momento todos los matrimonios con algunos trienios a sus espaldas. El mayor acierto, de Bergman, que la directora del montaje, Norma Aleandro, ha querido pronunciar, es transitar por ellos con una sobredosis de ironía y siempre en tono de comedia. El resultado es, desde luego, una pieza memorable de principio a fin.

Desde ahora, y, puestos a elegir, entre la pareja Liv Ullman y Earland Josephson, protagonistas del film de Bergman, ‘Secretos de un matrimonio’ y la de los argentinos Érica Rivas y Ricardo Darín, después de asistir a estas ‘Escenas de la vida conyugal’, sin dudarlo un instante, me quedo con esta última. Lo que Ricardo y Érica hacen sobre las tablas de los Teatros del Canal es una verdadera lección magistral para actores jóvenes, que no deberían perderse la función, y un sencillo recuerdo a todos los espectadores que la esencia misma del teatro son el actor y la palabra y, entre ambos, la emoción. Lo demás, sobra.


‘Escenas de la vida conyugal’, de Ingmar Bergman.
Dirección: Norma Aleandro
Intérpretes: Érica Rivas y Ricardo Darín
Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino
Música original: Diego Savoretti
Escenografía: Juan Lepes
Vestuario: Renata Schussheim
Iluminación: Gonzalo Córdoba
Sonido: Guillermo Perulán
Teatros del Canal (Sala Roja), hasta el 8 de noviembre