Hija de marino mercante y nieta de comisario de policía,
Marta Poveda (madrileña), comenzó en el teatro en plena crisis de adolescencia. Fue su madre quien, en un impulso más que afortunado de inteligencia emocional, la derivó a hacer teatro. Y desde entonces hasta hoy -y ya han pasado dos décadas largas-, no ha salido del escenario. Ha sido -entre muchísimos otros personajes-, una quijotesca
Motera en
Pingüinas,
Nastasya Filipovna en
El idiota,
Doña Ángela de Toledo, en
La dama duende, o
Diana en
El perro del hortelano, la
Semíramis de
La hija del aire, o
Grúshenka en
Los hermanos Karamázov y, más recientemente,
Carmina en
Historia de una escalera.