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| Felipe VI, presidió el festejo desde el palco real. Le acompañaron Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid; el ministro Luis Planas; María Rey, presidenta de la Asociación de la Prensa, y Rivera Ordóñez en funciones de asesor.. (Foto: Plaza1) |
El desastre ganadero de la feria lleva a que nos conformemos con una encierro a medias, que saca un aprobado raspando, pero que a estas alturas nos parece de sobresaliente. Como la de Victorino, que se siguió con interés desde el graderío porque de estos bureles siempre se espera mucho, aunque en cuanto a casta fuera poco lo que ofrecieron, salvo Garañuelo, lidiado en segundo lugar, valorando también la fiereza del primero. Tampoco fueron un adalid de bravura ante los pencos, limitándose a cumplir sin más. Claro que peor fue la actuación de los coletudos, entregados y afanosos toda la tarde, pero que tanto Paco Ureña como Borja Jiménez, sin llegar al suspenso absoluto, tampoco alcanzaron ese aprobadillo de los victorino, que en diversos grados ofrecieron emoción a los espectadores.
| Uno de los buenos pases de pecho de Damián Castaño a su primero. (Foto: Plaza1) |
Horror de nuevo al folio casi en blanco, a los escasos apuntes tomados durante el desarrollo de un festejo aguardado con ilusión por el sector torista de los aficionados…para nada. Porque, si los también esperados de Pedraza de Yeltes defraudaron el domingo, en mayor medida lo hicieron los de Escolar. Bien lejos de la más que buena corrida del abono en 2023 con aquel extradinario Cartelero. Porque este año, salvo la presentación excelente, que no es poco en estos tiempos, todo lo demás que aportaron los bicornes fue negativo. Ante ellos, bastante hizo con cumplir la terna de expertos lidiadors que conformaron Fernando Robleño, Damián Castaño y Gómez de Pilar, a base de pocos detalles reseñables, pero que al menos nos valió para, como decía Juncal, tomar nota y contarlo.
| Momento de la grave cogida del sexto toro a Isaac Fonseca. (Foto: Plaza1) |
Salió a revientacalderas Isaac Fonseca en su segundo enemigo tras obtener una merecida oreja del otro y buscando esa Puerta Grande de Madrid que varias veces ha rozado como novillero y como matador, sí. Pero no quisieron los hados del destino, en forma de toro de lidia, un animal áspero que había ido desarrollando peligro hasta que le cazó a traición, o sea, por la espalda, en un pase de pecho y se acabó la ilusión para el mexicano. No obstante, realizó lo único destacado de la tarde, en plan artístico, en el anterior echando una oreja en el esportón. Con un encierro de tres divisas unidos por su descastamiento general, Francisco José Espada también sufrió un percance, aunque sin herida por asta, y un vulgarísimo Juan Leal con su destoreo aburrió a los bichos y al cotarro.
| Uno de los naturales de Borja Jiménez al toro al que cortó una oreja. (Foto: Plaza1) |
El máximo triunfador de la pasada Feria de Otoño, el sevillano Borja Jiménez, volvió a reivindicarse y demostrar que aquello no fue casual. Sin alcanzar tan alto nivel, echó una oreja en su esportón y aumentó las expectativas de cara a los dos paseíllos, que aún le restan ahora y que se los ganó donde debía ser para todos: en la arena. Y, paradójicamente el que alcanzó su peor nivel fue Alejandro Talavante, al que correspondió en suerte -más bien en desgracia tras su mala actuación- Tejonero, un animal nobilísimo y encastado que se le fue sin torear. Con un encierro de pobre presencia en trapío, cabeza y fuerza de Santiago Domecq, tan diferente al magnífico del año, Uceda Leal pasó de puntillas, aunque dejó varias muestras de su clase. En el espectáculo de rejoneo del sábado, Diego Venura, que cortó dos orejas a su segundo toro, logó su 19ª Puerta Grande. Con un encierro afeitado reglamentariamente de Los Espartales, Sergio Galán obtuvo un trofeo y Rui Fernandes fue ovacionado.
