www.diariocritico.com
     

Ocio > Toros

Uno de los bellos redondos de Morante en su extraordinaria faena al primer toro de la tarde.
Uno de los bellos redondos de Morante en su extraordinaria faena al primer toro de la tarde. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: faenón con cante jondo de Morante que acaba con Talavante y Rufo

La explosión de torería mágica de Morante de la Puebla, en su mejor faena desde hace años en la cátedra venteña, hizo crujir los cimientos no sólo de la plaza sino también de los presentes, extasiados y con las fibras sensibles rotas. Aconteció en el que abrió festejo y tuvo el feliz añadido, que no es cuestión baladí, de su función didáctica. Porque tras ese faenón, ante un bicorne posmoderno, nobilísimo y obediente -al igual que el el resto de colaboradores de Garcirande- de nombre ‘Seminarista’, del hoy Dios laico de la religión olorosa y flamígera que es la Fiesta, el público no hizo ni p...caso -con perdón, mas no vamos a andarnos con eufemismos- a las labores plúmeas, ventajistas y pegapasistas de Talavante y Tomás Rufo que en cualquier otra tarde habría jaleado. No hubo trofeo para el de la Puebla por necesitar de tres golpes con el verduguillo tras la estocada trasera. En el cuarto, un animal sin clase y que no le gustó desde que saltó al ruedo, no se anduvo el sevillano con medias tintas y lo pasaportó en menos de dos minutos.
Un momento de la cogida de Juan de Castilla por su primer toro.
Un momento de la cogida de Juan de Castilla por su primer toro. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: infame mansada de Dolores Aguirre y vuelta a un Juan de Castilla herido

Peor, imposible. O casi. Porque el regreso a los carteles isidriles de la añorada divisa de Dolores Aguirre, con tantas tardes de gloria, ha sido un desastre. Las hijas de la ganadera fallecida han echado al ruedo un conjunto de bureles desiguales de trapío, pero iguales, muy iguales, en su comportamiento manso y descastado que impidió el lucimiento de la terna. Aún así, un aguerrido y valeroso Juan de Castilla sacó agua del pozo imposible del tercero, a pesar de que éste le hirió, ganándose una indiscutible vuelta al ruedo antes de pasar a la enfermería, de la que en un gesto mas que añadir salió para matar al sexto. Algo apuntó Damián Castaño en su segundo y nada le dejó su lote a Fernando Robleño, obligado a saludar tras el paseíllo, en el penúltimo compromiso en Las Ventas de su larga carrera peleando siempre con las ganaderías duras: la próxima, y despedida, de Adolfo Martín.
Ajustada bernadina de Román a 'Comisario', el segundo de su lote, al que corto una oreja.
Ajustada bernadina de Román a 'Comisario', el segundo de su lote, al que corto una oreja. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: oreja a la entrega de Román en tarde de ‘fuenteymbros’ con trapío pero descastados

El que da todo lo que tiene no está obligado a más. No hay que tomarse en negativo esta sabia afirmación del refranero. Más bien, al contrario. Porque Román, una vez más se fajó con sus dos bicornes y arrancó una oreja de su segundo con una faena espectacular, sin los modernos encimismos, dejando lucirse a ‘Comisario’, que así se llamaba el animal, magníficamente presentado como el encierro completo y de escaso juego de la factoría Fuente Ymbro. Además, el valenciano sufrió una voltereta espeluznante de la que salió maltrecho pero ileso, tras la cual volvió a la cara de su enemigo, ya con el público rotundamente a su favor, cortando un trofeo excesivo. Muy encimistas sus compañeros con lotes poco aptos: el mexicano Diego San Román, que confirmó la alternativa con dignidad, buena disposición y formas, y Curro Díaz, que pasó de puntillas

