El Nuevo Teatro Alcalá de Madrid, viene acogiendo durante los últimos
meses la más reciente producción del grupo de teatro catalán La
Cubana, uno de los más personales, gamberros (en el sentido más
positivo de la palabra) y desternillantes formaciones de los últimos
decenios. La Cubana vio la luz en 1980 y, desde entonces, ha sabido
encontrar su hueco como compañía abanderada de un teatro fresco,
popular, transgresor, renovador, chispeante y con un único y
sustancial afán, el de hacer pasar al espectador un rato agradable,
lleno de sorna, sonrisas y haciéndole olvidar por unas horas sus
problemas familiares, laborales o personales.
Todo esto y mucho más consigue La Cubana en su última producción, "Campanadas de boda", una historia sencilla, en la que una familia catalana de floristas, afincada en Madrid, prepara la boda de la hija, una chica de hoy en día, que no quiere ir más allá de un sencillo convite familiar, pero que su madre y su tía se empeñan en transformar en un bodorrio multitudinario, con todos los tópicos incluidos que conlleva un acto social de esa envergadura, y del que la hipocresía forma parte esencial, si no exclusiva.
Emilio Martínez ya nos contó en estas mismas páginas digitales algunos pormenores de esta producción. Esa sencilla situación permite a La Cubana tejer un hilarante, desternillante y ágil historia en la que, sin solución de continuidad y, casi sin permitir respirar al público, los actores (muchas veces adoptando varios personajes a la vez), lucen su bis natural y cómica que llega con extraordinaria facilidad al espectador que, como digo, sigue la obra con la máxima concentración y con la sensación de que las aproximadamente dos horas y media de espectáculo, que cuenta los últimos días de los preparativos de la boda, en la primera parte, y el desarrollo de la ceremonia (videoconferencia incluida, ya que esa es la forma moderna de los antiguos casamientos por poderes) con su novio hindú, en la segunda parte del espectáculo, transcurren como si de una exhalación se tratase, y con la sonrisa o la carcajada del atónito y divertido espectador puesta en su boca durante todo el tiempo.
Xavi Tena, Toni Torres, María Garrido, Annabel Totusaus, Alexandra González, Meritxell Duró, Babeth Ripoll, Montse Amat, Bernat Cot, Oriol Burés y
Álex Esteve, bajo la dirección de Jordi Milán, son los "males" necesarios para tan feliz, eufórica, desternillante y redonda situación, que tiene tanto de ficticia como de real, porque todos y cada uno de los miles de espectadores que han pasado por los teatros en donde La Cubana ha representado estas "Campanadas de boda", se han visto retratados total o parcialmente.
La vida, como el teatro, se puede abordar con tintes trágicos o cómicos. La Cubana ha decidido, desde hace más de 35 años, hacerlo a través del prisma de la segunda vertiente y sería un verdadero horror que la crisis económica (algunas "campanadas" han sonado también a funeral en esta estancia en Madrid) fuera la causa de su desaparición. Si la veterana compañía catalana de teatro se viera obligada a dejar de existir sería una muy mala noticia que, entre todos, estamos decididos a evitar. Nos va en ello muchas sonrisas, muchas carcajadas y un humor inteligente y divertido en una época en la que es, justamente, lo que más se necesita.