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Clara Campoamor: la activista por los derechos de la mujer

Clara Campoamor: la activista por los derechos de la mujer

Por MDO
El 12 de febrero se cumplen 131 años del nacimiento de la política, abogada y activista por los derechos de la mujer Clara Campoamor.

En la última década del siglo XIX, Malasaña era un barrio popular y trabajador en el que se respiraba un ambiente liberal y republicano. En sus calles se crió Clara Campoamor, que nació un 12 de febrero de 1888. Su origen humilde y la muerte de su padre, cuando ella tenía 10 años, marcaron la trayectoria de la mujer que logró el sufragio femenino en España. Porque Clara Campoamor no era una 'sufragista de salón'. Ella venía del barro. Estudió, sí. Y eso ya marcaba, claro, una diferencia abismal con la mayoría de las mujeres de su época. Pero lo hizo después de haber trabajado, desde niña, como costurera o dependienta para aportar a la economía doméstica después del fallecimiento del cabeza de familia. Quizás por eso, su visión de la participación de la mujer en las elecciones se basó en un principio de justicia de base más que en el análisis de las consecuencias, lo que abrió una brecha entre su postura y la del grueso de la izquierda, sector ideológico con el que se identificaba, incluída la de las otras dos mujeres presentes en el Parlamento aquel otoño de 1931 en el que se debatió el acceso de la mujer a las urnas.

Después de casi una década trabajando como modista, dependienta y telefonista, a los 21 años accedió por oposición al cuerpo de Telégrafos del Ministerio de Gobernación, primero en Zaragoza y después en San Sebastián. Sin embargo, siempre quiso volver a su Madrid. Lo logró cinco años después, en 1914 consiguió el primer puesto en una nueva oposición del Ministerio de Instrucción Pública. A su vuelta a la capital, se instaló muy cerca de su barrio de siempre, en la calle Fuencarral, y alternó su puesto de funcionaria con un trabajo como secretaria de Salvador Cánovas Cervantes, director del periódico conservador maurista La Tribuna, donde empezó a interesarse por la política. En 1920 empezó a estudiar Derecho y en 1924, con 36 años, se convirtió en la segunda mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid. La primera fue, Victoria Kent. Solo seis años después, ambas protagonizarían el mítico, acalorado e histórico debate en las Cortes sobre el sufragio femenino en el que Campoamor obtuvo una victoria pasajera: las mujeres votaron en el 33 y, como predijo Kent, la victoria fue para la derecha.

Repudiada por la izquierda

Tras oponerse a la dictadura de Primo de Rivera y coquetear de perfil con entornos socialistas, Campoamor fue elegida diputada por Madrid en las elecciones de 1931 por el Partido Radical. Fue, junto a Victoria Kent y Margarita Nelken, una de las tres mujeres que configuraron aquel primer Parlamento de la II República. Seis meses después de la proclamación de la República, el 1 de octubre, Campoamor defendió con fervor en el Congreso el voto femenino con el argumento de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Enfrente, Victoria Kent se oponía: las mujeres estaban aún demasiado influenciadas por la Iglesia y sus maridos como para votar libremente y su efecto en las urnas se traduciría en más votos para la derecha.

De hecho, tras el histórico debate, repicado a bombo y platillo en la prensa de la época, fue precisamente la derecha y la mayor parte de ese PSOE criticado por Campoamor en la época de Primo de Rivera, los que inclinaron la balanza hacía el 'sí'. El artículo 36 de la nueva Constitución Española que posibilitaba el sufragio femenino se logró con 161 votos a favor y 121 en contra, entre los que se encontraban Acción Republicana, el Partido Radical Socialista y la mayoría de los diputados del Partido Radical de Clara Campoamor. En las elecciones de 1933, los resultados de esas urnas a las que por primera vez acudían las mujeres mayores de 25 años dieron la victoria a la derecha. Campoamor no renovó su escaño. Kent tampoco.

Un año después, Clara Campoamor abandonó el Partido Radical. Su intento de unirse a Izquierda Republicana falló: la rechazaron. La izquierda la rechazó y, al estallar la guerra en 1936, se marchó al exilio, del que ya nunca volvió. Murió de cáncer en Lausana, Suiza, a los 84 años después de haber dedicado sus años fuera de España, una década en Buenos Aires y el resto en Suiza, a la escritura de ensayos, artículos divulgativos y biografías de otras grandes mujeres que, como ella, abrieron el camino de la igualdad.

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