Una colaboración que publicamos todos los domingos

Nueva semana de feria, nueva semana en la que resumimos lo destacado (por excelso y por paupérrimo) de lo acontecido en la Feria de San Isidro 2025. Nueva semana que empieza como en los países de América del Norte: en domingo. Día en el que se lidió una descastada corrida de La Quinta. Ni “Cucaracha”, que así se llamaba el primero de los cárdenos, ni ninguno de sus hermanos, con sexto bis incluido por el inválido titular, mostró reminiscencia alguna de los grandes toros que se han lidiado en el coso venteño en los últimos años, como “Periquito” o “Matorrito”. Mansos en varas, donde los mejores se dejaron pegar y los menos encastados salieron perdiendo las manos. Del lujazo de cartel con el que Plaza 1 premió a sus aficionados, destacaremos indudablemente a Uceda Leal. ¡Qué torero! ¡Qué sabor tuvieron esos derechazos enrabietados y aquellos contados naturales a su segundo! Por no hablar de cómo efectúa el volapié en la época del “bajonazo y te levanto la mano”. Espero que tomaran buena nota sus acompañantes del cartel, que tuvieron dos nobletones astados que bien habrían servido para cortar algún apéndice. Luque, con ganas en apariencia y desgana en ejecución, no cesó en la búsqueda del mantazo perfecto, citando fuera y perdiendo pasos constantemente. ¡Quédese quieto! De Justo, al que destacaremos sus añejos genuflexos de inicio, estuvo también muy fuera y siguiendo la máxima del pico-pico mazo-mazo. No convenció tampoco al público del domingo, algo más serio que el de los viernes.
Uno de los buenos naturales de Pablo Aguado al sexto de a tarde, del que cortó una oreja.
Uno de los buenos naturales de Pablo Aguado al sexto de a tarde, del que cortó una oreja. (Foto: Alfredo Arévalo. Plaza1)

San Isidro: oreja al natural para Aguado en nuevo petardo de los ‘juanpedros’

Sin toro nada tiene importancia. Tal es el certero lema de los buenos aficionados en general y de la sacrosanta Asociación El Toro en particular. Pues, eso. Vaya tal aserto por delante, haciendo el paseíllo de esta crónica que tiene poco que contar. Porque toro y Juan Pedro Domecq es un oxímoron, es la antítesis lo uno de lo otro. Y en el mano a mano, que se le ocurrió a una empresa tan creativa -otro oxímoron- como la que rige Las Ventas, y que nadie pedía, de dos coletudos de similar corte artístico, no hubo toros -ni tercio de varas, que fue un simulacro-, menos el último de Torrealta -tampoco para tirar cohetes, no crean-, al que cortó una oreja Pablo Aguado por varias tandas de bellos y sentidos naturales. Con semejantes piltrafas, en presentación, fuerza y juego, para más inri sospechosas de pitones, que presentó el hierro sevillano, que suma otro nuevo petardo en Madrid -y van…-, Juan Ortega pasó casi de puntillas salvo algún lucimiento con el percal. O sea que si no hubo toros ni casi toreros, ¿qué hubo? ¡Exacto: una estafa!
Uno de los pases en redondo de Emilio de Justo a su segundo toro, al que cortó una oreja.
Uno de los pases en redondo de Emilio de Justo a su segundo toro, al que cortó una oreja. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: vulgaridad de un Roca sin entrega y oreja de escaso fuste artístico para De Justo

Expectación máxima con la reventa por las nubes. Volvía el Rey de la taquilla a la escena del crimen -que no otra cosa es que te echen un toro al corral, cual aconteció en 2024- se supone con ansias de enmendar el petardo. Se barruntaba nueva polémica, porque el minoritario público entendido le iba a exigir de nuevo y el mayoritario resto apoyaría a su ídolo. Roca iba a protagonizar una versión táurica de ‘Con él llegó el escándalo’. Y no pasó nada. O sí, que el peruano, que había elegido la divisa de los bureles a torear, de Victoriano del Río, casi pasó de puntillas por la tarde. Cercano al pasotismo en actitud y vulgar, muy vulgar en su toreo o lo que fuese aquello, lo que protagonizo fue un nuevo fracaso menos llamativo pero fracaso. Al menos Emilio de Justo, que se llevó una oreja de escaso fuste, y Tomás Rufo, que dio vuelta al ruedo en el último, le echaron más ganas, aunque de toreo hubo poco y de ventajismos mucho: nada nuevo bajo el sol y sombra.
Daniel Luque, toreando con el pico de la muleta al último de la tarde.
Daniel Luque, toreando con el pico de la muleta al último de la tarde. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1 )

