Suena Dream Baby Dream en versión de Suicide, son las fiestas de verano del pueblo, una chica a la que da vida Marina Salas y un chico de Santa Coloma de Queralt (Tarragona) que juega la final de frontón interpretado por Raúl Prieto, se enamoran. Sobre un fondo oscuro y sin que se vea la escenografía comienza El entusiasmo, el nuevo montaje escrito y dirigido por Pablo Remón, una producción del Centro Dramático Nacional con Teatro Kamikaze que se estrena este 7 de noviembre y podrá verse hasta el 28 de diciembre en Madrid.
A continuación, se ilumina el escenario, se descubre la escenografía y aparecen en escena Toni y Olivia, una pareja que ronda los cuarenta y cinco años, tienen dos hijos y no están pasando por su mejor momento. Francesco Carril y Natalia Hernández son esta pareja (él un profesor universitario con un libro publicado, ella una periodista y madre de familia) que narra su vida de forma fragmentaria, con flashback al pasado, y frecuentes cambios de narrador que incluyen hasta a un entrevistador o la propuesta escénica de tener sobre el escenario casi en todo momento a los cuatro intérpretes presentes con intervenciones directas o indirectas.
En palabras de Pablo Remón, «este montaje trata varios temas, uno de ellos es la crisis de la mediana edad que es una crisis existencial y profunda de los personajes; pero también la crisis de la narración: ¿cómo seguimos contando historias a estas alturas?, ¿cómo nos contamos nuestra propia historia? o la ficción: ¿somos autores o personajes de nuestra vida?»
El dramaturgo y director ha preparado un montaje formado por diferentes niveles de lectura para hablarnos de la narración como metáfora de la vida a través de la que nos contamos o inventamos nuestra propia historia. De esta manera, Toni es un escritor truncado, autor de un libro de relatos, que no consigue encontrar su propia voz para escribir la novela que siempre ha querido. Pablo Remón asegura que «Toni necesita volver a ser autor, escribir esta novela, para tener la sensación de comprender donde está existencialmente. Está muy relacionado el hecho de ser capaz de construir una narración con el hecho de ser autor de tu propia vida y que esta esté bajo tu control».
El título del montaje, El entusiasmo, alude a la ilusión de la pareja de Toni y Olivia por encontrar un motor que dé sentido a sus vidas. Pablo Remón explica la etimología de la palabra que en la antigua Grecia aludía al poeta poseído por las musas. «Hay una idea clave en la obra. ¿Qué nos posee? Si no nos posee el entusiasmo, la imaginación o la creación; dejamos espacio a que, a determinada edad, nos posean las neurosis». Francesco Carril explica que «los dos personajes están en el camino de intentar recuperar el entusiasmo o intentar acercarse a él como pueden. En el caso de Toni es a través de la escritura o la imaginación lo que, para él, significa la libertad. Es un refugio para el personaje, aunque no quiere decir que sea la solución, pero escribir es un acto que le entusiasma». Natalia Hernández sitúa a Olivia en otro lugar: «Ella no sabe lo que quiere para estar entusiasmada. Tiene un conflicto con la maternidad, porque es feliz y está orgullosa de sus hijos, pero tiene muchas dudas: Me encuentro de repente con dos criaturas, que no sé si las he elegido. ¿Qué necesito yo para ser feliz o estar entusiasmada?» se pregunta la actriz poniéndose en el papel de Olivia.
Además de Olivia y Toni, aparecen en escena multitud de personajes que completan el círculo íntimo de nuestra pareja y dan complejidad a la historia aportando otras voces. Marina Salas y Raúl Prieto se transmutarán de piel en innumerables ocasiones. De esta manera, son los hijos, la madre, el psicólogo, la florista, la amante o el hermano. Marina Salas expresa que «lo que me gusta de la escritura de Pablo Remón es que no se reduce solo al núcleo de la obra o a los personajes principales; sino que despliega todo un mundo en el que cobran una dimensión muy grande muchos personajes que podrían tener su propia obra o su propio spin off». Raúl Prieto secunda a su compañera de reparto: «Estamos pululando en torno a la vida de Toni y Olivia. Asistimos para contar una parte de su historia, que a veces es algo que está en su cabeza y no es real». «Esto nos permite jugar a muchas cosas poco realistas que tienen que ver con la imaginación», concluye Marina Salas.
Como en todos los montajes de Pablo Remón, el humor tiene un peso importante en su nueva obra teatral, a pesar de que se ocupe de temáticas profundas llenas de referentes culturales que aúnan la alta y la baja cultura. Para el dramaturgo y director, «es una cuestión de cómo mirar el mundo. Esta obra tiene muchísimo de ironía, de sátira, de diversión, de reírnos de nosotros mismos para poner distancia con respecto a determinadas cosas. Yo intento en mis montajes atraer al público sin que se dé cuenta a través del humor, pero que haya estas reflexiones detrás». La actriz Natalia Hernández asevera que «el clown más divertido es el que sufre. Y como nosotros estamos sufriendo, el espectador se lo va a pasar bien viéndonos sufrir buscando este entusiasmo».
Y Francesco Carril coincide con su compañera de elenco: «El humor está a pesar de ellos que están en su propio conflicto. En las obras de Pablo Remón el humor sirve para poder entrar emocionalmente en los sitios que él quiere. Primero te ríes y a continuación te emocionas», aclara el actor.
La puesta en escena nos presenta una escenografía diseñada por Monica Boromello que representa un espacio minimalista de color madera formado por bloques, que irá construyéndose en una casa a lo largo de la función. Pablo Remón explica que es «casi un lienzo en blanco, de caja gigante en la que podría suceder cualquier cosa, que evoca ese principio de la escritura de empezar a narrar algo. Hay un viaje, porque va cambiando, y hay una especie de vodevil de puertas en un momento dado y de movimiento escénico». El director introduce el vídeo en la función, de manera que sobre la escenografía se proyectarán imágenes en directo en las que aparecen algunos de los personajes. La iluminación que firma David Picazo acompaña al espacio dando color y juego a las escenas. El vestuario diseñado por Ana López Cobos prima los colores marrones y ocres a juego con el espacio escénico, a la vez que aporta elementos atrevidos que sirven para definir a los personajes. El sonido creado por Sandra Vicente remarca no solo las situaciones sino también el estado emocional de los personajes.
Pablo Remón regresa al Centro Dramático Nacional, en donde ha estrenado anteriormente La pira en 2020 y Los farsantes en 2022, con un montaje técnicamente complejo, en el que busca contarnos con humor y profundidad cómo recuperamos el entusiasmo a través de la ficción.
El entusiasmo se representa, entre el 7 de noviembre y el 28 de diciembre, en el Centro Dramático Nacional. Posteriormente, el montaje irá de gira por diversas ciudades españolas.