Vicenta Lorca Romero, madre de Federico García Lorca, es la única protagonista de este ‘Lorca, Vicenta’, texto escrito a seis manos, las de Yolanda Pallín, Itziar Pascual y Jesús Laiz, en montaje dirigido por José Bornás y con la interpretación de Cristina Marcos.
Primer tercio del siglo XX. Casa burguesa de provincias en donde el salón está repleto de viejos muebles familiares (mecedora, sillas, mesa de trabajo, piano…) y un sinfín de detalles, de recuerdos, de objetos artesanos y artísticos de entre los que destacan varios títeres. La escenografía la firma Asier Sancho, el atrezo y los títeres Andrea Waitzman y la delicada iluminación del ambiente es de Juanjo Llorens. A Vicenta la viste Almudena Rodríguez Huertas con piezas de la época en donde domina el negro. Algunos vídeos se proyectan en una especie de pizarra, en realidad pantalla, situada al fondo del escenario, firmados por Pedro Chamizo que ilustran personajes y época, y Xenia Sevillano dibuja y trenza los movimientos de Vicenta en ese proceloso mar de recuerdos.
El piano lanza al aire bellísimas notas ejecutadas en directo con la misma sensibilidad que maestría por Cristina Presmanes (Alleluya, Take this walz, de Leonard Cohen, y música popular española que el propio Federico tocaba también al piano). En medio de ellas, Vicenta Lorca desgrana recuerdos, emociones, proyectos, miedos, anhelos, situaciones, amistades o anécdotas referidos a su vida de maestra en Fuente Vaqueros que -eran leyes de la época-, tiene que dejar su trabajo cuando va a casarse. Luego vendrían los cinco hijos y, con ellos, las preocupaciones por su presente y su futuro.
Cristina Marcos transita por la época y sus recuerdos como por su casa, con aire sumiso y apocado, pero siempre lleno de vida, de proyectos y de afán protector de la prole y, en especial, de su Federico. Le hubiera gustado que no fuera así, pero no tiene más remedio que aceptar su viaje a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, aunque un vago presentimiento le hace intuir que en la capital de España no todo está atado.
Los recuerdos se entrelazan también con poemas e ilustraciones en vídeo del mundo de Federico. Las voces en off de Miguel Rellán, Daniel Albadalejo, Elisa Matilla y Ángel Ruiz recuerdan algunos de sus hermosos versos.
Por la memoria de Vicenta van desfilando personajes (sus padres, muertos siendo ella aún muy joven, su marido, que aporta la estabilidad económica a la familia, Manuel de Falla…), circunstancias de la época, la asunción familiar de la homosexualidad de Federico, no tan bien aceptada socialmente, y el ambiente prebélico y revolucionario que acabó con el poeta enterrado en su tierra granadina y muerto a balazos al comienzo de la Guerra Civil.
Pinceladas, unas veces expresas y otras sugeridas, de un momento de la historia de España y de la historia de la familia García Lorca, esta vez vistos desde la perspectiva de alguien muy próximo al poeta, su propia madre, que amplían un poco más los ya muchos espectáculos sobre su figura que hemos podido ver en estos últimos meses. Quizás los mejores hayan sido los protagonizados por Alberto San Juan, o por Carmelo Gómez.
Esta ‘Lorca, Vicenta’ es, en fin, una simbiosis de teatro documento y melodrama con una nueva perspectiva sobre la figura del poeta granadino a través de la visión de su madre, Vicenta, una mujer muy poco conocida pero que tanto influyó en la formación académica y, sobre todo, sentimental de Federico. Interesante.
‘Lorca, Vicenta’
Dirección: José Bornás
Texto: Yolanda Pallín, Itziar Pascual y Jesús Laiz
Dramaturgia: Yolanda Pallín, Itziar Pascual y Jesús Laiz
Reparto: Cristina Marcos
Piano: Cristina Presmanes
Iluminación: Juanjo Llorens
Escenografía: Asier Sancho
Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas
Vídeo escena: Pedro Chamizo
Títeres y objetos: Andrea Waitzman
Coreografía y movimiento: Xenia Sevillano
Ayudante de dirección: Mariana Kmaid
Producción ejecutiva: Javier Ortíz
Teatro Fernán Gómez, Madrid
Hasta el 27 de febrero de 2022