| Uno de los naturales de David Galván a su primer toro tras cuya muerte dio vuelta al ruedo. (Foto: Plaza1) |
El buen aficionado, especie minoritaria y a extinguir por los poderes fácticos que manejan, y manipulan, la Fiesta es al que le caben muchos tipos de toreo en la cabeza. Lo que ya no le entra es la antítesis, por desgracia mayoritaria, del toro descastado. Como el de los dos hierros de los hermanos Lozano, Alcurrucén y El Cortijillo, otrora adalides de la bravura y la casta, que ya pegaron un petardo en la inauguración del serial isidril y han vuelto a repetir este jueves. Frente a ellos se estrellaron los deseos de una interesante terna que, cada uno a su manera, intentó aplicar su forma de entender la tauromaquia. Una misión imposible con esos semejantes burros con cuernos ante la que Daniel Luque, David Galván -en sustitución de Manzanares, que aportó parte médico y al que nadie echó en falta- y el confirmante Víctor Hernández sólo dejaron virutas de sus variadas formas.
| Uno de los naturales de Talavante a Rebeco en su faena premiada con una oreja. (Foto: Plaza1) |
La tarde se iba hundiendo minuto a minuto, toro a toro, en el embudo del sopor, unido al del bochorno de una temperatura más propia del ferragosto. Y en esto apareció Rebeco, que salvó en parte el petardo ganadero, uno más de los ‘juanpedros’. Un animal bravo en el caballo, noble y codicioso, de excelente tranco en la muleta. Y Talavante le dio fiesta. Aunque no la que merecía tan excelso colaborador, que era de Puerta Grande. Eso sí, es más que probable que en los mejores tiempos del extremeño, de un lustro para atrás, cuando se convirtió en la máxima figura, le habría cortado las dos. Mas el caso es que salvó una tarde en la que un Morante fuera de sitio volvió a fracasar (y van…) y Aguado toreó muy bien con el capote.
| Alejandro Chicharro da la vuelta al ruedo tras su faena al tercero de la tarde. (Foto: Plaza1) |
No siempre las comparaciones son odiosas. Cual puede acontecer con la terna de la última novillada del abono isidril. Pues si uno de los coletudos, Alejandro Chicharro, con dos magníficas faenas de toreo clásico preñado de sentimiento, destacó sobremanera, por sus méritos propios, aún mayor puede valorarse si se compara con sus desangelados compañeros, Lalo de María y Pepe Luis Cirugeda. Máxime cuando todos tuvieron enfrente unos bureles de Guadaira con los dos remiendos de Torrehandilla, casi tan desangelados por sosos, blandos y de escaso juego, aunque no les plantearon ningún problema.
N una vuelta al ruedo para Ventura, Cayetano y Ginés Marín
| Pase en redondo de Ginés Marín al toro que cerró la aburrida tarde. (Foto: Plaza1) |
Lo que mal empieza casi siempre transcurre y acaba mal. Cual aconteció en una soporífera tarde con escasísimos condimentos taurinos que echarnos al gaznate. este domingo Sí, porque el cartel que montó la empresa no sólo era raro, quia. Era absurdo. Primero, porque la figura indiscutible del rejoneo, Diego Ventura, tiene que competir con sus colegas, como el próximo sábado. Y segundo, porque ya me explicarán ustedes qué simulacro de mano a mano puede haber entre dos coletudos tan distintos como Cayetano y Ginés Marín, además sin rivalidad alguna. Para ‘redondear’ el fiasco, el juego de los bureles tampoco ofreció muchas opciones en un espectáculo que, ¡horror!, se alargó hasta las dos horas y media. Ni el caballero ni los de a pie fueron capaces de dar una vuelta al ruedo. Pues, eso. Y no olé.