San Isidro: pegapases a tutiplén y petardazo de Alcurrucén…

…y perdonen el horroroso pareado. Casi tan horroroso como el tostonazo de un festejo que era pura pantomima, puro simulacro de lo que debe entenderse por una corrida de toros. Fundamentalmente porque no hubo toros. Entiéndase: claro que salieron por chiqueros siete animales que lo parecían, pero también fue un simulacro, por cierto como la suerte -léase desgracia- de varas toda la tarde. Y no sólo por su falta de trapío general, que no es magro desafuero, sino porque además su comportamiento casi morucho y su flojera eran la antítesis del auténtico bicorne de lidia. Ya se sabe que llegan las figuras a la Feria y desaparece el toro. En definitiva, un completo fiasco de Alcurrucén, muy similar a los tropecientos mil pases que sufrieron los animales -y, claro, los espectadores- por parte de Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque.
Una de las bellas verónicas de Fortes a su primer toro.
Una de las bellas verónicas de Fortes a su primer toro. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: la espada le cierra la Puerta Grande a un Fortes que bordó el toreo

La magia del toreo nos emborrachó los sentidos y nos estremeció las fibras sensibles. Su autor no es ninguna de las figuras que ya han pasado por la Feria, ¡quia! Sino un coletudo de cotización modesta que lo bordó: Saúl Jiménez Fortes, ¡loor para él! Sus merecimientos tras dos faenas excelsas eran de Puerta Grande, pero sus espadazos desairados se lo impidieron. Mas nada impedirá las sensaciones que inundaron los tendidos y el recuerdo indeleble de su actuación. No alcanzó tal nivel Morenito de Aranda, aunque apuntó, y otro coletudo de la ¡ay! casi perdida línea artística, Adrián de Torres, sólo pudo dejar virutas por el nulo juego de su toro de la divisa de Araúz de Robles, que fracasó sin paliativos en todos los órdenes, y por el sobrero de Castillejo de Huebra, que parecía hermanico de los anunciados.
Una de las chicuelinas de El Mene a su primer novillo.
Una de las chicuelinas de El Mene a su primer novillo. (Foto: Alfredo Arévalo Plaza1)

San Isidro: prometedores novilleros que apuntan pero no disparan

Una terna de coletudos jóvenes y, hasta ahora en sus cortas carreras, con proyección dejaron detalles interesantes de cara al futuro sin llegar a redondear. Sin olvidar algunos defectos del inevitable toreo moderno, copiado de las figuras que triunfan con él, Fabio, El Mene y Tomás Bastos destacaron fundamentalmente con el capote, una suerte que cada día disfrutamos menos, e incluso compitieron entre ellos, que no es poco. Con un encierro del Conde de Mayalde, noblote aunque muy justo de casta, salvo 21 y 5º, luego no llegaron a alcanzar con la flámula lo que podía preverse, pero dejaron ganas de volver a verlos.

Un colaboración que iremos publicando todos los domingos

El toro. O sea, el auténtico protagonista de laFeria, que ya se sabe que el coletudo que lo lidia es el antagonista. Y en este periódico, que comparta la filosofía y exigencias de integridad y pureza de los festejos de la siempre ejemplar Asociación El Toro, estrenamos una sección crítica del abono que este grupo irá haciendo semana a semana. De momento, en esta primera entrega sus agumentadas opiniones se centran en lo acontecido desde el pasado martes y sin contar con el espectáculo de rejoneo.






0,25