'Mi hijo y yo': El Billy Elliott francés juega al rugby

Lo mejor de la película es su historia pero el director novel, Philippe Guillard, no le sabe sacar todo su partido. Jo Canavaro, un ex jugador de rugby proveniente de una de las dinastías más importantes del rugby francés, ve con preocupación como su hijo es tan brillante en matemáticas como negado para el deporte del balón ovalado. Lo que podría dar pie a brillantes situaciones cómicas se queda a medias, a pesar de la inclusión de un All Black neozelandés.

La película quiere tan desesperadamente conseguir la cercanía y complicidad del espectador que se lo quiere dar todo mascadito, la música le dice cuando emocionarse y así con todo lo demás. Desde luego la sutileza no está dentro de las cualidades del primerizo director. 

Los actores no están mal del todo, quitando a Vincent Moscato, que hace de Pompón, que se comporta a la altura del personaje que le han escrito. Entre el resto destaca Gérard Lanvin, que sabe darle a su Jo Canavaro la dignidad que requiere el personaje

De todas formas 'Mi hijo y yo' se queda la mayor parte de las veces en un quiero y no puedo, siguiendo caminos trillados en los que no hay margen para ninguna sorpresa. Todos tienen un gran corazón menos el rico malvado que recibe su justa lección. Claro que, puestos a pecar de algo, mejor que sea de buenas intenciones.

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