Castella y Luque, desapercibidos y aburridos y con pocas ganas
| Christian Parejo muletea por alto y mirando al tendido al toro de su confirmación. (Foto: Plaza1) |
¿No quieres caldo, dos tazas? Con el recuerdo aún del rotundo fracaso del hierro de Puerto de San Lorenzo, del que sólo hace dos días, la otra divisa propiedad de Lorenzo Fraile, en opción con la oportunidad de mejorar el balance conjunto de ambas, tampoco se salvó. Quizás esta Ventana fue un poco menos mala, pero sus bicornes, como sus hermanicos del jueves, en nada se asemejaron a lo que debe de ser un toro de lidia. Sin clase, andarines, gazapones, echando la cara arriba y saliendo sueltos de los engaños y, además, muy justos de fuerza. Tiene mérito pegar dos petardos tan seguidos, lo tiene. Tampoco los veteranos Sebastián Castella y Daniel Luque pasaron de un exceso de entrega. En tal aspecto y con un material similar les superó el confirmante Christian Parejo, firme, dispuesto y que a los de su lote les robó cierto lucimiento con percal y flámula.
Abroncado en su segundo, con el que escuchó 3 avisos, sumó 2 más en el otro
| Pase cambiado por la espalda de Roca Rey en el quinto toro en el que le dieron los tres avisos. (Foto: Plaza1) |
El indudable rey del escalafón y de los honorarios salió trasquilado de su primer examen en la Feria. Casi con un cero patatero, porque más allá de una actuación efectista, muy de su estilo, dejó en agonía largos minutos a su segundo enemigo negándose a descabellarlo, con lo que sonaron los tres avisos, el último, es verdad cuando el pobre animal estaba echado y su subalterno no acertaba con la puntilla. A la absoluta falta de estética en esta su primera tarde en Las Ventas, se une la de ética e improfesionalidad con un animal que daba pena verlo recorriendo el anillo apoyado en las tablas herido de muerte, pero sin caer ante el pasotismo, la indiferencia -¿chulería?- de su teórico matador. El rey también lo fue de la desvergüenza y no olé. Con un encierro de Mayalde -por supuesto elegido por el peruano- de gran trapío pero escaso juego, confirmó con dignidad Jorge Martínez, y Cayetano sólo fue noticia por el palizón que sufrió al ser arrastrado y pisado por el que abrió un decepcionante festejo.
| Talavante muletea al natural a su primer toro, del que cortó una oreja. (Foto: Plaza1) |
¡Horror, el bloc de notas (casi) vacío! ¡A ver qué cuento en la crónica para rellenar los mínimos caracteres exigidos! ¡A ver! Menos mal que algo aconteció mínimamente destacable de un festejo en el que, como era de aguardar, como ya es tradicional, el encierro de Puerto de San Lorenzo defraudó en todos los sentidos. Más que miedo, daban pena. ¡El mundo, de la tauromaquia, al revés! Con semejante bazofia amoruchada, obedientes, sin fuerza ni casta ni ‘na’ de ‘na’, era imposible la emoción y, por tanto el toreo. Algo, también bajo mínimos, practicaron Talavante en el que abrió espectáculo -me niego a llamarlo corrida- y se llevó una orejita, y Tomás Rufo, en el que lo cerró, con ligera petición de trofeo.
| Uno de los pase en redondo con que inició David Galván su faena al cuarto toro. (Foto: Plaza1) |
En la cabeza del buen aficionado caben todo tipo de estilos: el de valor, el de clasicismo, el de cante jondo, el de ortodoxia, todos ellos muy difíciles. Pero también el inusual de la belleza de oro puro que estremece las fibras sensibles y te deposita casi en la gloria. Cual el oficiante de la liturgia laica y flamígera David Galván, que sorprendió en Las Ventas con una mágica faena de compulsiva inspiración. El importante suceso aconteció en el segundo de su lote, que el gaditano aprovechó para casi dar ese aldabonazo que lleva rumiando desde hace una década. Por desgracia no lo lograron sus dos compañeros, Álvaro Lorenzo y Ángel Téllez, sin acoplarse con sus bicornes que como el resto del encierro de El Torero ofrecían muchas posibilidades en sendas actuaciones negativas que pueden pesarle en el futuro.
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