Magüi Mira vuelve donde solía más de 40 años después de haber habitado a ‘Molly Bloom’, ese personaje al que el escritor irlandés James Joyce dio vida en el último capítulo de su Ulises –hace ahora un siglo de su publicación-, y que ahora vuelve a subir a un teatro, el madrileño Quique San Francisco, en versión y dirección firmadas al alimón por Marta Torres y Magüi Mira.
Si en 1980, fecha en la que Magüi Mira estrenó la primera vez ‘Molly Bloom’, la intérprete tenía treinta y tantos, ahora esas cuatro decenas adicionales hacen de la Molly actual una mujer que aún tiene menos que perder y, por tanto, la sinceridad de sus palabras tras una noche de insomnio y detallado repaso del pasado, son insultantemente sinceras, descarnadas, llenas de erotismo, lujuria y sexualidad. La mujer saca fuera todo el conocimiento sobre el tema que la esposa de Leopold (borracho, putero y machista), ha acumulado en muchos años de opresión, ninguneo y control al que le ha tenido sometida su marido. O, al menos, eso es lo que ha creído el inocente… Porque a Molly no le han faltado aventuras antes y después de casada (Boylan, su último y adinerado amante, que “no distingue entre una poesía y una lechuga”, un vecino Estudiante).
Tumbada, sentada o incorporada desde su cama, ‘Molly Bloom’, cantante a quién su marido ha cortado las alas amparado en las costumbres de la época –principios del siglo XX-, en la intimidad de su cuarto y ya irrenunciablemente despierta, repasa su lista de amantes, sus bondades y carencias libidinosas, y recuerda vivamente frente al público sus ansias de libertad creativa y de mujer sexualmente modulada por los hombres: “quiero hacer lo que quiera, cuando quiera, como quiera y con quien quiera”.
Con desparpajo, sin inhibiciones, con un gran sentido del humor y con una mirada indulgente y comprensiva hacia sí misma, ‘Molly Bloom’ da voz a todas las mujeres de su siglo y de los venideros para que ninguna más se someta a nada ni a nadie que no quiera. La libertad, ante todo. Y el respeto. Y el amor, si viene, bien. Si no, también. Lo importante es ser fiel a sí misma y no dejarse atar por hombres, por costumbres o por las falsas e hipócritas moralinas imperantes en cada momento.
Magüi Mira actriz es un prodigio de naturalidad, de cercanía, de seducción al público. La posible procacidad en labios de su personaje, Molly, se transforma aquí en una sinceridad absoluta, que sale de las entrañas de un ser humano que ha tenido que sobrevivir con la inteligencia y la estrategia necesarias para dar salida a su yo maniatado personal y profesionalmente. A su libertad no se le pueden poner trabas ni límites. Menos aún temporales, porque una mujer es mujer desde que nace hasta que muere, y tampoco la sexualidad es un terreno vedado a mujer alguna por razones de edad.
Hombres y mujeres deben de darse cita estos días en el Quique San Francisco por muy variadas y poderosas razones: la primera, para disfrutar de la interpretación prodigiosa de Magüi Mira; la segunda, hacer otro tanto de un texto que no ha perdido un ápice de fuerza y significación un siglo después de escrito; la tercera, porque la versión y la dirección de Magüi y Marta Torres es verdaderamente ágil y fiel al original y, eso sí, con los puntos y comas correspondientes, cosa muy de agradecer tanto por la actriz como por el público. Divertida, profunda y valiente a la vez. Para no perderse la propuesta.
‘Molly Bloom’
Autor: James Joyce
Versión y dirección: Marta Torres y Magüi Mira
Reparto: Magüi Mira
Diseño de iluminación: José Manuel Guerra
Diseño de vestuario: Helena Sanchís
Espacio sonoro: Jorge Muñoz
Gerencia y regiduría: Jorge Muñoz
Fotografía: Geraldine Leloutre
Productor: Jesús Cimarro
Producción: Mirandez Producciones y Pentación Espectáculos
Teatro Quique San Francisco, Madrid
Hasta el 13 de febrero de 2022